El correísmo es la mayor fuerza de Ecuador, pero su futuro es aún incierto

La elección presidencial de Ecuador dejó una certeza y dos importantes incógnitas: ya nadie puede negar que el correísmo es por lejos la fuerza política más popular del país, pero ahora debe demostrar en un balotaje si el apoyo obtenido ayer es su piso o su techo, un desafío que se puede plantear en la forma de grieta con la derecha que representa el empresario Guillermo Lasso o en un escenario desconocido frente al líder indígena Yaku Pérez.

Con el 98,15% escrutado, Arauz se garantizó un lugar en la segunda vuelta con el 32,15%, mientras que Lasso y Pérez están prácticamente empatados con apenas una diferencia a favor del segundo de más de 21.000 votos, con 19,59% y 19,87% respectivamente.

Con miles de votos por contar y muchos más observadores por revisar, un vocal del Consejo Nacional Electoral (CNE) ya advirtió que el resultado final tardará «varios días».

Mientras el segundo lugar se define y Pérez -un líder indígena que en el pasado demostró que su anticorreísmo es más fuerte que sus críticas a ciertas políticas económicas liberales- avanza con grandes posibilidades, desde los sectores que apoyaban a Lasso y rechazaban una vuelta del correísmo más que nada, la primera reacción fue casi catártica.

“Cuando la mediocridad prospera, se llena de política la sociedad”, sentenció hoy en el diario El Comercio el exdirector de la Cámara Ecuatoriana-Estadounidense Fabián Corral, mientras que periodistas de ese mismo medio llamaban a “presionar hacia una reforma política estructural» o advertían sobre un «aumento en el riesgo país».

El decano del Colegio de Jurisprudencia de la Universidad de San Francisco de Quito, Farith Simon, fue aún más contundente: «Sin importar el resultado de ayer, nuestra vida seguirá; porque todos somos más que la política y los políticos».

En el diario La Hora, en tanto, el director general de la consultora Icare Inteligencia Comunicacional, Pablo Donoso, también hizo un análisis crítico de los resultados y continuó hablando del «pesimismo de los ecuatorianos», pese a que las elecciones de ayer mantuvieron el nivel de participación de las últimas dos presidenciales, aún en la segunda ola de la pandemia de coronavirus.

“Eso provoca que la demagogia sea moneda de cambio y no sea patrimonio de ninguna candidatura”, aseguró Donoso, quien pronosticó que el balotaje será todo «negociación política» y «una fuerte demagogia anti política».

Mientras este sector procesa el resultado y se reconfigura de cara a un balotaje, en el que podría apoyar a un líder indigenista con fuertes reclamos ambientales que fue uno de los referentes de las masivas protestas de octubre de 2019 contra el ajuste del Gobierno de Lenin Moreno, el correísmo tiene el desafío de analizar el mal resultado de Lasso, el buen desempeño de Pérez y prepararse para la segunda vuelta.

Para Nicolás Oliva, miembro del Consejo Ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), al correísmo le convendría medirse con Lasso en el balotaje y una de las principales razones es la sorpresiva aparición del empresario Xavier Hervas en el mapa político, con su cuarto lugar.

“Si bien Hervas no llega con los votos, decide la elección. Descoloca en el escenario con una especie de derecha con rostro amable, un empresario que se vendió como microemprendedor y arrastra con un 16% en mayor medida los votos de Lasso, porque tiene matices comunicacionales más fáciles de digerir para una clase media que no quiere votar partidos como el socialcristiano o la figura oligárquica”, explicó Oliva a Télam.

Otro elemento que debilitaría a Lasso en una segunda vuelta es la división interna en el movimiento indígena.

Pérez ya llamó a votar por Lasso en 2017 para derrotar al correísmo y se cree que propondría lo mismo en caso de no alcanzar la segunda vuelta. Sin embargo, es esa misma la que valió en la campaña un quiebre con la conducción de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la principal organización del movimiento.

Lasso, por su parte, ya hizo público su respaldo a Pérez en caso de quedar fuera del balotaje, un eventual escenario que ya no estaría dominado solamente por la grieta correísmo-anticorreísmo, sino que enfrentaría a dos líderes que representan a los sectores que impulsaron las multitudinarias protestas que hicieron temblar Quito en 2019.

En este escenario es crucial entender la distribución de los votos ayer: mientras el correísmo dominó la zona costera del país, Pérez concentró los votos de las sierras, excepto la provincia de Pichincha, donde está Quito, que votó por Lasso.

Para Oliva, estos resultados demuestran que “el correísmo no logró capitalizar las protestas de octubre de 2019″.

«Hay un espacio en que el correísmo le está pesando no haber sabido gestionar mejor su relación con el movimiento indígena, hay mucho resentimiento de años anteriores. Es algo que va a costar», explicó el analista y advirtió que recomponer la confianza es una tarea difícil porque «la prensa juega un rol muy fuerte en la construcción de la corrupción como hábitat de campaña”.

“Los medios de comunicación tomaron un rol decisivo en la construcción de un imaginario de actor político. Pérez refuerza una idea de ataque a la oligarquía y Arauz no puede endosarse ese discurso. No hay electorado que vaya a votar por planes de gobierno. Los dos garantes de la democracia, las instituciones y la prensa, jugaron en contra, pero Arauz entró en primera posición”, concluyó Oliva.

Fuente Télam.

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El Periodista