Una noche en Miami: El cambio que no llega

Por Miguel Reyes Almarza, periodista e investigador en Pensamiento Crítico

★★★★☆ (4 sobre 5)

Caminar la misma senda no es lo mismo que caminarla juntos. El poder dividido sucumbe ante la amalgama del abuso. Es aquí donde la ficción nos quema el alma y, en su reflexión, abre la dolorosa puerta de lo “que hubiera sido”.

Cuando se trata de derechos civiles como un gesto taxonómico frío para hablar de derechos humanos, aprender de los errores del pasado -e intentar corregirlos- se hace imperioso mas nunca suficiente. ¿Qué sería de la vida de millones de afroamericanos si Malcom X, Muhammad Alí, Jim Brown y Sam Cooke hubieran unificado su influencia? ¿Estaríamos lamentando aún los numerosos crímenes de odio que pintan de negro la crónica policial de la prensa de EEUU?

Esta es la problemática y a la vez simple invitación que nos hace en su debut como directora, la actriz de cine y TV Regina King (Óscar mejor actriz en “Si la colonia hablara” 2018) en “Una noche en Miami” donde, basada en la obra de teatro del mismo nombre, se dispone a indagar en formato de ficción aquello que apura una discusión del todo urgente. Una imposible reunión de cuatro seres maravillosos, tan cercanos en el dolor y la dificultad y sin embargo tan lejanos en su condición de líderes.

Solo entreguémonos al placer de imaginar, al menos una vez, la ilusión que produce aquel cóctel explosivo formado por los discursos incendiarios del ministro Malcom X representante de la “peligrosa” Nación del Islam junto a la influencia deportiva y cinematográfica de Jim Brown, el mejor corredor de todos los tiempos en la NFL quien jubiló su prometedora carrera por seguir su sueño actoral, ambos flaqueados por los puños de oro del “Campeón del pueblo”, el gran Mohammad Alí luciendo una lengua tan destructiva como sus golpes y todos amalgamados por la armoniosa voz del compositor, cantante y empresario musical, Sam Cooke.

Cuatro sueños. Cuatro caudillos insuperables en sus respectivas áreas de influencia con posibilidades ilimitadas para reivindicar los derechos civiles de su pueblo y por extensión de cada minoría invisibilizada por el discurso oficial, ese que todavía sostiene el distópico “sueño americano”. Todos, juntos una noche en una habitación de hotel, en una especie de debate que transita vigorosamente entre la amistad y sus particulares puntos de vista.

Con un guion de adaptación correcta mas no superlativa (es una de las tres nominaciones que tiene para el Óscar, junto a mejor canción original y mejor actor secundario por Leslie Odom Jr. en el papel de Sam Cooke) las secuencias cinematográficas más importantes replican muchas veces los encuadres del teatro sin ganancia alguna para la historia, es más, algunos pasajes se hacen pesados y claustrofóbicos formando una paradoja con el vívido discurso que soportan.

Más allá de los tecnicismos, “Una noche en Miami” tiene la facultad, muchas veces escasa en el cine histórico, de conducirse de forma simple y clara en la complejidad de los héroes que evoca proporcionando una mirada justa y necesaria de sus anhelos y convicciones. Una reunión y un cambio de paradigma que todavía espera su momento.

Si es así como debuta Regina King en la pantalla grande, quien debió ir al menos en la nómina de mejor director, de seguro su futuro es algo más que prometedor.

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El Periodista