El consumo de pantalla por parte de niñas, niños y jóvenes está subiendo en la escala de preocupación de mamás, papás y profesionales de la educación por los riesgos que conlleva en la salud mental de este grupo etario. La atención es el punto de partida y, por ello, aún hay esperanzas.
El objetivo de negocio de las aplicaciones es generar adicción de tal manera que las personas estén interactuando con las plataformas el mayor tiempo posible. Con más horas frente a la pantalla, mayor es la audiencia a quienes exponer a la publicidad.
Al igual que las industrias del juego, tabaco, azúcar, alcohol o grasas trans, las redes sociales no tienen incentivo a limitar el consumo y se enfrentan a la disyuntiva de privilegiar el bien común y proteger a sus consumidores o dejarse llevar por la codicia apelando a la libertad para desarrollar actividades económicas cuya única limitación sea no transgredir la moral o las buenas costumbres.
En una investigación del prestigioso diario Wall Street Journal realizada sobre la base de estudios elaborados al interior de Facebook, la red social más grande y poderosa del mundo, encontraron que existía una lista de personajes poderosos a quienes no se les aplicaba las reglas de conducta y por lo tanto no se bajaban los posteos ni se suspendían sus cuentas. Facebook evitaba así la mala publicidad de censurar a un poderoso y generaba tráfico o visualizaciones.
Famoso es el caso del futbolista Neymar que respondió a una acusación de violación publicando en su WhatsApp imágenes y textos íntimos sin consentimiento y que posteriormente fueron replicadas en Facebook e Instagram. Tuvieron 56 millones de visualizaciones antes de ser bajadas de la red.
Los documentos internos de Facebook también revelaron el daño que Instagram está causando en la salud mental de millones de jóvenes alrededor del mundo. Instagram es tóxico para una de cada tres jóvenes con efecto sobre desórdenes alimenticios, ansiedad, depresión y suicidios. Aun cuando estos resultados fueron generados por la propia empresa, Instagram se defendió señalando que la red hacía más bien que mal.
El Congreso de Estados Unidos ha solicitado conocer los estudios internos realizados por Facebook al igual que lo han hecho académicos y centros de estudio independientes, pero la compañía se ha negado a hacerlo señalando que los resultados no son concluyentes. La respuesta resulta ser la misma que dieron otras industrias en el pasado.
Tomar conciencia de que los riesgos de la adicción a la pantalla en niñas, niños y jóvenes es determinante para su futuro es una excelente oportunidad para que el problema sea abordado en los procesos políticos que estamos viviendo en Chile. La pantalla requiere regulación.
En Fundación Semilla creemos que la autorregulación o la regulación por parte del Estado es imprescindible, pero no suficiente. Se necesita rediseñar la educación formal y familiar ofreciendo alternativas constructivas y entretenidas. Como testimonio personal puedo señalar que el viento primaveral que sopló el fin de semana de fiestas patrias, nos permitió elevar un gran cometa junto con mis nietos. Todos disfrutamos y estuvieron alejados de la pantalla durante toda una tarde. Regulación y creatividad nos da esperanza en la tarea de prevenir la adicción a la pantalla.