Hace 30 años moría Stan Getz, el referente del saxo que popularizó la bossa nova a nivel mundial

Al momento de informar su muerte, los diarios de Estados Unidos y Europa lo definieron en sus titulares como "el padre de la bossa nova" y, en algunos casos, "el arquitecto" de ese sonido.

El 6 de junio de 1991, en su casa de Malibú, California, perdía de modo definitivo a los 64 años su larga lucha contra un cáncer Stan Getz, el gran referente estadounidense del saxo al que desde muy joven apodaron «The Sound» (El Sonido) por su personal toque y que, además, alcanzó un particular relieve en América Latina por haber popularizado al tradicional ritmo brasileño bossa nova en todo el mundo.

Así ocurrió, en primer lugar, a partir del disco «Jazz Samba», registrado junto al guitarrista Charlie Bird en 1962, en el que abordó composiciones de ese género; y luego, por el trabajo conjunto de 1964 con Joao Gilberto, considerado uno de los álbumes más importantes en la historia de la bossa nova.

Sin embargo, aunque su nombre quedó asociado para siempre a esa tumultuosa unión con el hombre que simboliza la voz y la guitarra en la bossa nova, Stan Getz ya contaba para entonces con un ilustre camino recorrido en el que aparecían nombres de peso, como los de Benny Goodman, Charlie Parker, Oscar Peterson, Horace Silver y Roy Haynes, entre otros.

En tal sentido, el músico que se decidió por el saxo tenor luego de haber estudiado contrabajo y fagot, militó en grandes orquestas, como las del mencionado Goodman, para luego volcarse a los quintetos con piano, guitarra, batería y contrabajo, en donde lideró combos junto a Silver u otros que alineaban a figuras como Parker.

Más allá de esto, lo cierto es que cuando el saxofonista, nacido en Filadelfia, pero criado en Nueva York, abrazó la música brasileña, recuperó terreno perdido en popularidad ante el lógico encandilamiento del público por la aparición de John Coltrane y por su estancia entre 1958 y 1961 en Dinamarca, en un intento por escapar de las drogas.

«Fue un músico con mucha personalidad y a la hora de tocar eso se nota. Stan Getz trasmitía esa seguridad y esa búsqueda, pero con mucha calma. Sus solos eran rapidísimos pero con una calma increíble. Algo muy difícil de lograr», lo definió su colega local, la saxofonista Yamile Burich.

La artista destacó que escucharlo tocar «te cambia el eje de cómo tocar» y puntualizó lo «sutil» de su sonido, del que destacó que «es como que se salió de la época», más allá de tomar cosas de su admirado Lester Young.

Un viaje del guitarrista Charlie Bird a Brasil fue el primer paso para que los nuevos ritmos de moda en el país tropical llegaran a oídos del saxofonista, quien encontró allí las cadencias ideales para sus sutiles solos. Claro que no era su primer contacto con la música latina, debido a que en sus primeros años había tocado mambo en la orquesta de Tony de Carlo.

Así llegó «Jazz Samba» –versión del clásico «So danço samba»-, la grabación del disco que llevó ese nombre, un accidentado concierto en el Carnegie Hall de Nueva York, del que participaron las figuras brasileñas de la bossa; y el álbum con Joao Gilberto, del que también tomaron parte Tom Jobim y Astrud Gilberto.

«La bossa nova no pretendía ser un fenómeno musical internacional de Brasil, pero cuando llegó Stan Getz y puso su saxo fue una revolución, y una nueva fusión dentro de esa fusión que ya era la bossa», opinó la cantante brasileña Josi Dias, reconocida referente de ese ritmo.

La vocalista destacó que fue a partir de allí que ese estilo joven, que había nacido «como una forma diferente de cantar el samba tradicional, más accesible, sin vibratos, de una manera casi hablada, ganó el mundo».

Remarcó, además, que «fue ese toque sofisticado de la fusión del saxo del jazz americano con la bossa nova lo que dio origen a lo que muchos llaman el jazz brasileño».

En este punto coincidió Yamile Burich, quien apuntó que el estadounidense «marcó un rumbo al ser uno de los primeros americanos en tocar bossa nova», otro de los aspectos en su carrera en donde subrayó que sigue siendo «el número uno».

La nueva vida musical que Stan Getz había encontrado al descubrir en la bossa la gran plataforma para el lucimiento de su estilo se prolongó en los años siguientes al entremezclarse con una nueva camada de músicos que estaban revolucionando el jazz, como el caso de Chick Corea, Stanley Clarke y Gary Burton, entre otros.

En los años `80 también inició una serie de colaboraciones con el pianista Kenny Barron, con quien registró su último disco, poco antes de morir, cuando ya hacía tres años que venía batallando contra un fatal diagnóstico.

Al momento de informar su muerte, los diarios de Estados Unidos y Europa lo definieron en sus titulares como «el padre de la bossa nova» y, en algunos casos, «el arquitecto» de ese sonido, sin tener en cuenta nombres como los de Vinicius de Moraes, el propio Gilberto o Tom Jobim; ni el extenso recorrido artístico del saxofonista en el jazz. Aquello puede ser interpretado como un acto de ignorancia o una ratificación de su primordial rol en la difusión mundial del género brasileño.

«En Brasil, a los más puristas no les gustó esa idea de fusión porque en la bossa inicial no estaba contemplado que haya un saxo jazzero en el medio, pero agradecemos a Stan Getz que se haya enamorado de la bossa nova y le haya puesto su brillo para que la música brasileña gane el mundo», celebró Josi Dias, a modo de conclusión.

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El Periodista