Castillo mantiene ventaja en conteo oficial de votos en Perú

De acuerdo con el último reporte oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú (ONPE) de las 7,18 (las 8,18 en la Chile), contabilizadas 99.44% de las actas Castillo suma 8.688.930 apoyos (50,505%), y Fujimori 8.515.223 (49,495%).

La candidata derechista Keiko Fujimori pidió al órgano electoral de Perú que anule 200.000 votos ya convalidados en el escrutinio del balotaje presidencial del domingo pasado, que mantenía hoy el estrecho margen de sufragios entre ella y su contrincante de izquierda, Pedro Castillo.

De acuerdo con el último reporte oficial de la Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú (ONPE) de las 7, (las 8 en Chile), contabilizadas 99.13% de las actas Castillo suma 8.791.778 (50,204%), y Fujimori 8.720.337 (49,796%).

«Fuerza Popular está presentando acciones de nulidad de 802 mesas a nivel nacional» ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), anunció a última hora de ayer Fujimori en una conferencia de prensa.

«Si sumamos 802 mesas en las que se han presentado solicitudes de nulidad, que más o menos representan 200.000 votos, y le agregamos las 1.200 actas observadas, que representan 300.000 votos, aquí todavía están en juego 500.000 votos», afirmó la candidata derechista, citada por agencias de noticias y la prensa local.

Sin embargo, el presidente del JNE, Jorge Luis Salas, expresó su sorpresa por la «extraordinaria» solicitud, tras recordar que en las elecciones de 2016 -en las que la propia Keiko perdió por estrecho margen con Pedro Pablo Kuczynski- «solo se presentaron cuestionamientos contra 29 mesas», lo que supone una «diferencia importante» con la situación actual, reportó la agencia de noticias Europa Press.

Al respecto, el diario La República refirió hoy que «el pedido de nulidad se realiza sobre actas ya contabilizadas por los centros de cómputo de la ONPE. Es la primera vez en la historia del país en la que un candidato lleva a cabo un plan de esta naturaleza, con el fin de cambiar el resultado del proceso electoral».

Mientras Fujimori hacía su presentación ante las autoridades electorales, Castillo pidió a sus seguidores «no caer» en las «provocaciones» de su adversaria e hizo un «llamado de paz y tranquilidad», en un mensaje de Twitter.

Asimismo, las Fuerzas Armadas exhortaron a «todos los peruanos» a respetar los resultados del balotaje y reafirmaron su «compromiso de respetar la voluntad ciudadana», en momentos en que circulan en las redes sociales llamados para que los militares impidan que Castillo asuma el poder.

Al igual que en las tres últimas elecciones presidenciales en Perú, casi tan ajustadas como la actual, el conteo oficial demora a la espera de los votos de las remotas zonas rurales y selváticas, así como los del exterior.

Fujimori consigue hasta ahora el 66,48% de los sufragios emitidos en el exterior, con el 91,6% de esas mesas escrutadas.

Pero «remontar esa diferencia va a ser muy difícil, deben quedar más votos por contar en Perú que en el extranjero», según expresó el analista Hugo Otero en declaraciones a la agencia de noticias AFP.

Al cierre de la votación el domingo, Fujimori lideraba el escrutinio pero Castillo se fue acercando hasta aventajarla a medida que avanzó el conteo.

El lunes, la candidata de Fuerza Popular denunció «indicios de fraude» tras ser superada por Castillo.

Los 60 jurados electorales locales iniciaron ayer el lento proceso de revisión de los votos impugnados, procedimiento habitual en todas las elecciones en Perú, y la actual diferencia de un punto porcentual a favor de Castillo contiene todos los votos ya considerados válidos y legales por la ONPE.

Las decisiones de estos jurados deben ser confirmadas por el JNE, el mismo que debe resolver los pedidos de Fujimori.

La ONPE niega la posibilidad de fraudes, lo mismo que la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), que calificó el proceso de normal y transparente.

La incertidumbre se acentúa en un país sumido en convulsiones políticas que condujeron a tener cuatro presidentes desde 2018, tres de ellos en cinco días de noviembre pasado.

La elección volvió a dejar en evidencia no solo la división política en el país, sino también la brecha entre Lima y el «Perú profundo», postergado por siglos y muy golpeado por la recesión económica causada por la pandemia, evaluaron observadores políticos.

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El Periodista