Por Miguel Ángel Rouco
Los ministros de Finanzas del G7 -que agrupa a Canadá, Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido- alcanzaron hoy un acuerdo para fijar las bases de un nuevo sistema fiscal internacional, mediante la instauración de un impuesto mínimo global del 15% para las grandes corporaciones multinacionales.
El ministro de Finanzas británico, Rishi Sunak, confirmó hoy el pacto logrado por los ministros reunidos en Londres, y explicó que busca construir un campo de juego equilibrado para las empresas globales.
En este sentido, Sunak destacó que “tras años de debate, los ministros de Finanzas del G7 han alcanzado un acuerdo histórico para la reforma del sistema fiscal global para que se ajuste a la era digital global», según informó la cadena británica BBC y reprodujo DPA.
La iniciativa es «para ajustarse a la era digital global, pero sobre todo para garantizar que las empresas adecuadas paguen los impuestos adecuados en los lugares adecuados y ese es un premio enorme para los contribuyentes británicos», sostuvo Sunak.
De este modo, a pesar de que el G7 no tiene un papel formal en el proceso de discusión de la nueva fiscalidad internacional, un pacto en el seno de este grupo supondría un poderoso impulso para alcanzar un acuerdo en las negociaciones formales que se están desarrollando al respecto en el G20 y en la OCDE.
La propuesta del Presidente Joseph Biden para sancionar un impuesto a las ganancias del 15% para las grandes corporaciones, persigue el doble objetivo de frenar la fuga de las rentas a terceros países y por otro lado financiar proyectos de infraestructura.
La iniciativa de Biden pretende dejar de lado los planes para aumentar las tasas impositivas corporativas hasta un 28% y, en cambio, sancionar una tasa impositiva mínima del 15% destinada a garantizar que todas las empresas paguen impuestos en el país, según manifestaron fuentes de la Casa Blanca a medios internacionales.
Este proyecto apunta a una doble negociación. Por un lado, Biden busca que la iniciativa, con una menor tasa de imposición, sea un atractivo para los legisladores republicanos y permita aprobar los planes de la Casa Blanca para financiar sus proyectos de infraestructura.
Por otro lado, el mandatario norteamericano buscará el apoyo de sus pares del Grupo de los 7 durante las próximas negociaciones que se celebrarán la próxima semana en Londres, del 11 al 13 de junio.
En principio, la iniciativa planteada en el G-7 ha permitido desbloquear las negociaciones por un impuesto extraordinario que estaban estancadas desde hace tiempo.
Paralelamente, en París, en el marco de una convocatoria realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se está debatiendo la aplicación de un impuesto extraordinario a las grandes corporaciones para poder financiar los gastos derivados de la pandemia de Coronavirus.
La propuesta Biden busca terminar con la carrera de las empresas por tributar en los países con impuestos bajos.
Las negociaciones fiscales en París se centran en dos pilares: uno es un mínimo global para evitar que las empresas multinacionales utilicen complejos esquemas legales y contables para trasladar las ganancias a países con impuestos bajos donde hacen poco o ningún negocio. El segundo es encontrar una manera de gravar a las empresas, en particular las grandes tecnológicas que pueden obtener beneficios en países donde no tienen presencia física y, por lo tanto, no pagan impuestos.
Otro de los objetivos de Biden es que los países del G-7 unifiquen la aplicación del gravamen para evitar iniciativas aisladas como la de Francia que ya aplica un impuesto digital a las ganancias de las tecnológicas. Washington quiere que se aplique el impuesto no sólo a las tecno sino a cualquier empresa, para no hacer foco sólo en las digitales.
Con este tributo, Biden busca financiar un ambicioso plan de obras públicas por un billón de dólares y al mismo tiempo frenar la salida de rentas que son remesadas por las grandes corporaciones hacia refugios fiscales con menor tributación.
Para la administración demócrata, la tasa del 15% ayudará a disuadir la elusión de impuestos en el país porque sólo se aplicaría a las ganancias obtenidas en el exterior, siempre que esas ganancias no fueran gravadas en el extranjero.
El ambicioso plan de Biden se financiaría con unos 700.000 millones de dólares de la aplicación intensificada de los impuestos existentes, 200.000 millones de dólares, por poner fin a una exención de impuestos sobre las ganancias de capital en grandes herencias y otros 75 mil millones de dólares provenientes de recursos destinados a la Covid-19 pero no gastados. El resto llegaría por la aplicación del 15% a las ganancias corporativas. (Télam)