Muestra revela secretos de la Gioconda del Prado
El Museo del Prado tiene la copia más antigua conocida de la Mona Lisa, o Gioconda, el retrato de una mujer joven que Leonardo da Vinci comenzó a pintar en 1503 y continuó reelaborando hasta su muerte en 1519.
El Museo Nacional del Prado, en Madrid, presenta a partir de mañana la primera exposición monográfica dedicada a «La Gioconda del Prado», obra melliza a la del Louvre, descubierta hace diez años, que fue pintada en el mismo taller y en la misma época en que Leonardo da Vinci se dedicaba a retratar a la mujer de extraña sonrisa, un caballete junto al otro.
«Leonardo y la copia de Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano» se titula la exposición que reúne un selecto conjunto de obras pintadas por discípulos y seguidores de Leonardo da Vinci, con la intención de ahondar en las copias y versiones hechas en aquella «bottega», que el público podrá visitar en el museo español hasta el 23 de enero, en la sala D del edificio Jerónimos.
Curada por Ana González Mozo, y realizada en colaboración con el Museo del Louvre, el Laboratorio de Arqueología Molecular de la Universidad de la Sorbona y la National Gallery de Londres -entre otras instituciones-, la muestra revela al público los resultados de los últimos estudios dedicados al círculo más cercano al artista. Al mismo tiempo, busca reflexionar sobre los métodos de enseñanza y de producción de pinturas en el marco de los talleres italianos durante la transición del siglo XV al XVI.
El Museo del Prado tiene la copia más antigua conocida de la Mona Lisa, o Gioconda, el retrato de una mujer joven que Leonardo da Vinci comenzó a pintar en 1503 y continuó reelaborando hasta su muerte en 1519.
«Sabemos que fue pintado por un alumno de Leonardo, trabajando junto al maestro en el estudio durante parte del tiempo que estuvo pintando el original», explicaron desde el museo madrileño, sobre la obra melliza de la que poco se conocía hasta el año 2011.
En la Mona Lisa del Prado, la figura estaba sobre un fondo negro que no ofrecía muchas pistas. Sin embargo, durante el estudio realizado antes de su limpieza se descubrió que se trataba de un repintado añadido siglos después que ocultaba un maravilloso paisaje similar al original de Leonardo.
Además, el reflectograma infrarrojo mostró que los cambios en la obra del Prado siguieron las modificaciones que Leonardo hizo en su pintura con el objetivo de alcanzar la perfección, lo que permite asegurar que el cuadro «convivió en Milán con el gran genio y su obra maestra», indicaron desde la institución.
La nueva propuesta curatorial profundiza también sobre la figura poco convencional de Leonardo como maestro y otros temas del Renacimiento: la importancia de la idea, el concepto de original, la función y los tipos de copias y derivados de los prototipos creados por los grandes maestros. En algunos casos, fueron ejecutadas siguiendo instrucciones del maestro, por lo que Leonardo que podía ver así cómo funcionaban sus ideas cuando eran ejecutadas por otros.
Las pinturas expuestas, que tienen su origen en dibujos y pinturas del artista, ayudan a comprender cómo el bagaje teórico de Leonardo fue asimilado por sus discípulos y contribuyen a dar sentido a muchas de las ideas y observaciones reflejadas en sus notas.
El mayor interés de este retrato paralelo -además de ser la copia más temprana de la Mona Lisa conocida hasta el momento- es que fueron realizadas al mismo tiempo: desde el dibujo preparatorio y hasta casi los últimos estadios se repite el proceso creativo del original. Las dimensiones de ambas figuras son idénticas y fueron quizá calcadas partiendo del mismo cartón.
Durante muchos años, los expertos del museo madrileño creyeron que la obra que guardaban en su depósito había sido pintada por algún artista flamenco u holandés y era considerada como una más de las muchas versiones existentes del célebre cuadro homónimo, aunque en este caso se destaca la ausencia del característico ‘sfumato’ leonardesco.
Sin embargo, la Mona Lisa del Prado, realizada en óleo sobre tabla de madera de nogal, es de un autor anónimo, aun no identificado, aunque fue realizada por un miembro del taller de Leonardo, próximo a Salai o a Francesco Melzi, los alumnos más cercanos al maestro y que tenían acceso directo a sus dibujos de paisaje.(Télam)