Irán elige mañana presidente y los pronósticos apuntan a un retorno de los conservadores
La primera señal del retorno conservador apareció el año pasado, cuando los llamados principalistas, los sectores considerados más duros y cercanos al ayatollah Ali Khamenei, el máximo líder de la República Islámica, de 82 años, arrasaron en las elecciones legislativas.
Por María Laura Carpineta (Télam)
Está todo listo en Irán para que mañana se elija presidente entre solo cuatro candidatos, con un claro favorito conservador y pronósticos que coinciden en que la elección sellará el fin de la era reformista de los últimos ocho años y su fracaso para convertir el acuerdo nuclear en una vía de recuperación económica que facilite también una mínima distensión de las reglas sociales de la República Islámica.
Hace ocho años, la victoria del presidente saliente Hasan Rohani había generado esperanza entre las multitudes de iraníes que apenas cuatro años antes habían denunciado fraude en las calles tras la derrota del reformista Mir Hossein Mousavi y habían sufrido una cruenta represión.
En 2015, apenas dos años después de asumir, Rohani parecía cumplir con esas expectativas al firmar un acuerdo nuclear con las potencias mundiales que eliminaba la sospecha de Estados Unidos y Europa de un posible desarrollo nuclear militar y ponía fin a las sanciones que asfixiaban la economía. Miles de iraníes salieron a las calles a festejar.
Pero con la asunción de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y su decisión unilateral en 2018 de abandonar el acuerdo nuclear, pese a que los auditores internacionales sostenían que Irán estaba cumpliendo su parte, el plan de Rohani se derrumbó: el rial entró en una espiral de devaluación, los bienes básicos importados se fueron por las nubes y empujaron una nueva temporada inflacionaria.
En julio de 2015, con un dólar se podían comprar 32.000 riales; hoy, 238.000, y algunos elementos de la canasta básica aumentaron hasta un 90%, en paralelo a un sistema de ayudas estatales que no logra cubrir estos aumentos y que difícilmente pueda ampliarse mucho, luego del derrumbe del 6,5% del PBI en 2020, empujado por las restricciones de la pandemia pero también por la caída de casi el 39% del producto del sector petrolero del país.
El boicot de Trump al acuerdo nuclear no solo generó una profundización de la crisis económica que Rohani pretendía resolver, sino que además su retórica beligerante y la imposición de nuevas sanciones mientras el Gobierno reformista intentaba mantenerse dentro del acuerdo para conseguir inversiones y ayudas de Europa, alimentaron las críticas de los conservadores, que fueron socavando de a poco al presidente y la primera minoría reformista del congreso.
La primera señal del retorno conservador apareció el año pasado, cuando los llamados principalistas, los sectores considerados más duros y cercanos al ayatollah Ali Khamenei, el máximo líder de la República Islámica, de 82 años, arrasaron en las elecciones legislativas: recuperaron todas las bancas de Teherán, la capital que había apostado por los reformistas en 2016, y acumuló 221 de los 290 escaños.
Los factores que explicaron el resultado fueron varios: la debacle económica y la falta de planes para salir de la crisis, nuevas represiones de protestas, el derribo por error de un avión comercial en el que viajaban muchos estudiantes y que al principio las autoridades habían negado, y finalmente, la descalificación masiva de candidatos reformistas.
Irán es una República Islámica desde 1979 y, aunque tanto su Poder Ejecutivo y el Legislativo son elegidos en las urnas, un órgano llamado Consejo de Guardianes decide qué candidatos pueden participar en las elecciones y, además, el Líder Supremo, actualmente el ayatollah Khamenei, tiene la última palabra del Estado y puede revertir decisiones de ambos poderes.
El año pasado, el Consejo de Guardianes, compuesto por seis expertos en el islam designados por el ayatollah y seis juristas designados por el Poder Judicial y aprobados por el congreso, rechazó en mayo la mayoría de las candidaturas reformistas y varias conservadoras de alto perfil: Sólo siete de las 592 candidaturas fueron aprobadas, uno de ellos exjefe de la Guardia Revolucionaria y uno de los imputados por la Justicia argentina por el atentado contra la AMIA, Mohsen Razaei.
El veto de cientos de precandidatos desató un repudio inusualmente generalizado en Irán, incluso desde adentro del Consejo de Guardianes. Hasta el favorito, el conservador y exjefe de la Autoridad Judicial Ebrahim Raisi pidió públicamente que se revea la decisión para que la elección sea «más competitiva», reprodujo la cadena de noticias Al Jazeera.
Ayer, a solo dos días de las elecciones y aún con un clima tenso por la escueta selección de candidatos, tres presidenciables que habían conseguido la luz verde para competir se bajaron.
El dato más relevante fue la salida de Mohsen Mehralizadeh, quien fue vice del primer presidente reformista, Mohamed Khatami, una decisión que buscó reforzar la única candidatura de este campo político que competirá mañana en las urnas: el extitular del Banco central Abdul Nasser Hemmati, el dirigente que en los debates de la campaña advirtió que no hay cómo pagar todas las propuestas del favorito Raisi.
Sin embargo, dado que no han habido cambios profundos en el último año excepto una nueva negociación nuclear sin efectos inmediatos y una gestión de la pandemia muy cuestionada con más de 82.000 muertes y tres millones de casos, es muy posible que se repita el clima de apatía y decepción de las legislativas de 2020, cuando se registró la participación más baja desde 1979 con poco más de un 42%.
Mañana, más de 59 millones de iraníes están habilitados para votar y el Gobierno amplió el horario para evitar concentraciones por la pandemia: de 7 de la mañana del viernes (23.30 del jueves hora argentina) a las 2 de la madrugada del sábado (18.30 del viernes hora argentina).
Pero los repetidos llamados de boicot electoral desde adentro y fuera del país alimentan también la preocupación de una baja participación, especialmente dado que el 60% de los 85 millones de habitantes de Irán tiene menos de 30 años y pertenece a una de las generaciones más decepcionadas por el horizonte político, económico y social actual.