Chile y las medallas: cuando la estatura importa

Por Camilo Aranda Colón, ingeniero

Las olimpiadas terminaron nuevamente con ninguna presea para el “Team Chile”.

Cada cuatro años ( o 5 en este caso) vemos un marcado y temporal interés en las numerosas disciplinas olímpicas, esto siempre acompañado con la típica pregunta ¿por qué, Chile, siendo un país relativamente más desarrollado que sus vecinos no puede armar un equipo realmente competitivo? Luego, afloran las críticas contra deportistas y federaciones, culpando a la escasa preparación o la falta de la misma, reclamando, además, por las numerosas participaciones que en la mayoría -simbólicas-, están destinadas a que aquellos que se dedicaron a la actividad puedan tener un cierre a sus procesos de preparación.

Esta reflexión no pretende juzgar, en lo absoluto, ya que carezco de cualquier competencia para ello. Menos aún olvidar que cualquiera que clasifica está dentro de un nivel superlativo en su materia (es otra discusión si un país está dispuesto o no a gastar recursos en apoyarlos). La idea de esta reflexión es simplemente destacar hechos que son bastante objetivos y de alguna manera lograr que -en el futuro- nuestras expectativas sean racionales.

Los deportes olímpicos, en general se pueden dividir en algunas pocas aptitudes, por ejemplo, agilidad, fuerza, destreza, altura, contextura y resistencia. No son excluyentes. Tampoco corresponde a un listado técnico ni científico es simplemente una apreciación. Estos atributos se ponen a prueba en juegos/deportes/competencias que las requieren en cierta o gran medida para garantizar algún éxito. Claro, no hay que desconocer que dominarlas implica mucho trabajo técnico y que finalmente repercute de gran manera en el resultado, pero de poco sirve -por ejemplo- el mejor jugador técnico de basquetbol si es que mide 1,5 metros. Aquí, más de alguno, saldrá con un “contra ejemplo”, pero como se dice, la excepción confirma la regla.

Ahora, ¿qué pasa con Chile? Lamentablemente debido a su composición genética no destaca de forma importante en ninguno de los elementos que tienden a evaluarse en los juegos olímpicos. Esto, aclaro, no es una crítica a las características, es lo que es: la población mestiza producto de los genes de pueblos originarios y españoles creó una media con estatura más bien baja, con una complexión de normal a gruesa, cuyos rasgos no proporcionan ventaja en casi ningún deporte, puesto que la mayoría ponderan mucho la altura, la complexión delgada o la robusta (que vemos por ejemplo en la raza negra o en algunas partes de Asia Central).

Si comparamos a los países de la región, como Argentina y Uruguay que tienen una población más europea, destacan en deportes que requieren de esta envergadura: Básquetbol, Handball, Vóleibol y Natación, Rugby; por su parte, países con mezcla de raza negra tales como Ecuador, Colombia, Brasil, Venezuela y de América Central, en general tienen sus especialidades relativas a esa fuerza, aceleración y explosividad que les proporciona dicha carga genética. Estados Unidos con su multiculturalidad destaca en muchas pruebas, pero si ponemos lupa en aquello, veremos apellidos asiáticos en sus áreas de gimnasia y natación, atletas negros en competencias de atletismo, etc.

En la región la diferencia resulta evidente, Chile, con 13 medallas, Perú con 4, Paraguay con 1 y Bolivia con 0, todos comparten un fuerte componente indígena local mezclado con europeo, con menos presencia de raza negra.

Quizás como una conclusión, Chile debería apelar a lo técnico, y más aún, a disciplinas que requieran algún implemento, ya que esto tiende a nivelar la competencia restando importancia a aquello físico y compensándolo con el entrenamiento, la práctica y el dominio de dicha extensión. De hecho, si lo miramos para atrás, queda claro, porque ahí nos va mejor. Golf, Tenis, Esgrima, Remo, Tiro, Ping-Pong, Salto Ecuestre, Tiro con Arco han sido algunas de las disciplinas en las que Chile ha sido más constante.

Hay que destacar que los juegos olímpicos han incorporado cada vez más disciplinas lo que ha ido equilibrando un poco las cosas, ya que muchas de los nuevos deportes tienen menos relación con características propias del individuo, ej: break dance, skate, surf, etc.

Por supuesto siempre se puede esperar a que alguna persona que tenga las características adecuadas aparezca (Ej.: Tomás Gonzalez, Kristel Köbrich), pero la ley de los números implica que es improbable y pasarán siempre a ser excepciones, esto simplemente se remite a que un país de 19 millones no tiene un volumen necesario para apostar por esta estrategia. La última opción, es simplemente entender el deporte como desarrollo humano, pero en cuyo caso no se le puede pedir más de lo que tradicionalmente ha dado.

(Chile obtuvo su primera presea olímpica, una de plata, en Ámsterdam 1928.A partir de entonces, en los Juegos Olímpicos, ha sumado un total de trece medallas —dos de oro, siete de plata y cuatro de bronce— obtenidas en seis deportes olímpicos: atletismo, boxeo, equitación, fútbol, tenis y tiro).​

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El Periodista