Recta final para choque en Congreso peruano entre Gobierno y oposición
El Consejo de Ministros de Perú, presidido por Guido Bellido, comenzó a definir los detalles finales de su crucial presentación del jueves de la próxima semana ante el Congreso, en medio del golpe de la salida del canciller Héctor Béjar
Por Gonzalo Ruiz Tovar, desde Lima
El Consejo de Ministros de Perú, presidido por Guido Bellido, comenzó a definir los detalles finales de su crucial presentación del jueves de la próxima semana ante el Congreso, en medio del golpe de la salida del canciller Héctor Béjar, quien cayó entre presiones de la oposición política y de la prensa, a las que se sumaron esta vez a su manera las Fuerzas Armadas, específicamente la Marina.
El panorama no es cómodo para Bellido y los miembros del primer equipo del presidente de izquierda Pedro Castillo: si las cosas salen mal, podría ser su última semana en funciones, pues sin el voto de confianza de un Congreso en el que la oposición es mayoría se tendrán que ir obligatoriamente a sus casas.
En ese marco, el escenario luce impredecible, según comentaron a Télam los politólogos José Alejandro Godoy y Roger Santa Cruz.
Por estos días, todos los actores y observadores de la política peruana hacen cuentas para ver si el Gobierno obtendrá los al menos 66 votos (de 130) que necesita para pasar la prueba o si será la contraparte la que alcance ese número para llevarse un primer triunfo.
«Hay dos factores: por un lado, el Gobierno está afectado por sus propios errores, los que le han hecho perder la base de apoyo que pudiera haber tenido. Por otro, hay un sector de ultraderecha que tiene intención de polarizar y derrocar al Gobierno lo más pronto posible. Las extremas están nutriéndose mutuamente y están devorando al centro», resumió Godoy, doctor en Ciencia Política y autor del exitoso libro «El último dictador», sobre la vida y obra de Alberto Fujimori.
«(El escenario) está bastante cerrado: Las fuerzas más recalcitrantes de la derecha quieren mantener la hegemonía política. Están buscando la ‘vacancia’ (la destitución de Castillo)», señaló por su lado Sana Cruz, miembro de las nuevas generaciones del análisis político en Perú.
Además, admitió que también se han generado situaciones potencialmente «insostenibles», como la que llevó a la renuncia de Béjar, el primer trofeo que se cobró el accionar opositor.
El partido de Castillo, Perú Libre (PL), tiene 37 congresistas, y su único aliado en el Congreso, Juntos Por Perú, también de izquierda, cinco. Es decir, el oficialismo parte con 42 votos. En la derecha más dura están los 24 parlamentarios de Fuerza Popular (FP), los nueve de Renovación Popular (RP) y seguramente los 10 de Avanza País. Así, en teoría –en la política peruana nunca se pueden descartar las sorpresas- el «no» a la moción de confianza podría arrancar con hasta 43 fijos.
El resultado, así, dependería del camino que tomen los cinco congresistas del partido de derecha Podemos Perú (PP), los 31 de los partidos de centroderecha Acción Popular (AP) y Alianza Para el Progreso (APP) y los 9 de los de centro Somos Perú (SP) y Partido Morado (PM).
FP ya en otras ocasiones logró acuerdos con Avanza País, AP, APP y PP –por ejemplo para negarle a PL la presidencia de comisiones parlamentarias claves- y SP y el PM son críticos con el Gobierno, pero con apertura. RP suele jugar solo pese a su comunión de intereses con FP.
FP y RP, de los excandidatos presidenciales Keiko Fujimori y Rafael López Aliaga, así como la mayoría de congresistas de Avanza País, ni siquiera reconocen el triunfo electoral de Castillo e insisten en que hubo un fraude para el que no han presentado pruebas y que ha sido negado por la comunidad internacional, que siguió el proceso con observadores.
Día a día, por Lima, e incluso con timidez por otras ciudades, desfilan grupos de personas que rechazan el «régimen comunista» y piden la «vacancia». No llevan distintivos de partidos, pero sus contradictores aseguran que son movilizados por el fujimorismo y que se trata de una estrategia estudiada que nada tiene de espontánea.
Ese marco de hostilidad y desconfianza con que fue recibido el Gobierno de Castillo halló más combustible en el nombramiento de Bellido, exponente de la «línea dura» de PL, a la que sus críticos acusan de ortodoxa, extremista, beligerante y contraria a los acuerdos.
En ese sector, además, emerge la figura del líder del partido autoproclamado marxista-leninista, Vladimir Cerrón, un neurocirujano condenado por corrupción a quien la oposición percibe como el poder detrás del trono.
Si el voto de confianza pasa, Bellido quedará listo para empezar a gestionar a fondo de la mano con Castillo, pero con la amenaza, ya expuesta por RP, de que se buscará destituir a través del Congreso a los ministros uno por uno.
Por otro lado, si el gabinete es censurado, habrá uno nuevo pero en medio de un factor adicional: el jefe de Estado puede cerrar el Congreso si le derriban un segundo equipo, lo que, se da por hecho, agudizará el conflicto.
Eso implica que a la guerra que atemoriza y cansa a los ciudadanos no se le vislumbra fin: «Es verdad que el Gobierno de Castillo comete errores graves a la velocidad del vértigo, pero es verdad también que si esos errores no se cometieran, la derecha mediática y parlamentaria los inventaría», comentó el influyente periodista César Hildebrandt.
«A la derecha lo que le interesa es la ‘vacancia ya’: que se largue esa ‘cholería’ intrusa (por la condición de representante de los pueblos originarios del nuevo Gobierno). Y resultó que Castillo, víctima de una campaña inmunda, empezó a meter la pata desde el principio. No entendió que él era la historia viva, la oportunidad milagrosa», añadió Hildebrandt, para quien la oposición radical «ha iniciado la cuenta regresiva» hacia la caída del profesor quechuaparlante.