Cayeron en poder de los talibanes otras tres capitales provinciales de Afganistán

Se trata del más importante avance de la ofensiva militar de los talibanes lanzada en mayo pasado, ante la retirada de las fuerzas internacionales, que deberá completarse el 31 de agosto.

Kunduz, Sar-e-Pul y Taloqan, todas en el norte de Afganistán, cayeron hoy en poder de los talibanes, y de ese modo suman cinco las capitales provinciales afganas tomadas por los insurgentes en tres días.

Se trata del más importante avance de la ofensiva militar de los talibanes lanzada en mayo pasado, ante la retirada de las fuerzas internacionales, que deberá completarse el 31 de agosto.

«Tras feroces combates, los muyahidines, por la gracia de Dios, capturaron hoy la capital de la provincia de Kunduz», anunciaron los talibanes en un comunicado.

«Cayó Kunduz; los talibanes han tomado el control de todos los edificios clave de la ciudad», afirmó el texto.

Kunduz es un gran centro comercial, a unos 300 kilómetros de la capital del país, Kabul, y se halla a unos 50 kilómetros de Tayikistán.

En Sar-e-Pul, «los talibanes rodearon un batallón del Ejército en las afueras de la ciudad» y «todas los demás partes de ésta están bajo control talibán», declaró Mohamad Hussein Mujahidzada, miembro del consejo de la provincia del mismo nombre.

Más tarde, los insurgentes se apoderaron de Taloqan, en la provincia de Tajar, donde las fuerzas de seguridad se retiraron «después de que el gobierno no consiguiera enviar ayuda», según una fuente oficial citada por la agencia de noticias AFP.

Los talibanes se habían apoderado de otras dos capitales de provincia desde el viernes, pero Kunduz -en el extremo norte- suponía su mayor captura desde que los insurgentes lanzaron su gran ofensiva.

Los talibanes tomaron ayer Sibargan, en el noroeste del país y capital de la provincia de Jawzjan, un día después de hacerse con el control de Zaranj, en el sudoeste, capital de la provincia de Nimroz, cerca de la frontera con Irán.

«Es el caos total», afirmó a AFP Abdul Aziz, un residente del centro de Kunduz.

Desde mayo, los rebeldes se apoderaron de vastas zonas rurales y puestos fronterizos clave en un ataque relámpago pero ahora centran su ofensiva en las grandes ciudades, como Kandahar y Herat, segunda y tercera del país, además de Kunduz, rodeada por los talibanes desde hace semanas.

El activista Rasikh Marof informó ayer a la agencia francesa que los combates estallaron la noche de viernes en el centro de la ciudad.

A fines de junio, los talibanes conquistaron los distritos que rodean Kunduz y el importante puesto fronterizo de Shir Khan Bandar, que linda con Tayikistán, un eje neurálgico para las relaciones económicas con Asia central.

El Ministerio de Defensa afirmó que las tropas gubernamentales estaban intentando retomar zonas clave de Kunduz.

«La caída de Kunduz es verdaderamente importante, pues liberará a un gran número de combatientes talibanes, que podrán ser movilizados a otros lugares del Norte», señaló Ibraheem Thurial Bahis, consultor del gabinete International Crisis Group (ICG).

En las redes sociales se publicaron imágenes este fin de semana de lo que parecían ser prisioneros talibanes liberados en las ciudades que los insurgentes acababan de tomar.

La situación evidencia la derrota de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, que hace 20 años invadieron Afganistán para derrocar a los talibanes en el marco de la «guerra al terrorismo» lanzada por Washington tras los atentados de 2001 a las Torres Gemelas y el Pentágono.

Muchos afganos viven con temor el espectro de un retorno al poder de los talibanes, que gobernaron Afganistán entre 1996 y 2001 imponiendo un severo régimen islámico, antes de ser expulsados por una coalición internacional liderada por Estados Unidos.

El acuerdo firmado en febrero de 2020 en Doha por los talibanes con Washington, que previó la retirada de todos los soldados extranjeros de Afganistán, les impedía -al menos teóricamente- a los insurgentes llevar a cabo ataques en las grandes ciudades afganas.

Pero ahora, ante los avances de los insurgentes en las grandes urbes, Estados Unidos, que culminará su salida de Afganistán a finales de agosto, intensificó sus ataques aéreos.

Esta semana, poco antes de iniciar la toma de las capitales provinciales, los talibanes habían reivindicado el asesinato del jefe de comunicación del Gobierno afgano, tras haber advertido que llevarían a cabo operaciones contra altos cargos en respuesta a la intensificación de los bombardeos.

La rápida ofensiva talibán suscitó preocupación internacional. Esta semana durante una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, la emisaria de la ONU en Afganistán, Deborah Lyons, instó a los talibanes a «cesar» esos «ataques contra las ciudades».

Además, Lyons pidió al Consejo que lance una advertencia «inequívoca».

En tanto, el Gobierno afgano sigue desplegando sus fuerzas aéreas contra las posiciones talibanas.

Mientras combate a los talibanes, el Ejército debe también encargarse de evacuar a los ciudadanos de las capitales provinciales con presencia de los talibanes.

El conflicto armado en Afganistán causó la muerte de 1.659 personas y dejó heridos a otros 3.524 en los primeros seis meses de 2021, según la Misión de Asistencia de la ONU en este país (Unama, por sus siglas en inglés).

El número de víctimas aumentó en un 47% en relación con el primer semestre de 2020, revirtiendo la tendencia a la baja de los últimos cuatro años.

Un 41% de estas víctimas fueron resultado de incidentes relacionados con artefactos explosivos -sin contar los ataques suicidas- y municiones remanentes de la guerra. (Télam)

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El Periodista