Reconfiguración interna del movimiento talibán, clave del retiro de EEUU de Afganistán
Además del rol clave que tuvo Pakistán para formar milicias, hubo otros dos factores de relevancia para el reordenamiento talibán: la superación del conflicto étnico entre los talibanes y el poco interés del Gobierno afgano a la hora de integrar a los sectores conservadores.
Por Javier Peverelli
La segunda etapa de Gobierno talibán, que se puso en marcha a pleno hoy con la salida de Estados Unidos del país y la toma del control del aeropuerto de Kabul, es el corolario tras 20 años de intervención en el que los islamistas radicales lograron reconfigurar su movimiento para reconquistar el poder a sangre, fuego y alianzas, en un nuevo escenario en el que Afganistán aparece por el momento sumido en la incertidumbre.
Un mes después de los atentados a las Torres Gemelas de 2001 comenzó el fin del primer régimen talibán y empezó la guerra más larga de la historia de EEUU: la invasión a Afganistán.
«Los talibanes fueron desalojados del poder en 2001 como consecuencia de los ataques del 11 de septiembre. EEUU entendió que Osama Ben Laden estaba bajo el cobijo del régimen talibán y actuó», dijo a Télam el doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid José Miguel Calvillo Cisneros.
Marcando distancia con el talibán, los gobiernos afganos de los últimos 20 años hicieron de la lucha por los derechos de las mujeres una de las banderas más flameadas: de estar prohibido transitar por la vía pública sin un familiar varón cerca o no poder trabajar ni estudiar, las mujeres pasaron a ocupar posiciones antes impensadas en los medios de comunicación, la política y la justicia.
Sin embargo, Estados Unidos no combatió al talibán solo en los planos social y cultural.
«Poco se dijo sobre la escalada de violencia en Afganistán. En 2007-08 la situación se volvió insostenible y la forma de combate estadounidense, mediante ataques aéreos, fue cada vez más impopular dada la alta tasa de muertes de civiles», detalló a Télam la máster en Estudios Estratégicos Internacionales de la Universidad Federal de Río Grande del Sur Cassiana Borilli Dini.
Por esa razón, «la administración Obama aumentó sustancialmente las tropas en 2009, para cambiar la estrategia a combate terrestre», aunque los talibanes «se mantuvieron fuertes en el interior», afirmó la académica brasileña.
Mientras tanto, el talibán comenzó un proceso de reorganización de sus fuerzas con el objetivo de volver a levantar su bandera blanca y negra en Kabul, la capital del país.
«Los talibanes se fueron a las montañas, a sus escondites. Estaban esperando su momento», detalló Calvillo.
Una de sus guaridas fue Pakistán, «donde encontraron un refugio en el que el grupo tenía más seguidores», y donde «el servicio de inteligencia y el Gobierno militar de Pakistán fueron los creadores de las madrasas (escuelas religiosas) que luego alfabetizaron y educaron a los talibanes», indicó Borilli.
Además del rol clave que tuvo Pakistán para formar milicias, hubo otros dos factores de relevancia para el reordenamiento talibán: la superación del conflicto étnico entre los talibanes y el poco interés del Gobierno afgano a la hora de integrar a los sectores conservadores.
«En estos 20 años han combatido, han usado la guerra de guerrillas, y métodos terroristas. Tienen más fuerza que en los ’90. Consiguieron una unificación de distintas familias, no sólo pastunes, sino también de otras etnias para conseguir el poder», detalló el español Calvillo.
En Afganistán conviven poblaciones muy diversas, con distintas etnias, lenguas, religiones y conductas, motivo de desencuentros y guerras civiles, donde la nación «estará compuesta por los Pastún, Tayiko, Hazara, Uzbeko, Turcomano, Baluch, Pachaie, Nuristani, Aymaq, Árabe, Kirghiz, Qizilbash, Gujur, Brahwui y otras tribus», según detalla su Constitución, ratificada en 2004.
Por su parte, la académica brasileña puntualizó sobre el otro factor que favoreció el avance talibán: EEUU quiso imponer un modo de vida en sociedad muy diferente al que pregonan algunos sectores de la población, sobre todo las facciones más conservadoras como los talibanes, pertenecientes en su mayoría a la etnia pastún, que representa al menos el 50% de los afganos.
«El proceso de pacificación iniciado en la década del 2000 excluyó los intereses de varios grupos y prohibió la entrada de los talibanes en el proceso político del país. El camino democrático se construyó artificialmente, se reflejó en una realidad occidental que no coincide con la afgana y se diseñó para evitar el surgimiento de algunos movimientos, como los talibanes», explicó la especialista.
«Es imposible pacificar a un país tan diverso marginando a los actores clave en el proceso», añadió.
A partir de 2010, y pese a ser uno de los años de mayor despliegue de tropas estadounidenses en suelo afgano con un total de 100.000 hombres, según datos oficiales de la Casa Blanca, el movimiento talibán comenzó a tomar fuerza.
«Desde 2010 existe un entendimiento por parte de EEUU de que era necesario iniciar un diálogo con el grupo para poner fin a los combates y comenzar la posible salida de las tropas internacionales de Afganistán», afirmó Borilli.
Con las huellas de los soldados estadounidenses en retirada, aparecen en escena dos adversarios antagónicos entre sí y también contrarios al talibán: el Frente Nacional de Resistencia (FNR) y el Estado Islámico de Khorasan (EI-K).
En este escenario, los talibanes pivotean entre el extremismo de la agrupación yihadista EI-K de un lado, responsable de los atentados de los últimos días en Kabul, y del otro, la posición pro estadounidense del FNR, antes llamada Alianza del Norte, de rol fundamental en la invasión de 2001.
Para los académicos consultados por Télam, el foco está en si el movimiento talibán, ya sin tropas extranjeras a la vista, logrará mantener su cohesión y establecer un Gobierno estable.
«Los próximos movimientos del grupo demostrarán si se ha superado la rivalidad étnica, más aún dentro de esta nueva retórica ‘moderada'», precisó Borilli.
Por su parte, Calvillo se preguntó «cómo van a gestionar esas alianzas a partir de ahora», y esbozó una salida al conflicto: «el rol de las potencias occidentales debería ser el de pactar con los talibanes y canalizar ayuda a cambio de un respeto aceptable de los derechos humanos».(Télam)