Viña Ravanal: un tesoro vitivinícola familiar en los campos de Colchagua

En los campos y bodegas de Viña Ravanal existe una historia de real pasión por el vino. Sus tierras, que se extienden por las zonas de Placilla y Manantiales, pleno corazón del valle de Colchagua, se revelan como un verdadero patrimonio vitivinícola y son trabajadas con especial dedicación bajo la atenta mirada de sus dueños. En ello radica uno de los sellos que, sin duda, marca la diferencia.

Los distingue también el rescate de un privilegiado terroir, dado por viñedos centenarios que casi permanecieron olvidados hasta los tiempos de 1960.

Se trata de una buena mezcla entre suelos pedregrosos, arcillosos, profundos y de origen aluvial, con un microclima de alta oscilación térmica diaria, factores que permiten una lenta maduración de la uva, y con ello, obtener gran concentración y mejor calidad. Procurando además, vides de baja producción, cuya cosecha y selección se hace a mano en una cadena donde el proceso sigue con avanzadas tecnologías y maduración en barricas de roble francés y americano.

El resultado final, vinos de nivel superior, tintos robustos de excelente cuerpo y de gran persistencia, además de blancos elegantes con gran intensidad aromática.

El mérito, sin duda, es de Mario Ravanal, fundador de la viña, y responsable de profesionalizar la labor en estos terruños, alcanzando en el tiempo procesos eficientes para obtener las mejores uvas: sauvignon blanc, chardonnay y semillón, en blancas; y merlot, syrah, cabernet franc, malbec, petit verdot, cabernet sauvignon y carménère, en tintas.

Un niño que amaba la tierra

Nada de lo que ocurre en los campos de Placilla y Manantiales sería posible sin la dedicación de Mario Ravanal Arce, fundador de Viña Ravanal y quien, a sus 94 años, destaca como el enólogo más longevo de Chile.

“Mi vida es el vino, y sin él no hay vida para mí. Es mi pasión, mi primer amor y mientras pueda seguiré junto a él”, afirma Don Mario, cuyo compromiso es tan grande que, a pesar del paso del tiempo, continúa supervisando algunas labores en la elaboración de sus vinos.

Su historia es la de Viña Ravanal. Nació en Ligüeimo, pequeño pueblo agrícola de la provincia de Colchagua, y en el anecdotario familiar figura el relato de la madre, quien aseguraba que su hijo llegó como un regalo del cielo, un día de octubre y, coincidentemente, para su santo.

Desde muy pequeño, ese niño destacó por su inteligencia y perseverancia, además de su especial amor por la tierra, sentimiento que forjó con el ejemplo de su padre, un pequeño agricultor que supo advertir el potencial de su hijo motivándolo siempre a estudiar.

Siendo el mayor de 10 hermanos en una familia de campo, costear los estudios no fue tarea fácil. Es así como, desde muy pequeño, Mario Ravanal se las ingeniaba para obtener algo de dinero, por ejemplo, participando en campeonatos de “bolitas” o haciendo clases de matemáticas.

Claro en sus propósitos, terminada la educación escolar en el Barros Arana de Santiago, se matriculó en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile, egresando con excelencia. En 1960 fue becado para estudiar en el extranjero y llegó a formarse en enología y vitivinicultura con estudios en las universidades de Montpellier y Burdeaux en Francia.

Trabajó por 15 años en el Departamento de Enología del Ministerio de Agricultura y fue jefe del Departamento Enología del Instituto Nacional de Investigación Agrícola, pero decidió dejar su exitosa carrera cuando, en 1964, mientras visitaba a sus padres, se interesó por adquirir un predio cercano a Placilla donde, por entonces, ya habían viñedos antiguos, hoy con más de 100 años de edad. Se iniciaba así Viña Ravanal

Con cerca de 25 personas trabajando en los viñedos, la primera vendimia se llevó a cabo en 1965 y, por entonces, era el mismo Mario Ravanal quien salía a vender en su camioneta la producción. Incansable, día a día volcó en su labor todo conocimiento adquirido, ocupándose de cada etapa de producción, siempre cercano con sus colaboradores y sin descuidar ningún movimiento ni aspecto del negocio, planificando y atento a las oportunidades de un mercado que, a poco andar, llevó por el camino de la venta al extranjero, en un principio de vino a granel, aun cuando a mediados de la década de 1970 también comenzaba a embotellar.

Con el paso del tiempo, y a la par del trabajo en terreno, Mario Ravanal continuó estudiando. Su trayectoria y toda una vida dedicada a las vides, fue reconocida el año 2011 con el premio Ruy Bardosa que entrega la Asociación de Ingenieros Agrónomos y Enólogos de Chile.

Su labor es hoy un ejemplo de perseverancia, dedicación y esfuerzo, deja patente la importancia de dedicar tiempo y cariño a aquello que nos apasiona.

“Mis tres hijos, Carmen Paz, Pía y Mario Sebastián, han continuado mi trabajo aportando juventud, innovación y modernidad a esta empresa. Acogen la ideología de hacer vinos de gran calidad, entendiendo la responsabilidad de ser parte de una familia con tradición vitivinícola y enológica. Juntos trabajamos en la producción de vinos con los más altos estándares de calidad y profesionalismo”, comenta el fundador de Viña Ravanal.

Cada vino es un relato inigualable, sobre todo, de la pasión con que la trabaja hasta hoy don Mario Ravanal. Gracias a su ímpetu y empuje, hoy es posible disfrutar de vinos excepcionales, sofisticados y elegantes, en definitiva, exponentes cuya excelencia es fruto de una combinación única entre experiencia enológica, un arduo trabajo en equipo y una connotada tradición familiar.

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El Periodista