Calma sísmica

Por Uwe Rohwedder, arquitecto y académico UCEN

Los últimos movimientos sísmicos acontecidos en el sector de Navidad, como algunos cerca de Los Vilos y otros bastante más al norte, siempre deben hacernos estar vigilantes e intentar estar preparados para un evento que ojalá nunca llegue.

Los últimos grandes sismos, 27F (2010) Constitución hacia el centro sur y el 15S (2015) Coquimbo hacia el centro norte, dejan un espacio entre Navidad y Los Vilos con un silencio que puede, sin tener certezas de aquello, producir una ruptura de placas mayor en nuestra zona central.

Siempre será necesario recordar y repasar la cultura sísmica. Cuando pasan los años sin vivir algún evento de magnitud uno se va relajando y olvidando, también para los niños que no conocen de esto por sus edades.

Para esa probabilidad recordar estar en estado de conciencia, revisar el lugar que habitamos, conversar entre los familiares que hacer y definir lugares más seguros. Conocer las vías de evacuación y si se vive en altura, intentar anclar los muebles que contienen vajilla, vasos u objetos que pueden ser frágiles, alejarse de ventanas y vitrinas, si aumenta el movimiento buscar refugio debajo de una mesa.

Pensar en tener algo de agua almacenada, alimentos básicos, cocinilla de camping, una linterna y radio a pila para no quedar aislados de noticias, que suele aumentar ansiedades y temores cuando la naturaleza nos enfrenta a estos eventos que son frecuentes y que seguramente volverán a ocurrir. En interiores, no encender fuego para iluminar con velas y no usar los ascensores para el caso de los edificios.

Observar y mantener lo mejor posible las redes de servicios, agua, luz y gas que son muchas veces las fuentes de daños mayores. Si uno se encuentra en algún exterior, buscar o ir a zonas o áreas abiertas, alejándose de edificios y sobre todo post sismo no volver a estructuras con daño, ni usar los ascensores o encender fósforos, acordarse de los riesgos y tener siempre un plan en la mente que puede ayudar en momentos críticos. En general, por las normas vigentes en nuestro país, las edificaciones están diseñados para resistir y no colapsar.

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El Periodista