Tan admirado por su capacidad para convertir en oro todo material musical que recayera en sus manos como cuestionado por su invasiva injerencia en obras ajenas, y temido por sus violentas reacciones, el productor Phil Spector dejó una marca en la música pop que hasta hoy oficia de faro para sus pares y para los músicos en general a la hora de explorar sonidos.
Así se desprende de su labor como creador de hits en los 60 pero, fundamentalmente, de su trabajo desde la consola en el disco “Let It Be”, de The Beatles; en los primeros álbumes solistas de John Lennon y George Harrison; o en las placas de otras famosas y disímiles figuras como Tina Turner, Leonard Cohen, The Ramones o Cher.
Precisamente, este productor fallecido ayer a los 81 años, aparentemente por complicaciones derivadas por el coronavirus, según consignan sitios de Hollywood, logró de alguna manera que todos estos artistas hermanaran sus estilos a partir de la aplicación del “muro de sonido”, una creación suya que consiste en sumar grabaciones en distintas capas hasta crear un efecto de orquestación.
Sin embargo, esta suerte de “firma de autor” también provocó críticas desde distintos sectores que consideraba que su aplicación “en serie” borraba rasgos distintivos en cada artista, con el objetivo de poner el sello personal del productor en primer plano.
Pero a la par de su labor como productor, la fama de Spector también se alimentó por su excéntrico y violento comportamiento, los cuales adquirieron un carácter aún más peligroso por su afición a portar armas y, en muchos casos, hacer uso de ellas.
Las alocadas anécdotas en torno a esta práctica dejaron de causar gracia cuando en 2009 fue condenado por el asesinato de la actriz Lana Clarkson, ocurrido en 2003 en su mansión de California.
Nacido en el Bronx, en Nueva York, pero radicado en California desde su adolescencia, por decisión de su madre luego del suicidio de su padre, Spector comenzó a integrar bandas juveniles a finales de los años 50.
Su primer gran éxito fue con la canción “To Know Him Is to Love Him”, de 1958, creada a partir de una frase escrita en la lápida de su padre, y versionada por varios grupos de la época, entre ellos, los jóvenes Beatles, que la incluyeron en el repertorio registrado en la fallida prueba llevada a cabo en el Año Nuevo de 1962 para la compañía Decca.
A pesar de que optó por concentrar su labor en la consola, el productor no abandonó su rol creativo tal como lo demuestra la autoría de otros clásicos como “Be My Baby” –retomada en nuestro país por Charly García- o el hit de Ike and Tina Turner “River Deep, Mountain High”.
Aunque hacia 1969 ya contaba con una gran fama, fundamentalmente por la impronta dejada en varias formaciones soul, el artista alcanzaría una de las cimas en su carrera al recibir el ofrecimiento de producir “Let It Be”, una suma de horas y horas de grabaciones poco felices de The Beatles en el estudio, que generaron tensiones en la banda y el alejamiento del histórico productor George Martin.
A diferencia de su antecesor, que sabía darle brillo al trabajo compositivo de los artistas sin que su figura ocupara la escena, Spector aplicó su célebre técnica, lo que provocó la ira de Paul McCartney, quien en 2003 se tomó revancha al lanzar “Let It Be… Naked”, una nueva mezcla del disco sin las intervenciones del productor original.
Distintas consideraciones tuvieron al respecto John Lennon y George Harrison, quienes valoraron su trabajo y lo convocaron para sus respectivas placas solistas. Los resultados fueron “Plastic Ono Band”, “Imagine” y “Some time in New York City”, en el primero de los casos; y “All Things Must Pass” y “Concert for Bangla Desh”, en el segundo.
Un enojo similar al de McCartney también experimentaron los fans de Leonard Cohen que deploraron el alejamiento del artista canadiense de su sonido acústico por algo mucho más pomposo en “Death of a Ladies Man”, de 1977, a instancias del controvertido productor.
En esos años, Spector prolongó su reinado al dejar su firma en discos de figuras como Cher y en “End of The Century”, acaso el más prolijo álbum de The Ramones, un grupo cuyo principal atractivo estaba precisamente en otro lado.
Pero la fama del productor también fue creciendo por anécdotas que afirmaban que molesto por la presencia de mucha gente en el estudio durante unas de las tantas sesiones junto a Lennon comenzó a usar su arma para dispersar a la multitud, o que apuntaba a la cabeza de los miembros de Ramones para que ejecutaran con eficacia sus partes en las sesiones.
También se recuerda su personal tarjeta navideña enviada en masa en los 70 en la se lo veía disfrazado de Papá Noel aspirando una gran línea de cocaína bajo una leyenda que decía: “En estas navidades no viene nada mal un poco de nieve”.
Con el paso de los años, la figura de Spector comenzó a tomar mayor relevancia por su comportamiento excéntrico y violento que por su trabajo musical, algo que podía notarse en el uso de pelucas ridículas o en distintos incidentes con armas de fuego que lo tenían como protagonista.
Las andanzas del productor llegaron a su fin cuando el cadáver de una joven aspirante a actriz apareció en su mansión con un balazo en la cara. Aunque se defendió diciendo que la mujer se había disparado accidentalmente mientras jugaba con una pistola, los antecedentes no dejaron muchas dudas sobre lo ocurrido allí.
Hubo un juicio en el que Spector volvió a llamar la atención con sus extravagantes pelucas hasta que finalmente llegó la condena en 2009. Las últimas imágenes desde la prisión de California lo mostraron con traje de recluso y pelado.
Hace cuatro semanas, el productor debió ser internado por complicaciones respiratorias surgidas luego de contraer coronavirus, algo que las próximas pericias determinarán si fueron la causa de su fallecimiento, según informan las noticias que llegan desde Los Ángeles.
Cualquiera sea el motivo, y tal como ocurrió a lo largo de su vida, la figura de Spector no pasará desapercibida como así tampoco su influencia a la música pop, tanto para sus muchos admiradores como para sus detractores.
Fuente: Télam