Convención constitucional: impugnación y expectativas

Por Marco Moreno, Director Escuela de Gobierno y Comunicaciones, UCEN

No cabe duda que en la previa de la instalación de la Convención Constitucional el próximo 4 de julio se ha impuesto hasta ahora la faz agonal de la política caracterizada por la contienda y la lucha por el poder.

Dos tensiones se han expresado en estas horas previas. Por una parte, una cierta pulsión impugnadora parece estarse evidenciado en diversas acciones desplegadas por varios convencionales. Desde el cuestionamiento a la injerencia gubernamental o de otros poderes del Estado hasta cuestiones de forma dan cuenta de la energía impugnadora de lo viejo frente a la legitimidad de lo que está por nacer. De este animo refundacional han estado impregnados los más de 23 comunicados de distintos agrupamientos a la interna de los convencionales tomando posición sobre diversos temas.

Este efecto impugnador se enfrenta a una segunda pulsión referida a la gestión de las altas expectativas que la ciudadanía a depositado en este proceso. La impugnación tiene un límite, y éste está dado por el riesgo de sobregirarse defraudando y amenazando las expectativas sobre los resultados del proceso.

Lo positivo es que la energía del proceso constituyente será encauzada más temprano que tarde por el predominio de la faz arquitectónica caracterizada por la construcción de acuerdos para conseguir resultados. Para esto se requiere respetar las reglas del juego, Estas posibilitaran que los convencionales —a pesar de la diversidad y fragmentación— estén condenados a entenderse y obligados a no defraudar los resultados que la gente ilusiona, a pesar de su frustración reiterada con la política y los políticos. Resultados en la palabra que encumbrará o hundirá la Convención Constitucional.

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El Periodista