Milei, el libertario belicoso convertido en fenómeno electoral en Argentina

Juega a la provocación constante, sin escatimar insultos, sin ahorrarse vanidades. A sabiendas del hastío que genera la política, busca extender el descrédito hacia todos sus representantes. No son, los suyos, improvisados exabruptos. Le han dado la fama.

Por Ana Delicado Palacios

El argentino Javier Milei ha buscado, con ahínco, las mieles de la notoriedad. Niño mimado entre los medios, goza de una amplia cobertura con cuanta sentencia salga por su boca. Puede decir, por ejemplo, que el calentamiento global «es otra de las mentiras del socialismo», como parte de «toda una agenda del marxismo cultural».

En 2018, fue el economista más consultado por programas de radio y televisión. Le hicieron 235 entrevistas y tuvo a disposición 193.547 segundos de aire, que equivalen a casi 54 horas de transmisión, según un relevamiento de la consultora Ejes Comunicación.

No es ese el único de sus méritos. En las elecciones primarias del pasado 12 de agosto, este economista ultraliberal logró el tercer puesto como candidato a diputado nacional en la ciudad de Buenos Aires, un distrito reacio al peronismo como ningún otro.

En aquellos comicios, supo capitalizar el descontento con la política tradicional y obtuvo el 13,7 por ciento de los votos, pero bastó para que lo presentaran, en un alarde de generosidad, como la tercera fuerza política. Pero su partido, Libertad Avanza, no tiene representación en ninguna de las otras 23 jurisdicciones del país.

ESTRATEGIA

Sus más de medio millón de seguidores en las redes sociales contrastan con los apenas 4.000 que tiene su espacio político. De pelo desaliñado, a este argentino de 50 años le gusta vestirse de negro y presentarse como «el león». Propone la desregulación del sistema financiero, «dinamitar» el Banco Central, eliminar el peso argentino y dolarizar la economía.

El Estado, por supuesto, es «peor que la mafia» y un «enemigo» a combatir. Se muestra a favor de la libre portación de armas, en virtud de los tres axiomas que lo guían por platós y escenarios, y que él enuncia como derechos: vida, propiedad y libertad, salvo para abortar.

Sus eslóganes no aspiran a ser originales. «Comunismo o libertad», es una consigna un tanto repetida que ya fue exprimida como grito de campaña por la presidenta de la Comunidad de Madrid y representante del Partido Popular (PP), Isabel Díaz Ayuso.

A la hora de repartir elogios, defiende como el mejor ministro de Economía de la historia argentina a Domingo Cavallo, quien fue convocado primero por Carlos Menem (1989-1999), con quien impulsó la privatización de las empresas públicas, y luego por Fernando de la Rúa (1999-2001), que le permitió instaurar el conocido «corralito» con el que se precipitó el estallido social de finales de 2001.

Sabe mover el avispero en busca del voto conservador, que en gran parte se refugia en la coalición opositora Juntos por el Cambio con la que Mauricio Macri (2015-2019) llegó a la presidencia. El exmandatario, que siente que lo corren por derecha, aseguró el martes que estaba conversando con el economista «con miras al 2023». «Vamos a tener acuerdos», aseguró durante un foro desde República Dominicana,

Puestos a buscar, Milei también tiene sus referentes en el exterior. Considera natural su alineamiento con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro y con el exmandatario estadounidense Donald Trump (2015-2019).

Es patente su agresividad contra la denominada «casta» política, el término popularizado por el partido español de izquierda Podemos a partir de 2014.

Esa «casta» es la misma con la que luego espera asociarse. Hace unos días, aseguró que no descartaba, de cara a las elecciones generales de 2023, una alianza con la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, una de las figuras más aferradas al sistema político argentino.

Generador de sentencias dilapidarias, Milei se dedica por estos días a impartir clases de economía en los parque de la capital. Se sabe capaz de enardecer multitudes con opiniones y frases altisonantes que no pasan desapercibidas. Aprendió, hace ya unos meses, que el espectáculo corre por su cuenta. (Sputnik)

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