María Kodama: Si Borges no hubiera sido honesto, no hubiera estado con él
"Con la verdad es la única forma de mantener una relación como la nuestra. De lo contrario era imposible" señala la escritora, quien está escribiendo un libro sobre el caudillo argentino del siglo XIX, Juan Manuel de Rosas.
María Kodama aprovecha el tiempo del confinamiento y la cuarentena no solo para poner orden al caos de papeles y sacar fotografías de la pandemia en Buenos Aires, sino que también está escribiendo un libro sobre uno de los enemigos de Jorge Luis Borges y sus abuelos: «el tirano» Juan Manuel de Rosas, de quien el poeta había escrito «famosamente infame/ su nombre fue desolación en las casas, / idolátrico amor en el gauchaje / y horror del tajo en la garganta».
Kodama junto a una amiga que es abogada (y de la que no quiere por ahora revelar su identidad) está escribiendo un libro que se va a llamar «La divisa punzó», con documentación desconocida o poco difundida sobre Rosas.
La última esposa de Borges va a trabajar sobre los diez años que Rosas se escribió con San Martín. El libro se conformará de documentos para decir «la verdad», pero aclara: «No como hicieron conmigo que me la ocultaron, porque desde chica me taladraron diciéndome que Rosas era el monstruo. No es así. En esa época todos eran monstruos y santos (todos somos monstruos y santos), la ética consiste en que lo monstruoso quede aplastado por lo santo y sigas el camino».
Por lo que usted dice, ¿Rosas no era tan monstruoso como sostenía Borges?
Yo le pregunto: ¿Qué hizo Sarmiento? Desde el siglo uno antes de Jesucristo cuando alguien se rinde no se lo ejecuta. Sarmiento hace degollar a todo el ejército del Chacho Peñaloza en su presencia, no conforme con eso le envía de regalo la oreja de su mujer y, todavía no conforme, la lleva presa a San Juan y la hace barrer la plaza encadenada. Están las cartas de los unitarios que le preguntan si está loco, que es una mujer, que la termine. Y además cuando Sarmiento era presidente de la Argentina sucedió la fiebre amarilla y él huyó al campo sin dejar a nadie que gobierne el país. Todos eran santos y monstruos.
Yo sigo adorando a Sarmiento porque trajo la educación, pero veo la parte negativa ¿Por qué tienen que decir de Rosas solo lo negativo cuando no es así? Rosas tiene muchas cosas positivas, muchísimas. No hay que dejarse llevar por una pasión porque siempre es negativo.
¿Cómo surge la idea de escribir este libro con una mirada tan humana de Rosas?
Al leer a Juan Bautista Alberdi se ve la dignidad de Rosas en el destierro de Southampton, se puede entender que el traidor era Urquiza, a tal punto que Alberdi se ofrece a ser abogado, pero Rosas se niega con un abrazo, pero para que Alberdi no pierda el prestigio. El caudillo federal piensa en el otro. Eso es mucho.
Y eso no es todo, Rosas sube al poder por la insistencia del Cabildo, para apaciguar las luchas callejeras entre unitarios y federales. Había propuestas para que vinieran los franceses o los ingleses o hasta que regresaran los españoles y convertirnos en colonias nuevamente. Está todo documentado. Cuando llega el tonto de Lavalle y hace fusilar a Dorrego de una manera innoble, recién ahí Rosas acepta ser gobierno.
¿Incluso durante su gobierno no hubo malones?
Tal cual. Rosas hablaba mapuche y se entendía con los indios, por eso nunca hubo malones cuando él gobernó. Rosas los respetaba y le hablaba en su lengua. Ni con los indios ni con los gauchos tuvo problemas.
Los «colorados del monte» es como él llamaba a sus peones en el campo, después fueron otra historia, se constituyeron en una milicia. La historia tiene que decirse de forma completa. Rosas los educaba y los protegía.
¿Era un hombre preocupado por el otro?
Rosas tenía principios. Cuando una de sus hermanas tiene un hijo con Belgrano, lo anota como hijo de él, para evitar el escándalo de época, pero cuando el chico es grande le cuenta la verdad. Algo maravilloso. Rosas era un maravilloso hombre. Y el chico el resto de su vida firmó «Rosas y Belgrano».
Cuando Borges me decía algo de Rosas yo le contestaba: «El general Quiroga va en coche al muere, Borges» y él me decía: «Bueno, está bien. No hablemos de eso». Yo le insistía: «Yo no hablo, usted me pregunta». Con la verdad es la única forma de mantener una relación como la nuestra. De lo contrario era imposible. Borges también era totalmente sincero, si no hubiera sido honesto y decir lo que realmente pensaba no hubiera estado con él. Jamás.
En América NUNCA ha habido indios.. Colón partió en busca de las Indias, pero llegó a este continente, q años después se le dió dicho nombre por Américo Vespucio un cartografo. Pero a pesar q se aclaró q no se habïa llegado a las «Indias», se insistió en habar de las Indias Occidentales. Lo q es una aberración histórica… y tenemos Cartagena de Indias cuando debiera llamarse Cartagena de América, pero los colombianos siguen aceptando dicho nonbre … Saludos.