EEUU despliega un dispositivo de seguridad inédito para la investidura de Biden
El operativo de seguridad dispuesto para la asunción mañana del nuevo mandatario de Estados Unidos, Joe Biden, será el más importante desplegado en Washington para una ceremonia de investidura presidencial, con unos 25.000 miembros de la Guardia Nacional presentes en la capital, dos de los cuales fueron removidos hoy por vínculos con grupos extremistas, según informaron medios locales.(Télam)
En la última semana, miles de efectivos del cuerpo reservista llegaron a Washington desde diferentes puntos del país para reforzar al máximo la seguridad ante posibles protestas violentas de simpatizantes del mandatario saliente, Donald Trump, durante la toma de mando de Biden.
Unos 25.000 están desplegados actualmente en la capital, el máximo jamás autorizado por el Pentágono para una jura presidencial, dijo hoy a la cadena CNN el vocero municipal, Aarton Thacker, ratificando las declaraciones de ayer del propio secretario interino de Defensa, Christopher Miller.
Pese a los antecedentes de asunciones tensas y hasta violentas que posee el país, la radio pública NPR no dudó en calificar la militarización de Washington como una imagen «sin precedente histórico».
Desde la Guerra Civil (1861-1865), el máximo despliegue de los reservistas en la capital fue en 1968, uno de los años más violentos de la historia moderna del país, con el asesinato del líder del movimiento negro de derechos civiles Martin Luther King y la masacre a las puertas de la Convención Demócrata en plena campaña.
Ese año, se desplegaron solo 13.000 efectivos.
La única investidura comparable en términos de seguridad fue la de Abraham Lincoln en 1861, poco antes de que estallara la Guerra de Secesión, pero entonces el público sí fue autorizado, según recordó la historiadora Heather Cox Richardson.
«Los estadounidenses nunca antes habían experimentado un asesinato y todavía no teníamos un Servicio Secreto, por lo que no existía un concepto real de mantener al público a distancia», dijo a NPR Richardson y sentenció: «Creo que la conclusión es que estamos en aguas desconocidas».
La capital de Estados Unidos vive un ambiente tenso desde la toma de la sede del Congreso del pasado 6 de enero, cuando miles de seguidores de Trump desbordaron al cuerpo de seguridad del recinto, sin personal suficiente ni preparación adecuada, en un caos que dejó cinco muertos, entre ellos un policía.
Criticado por su demora en enviar entonces a la Guardia Nacional, el Pentágono autorizó el despliegue de sus efectivos para cumplir con los requisitos actuales y futuros para la asunción de Biden.
Originalmente movilizados para brindar apoyo logístico a la Policía, sus miembros comenzaron a portar armas en la sede del Congreso, tanto en el interior como fuera del edificio.
Pero no esto no fue suficiente para calmar los temores de un nuevo ataque.
Las autoridades locales y federales decidieron que la gran explanada del National Mall, que une el monumento a Lincoln con el Capitolio, permanecerá cerrada al público mañana para la asunción de Biden.
Se trata de una medida extraordinaria ya que el National Mall ha sido tradicionalmente el lugar donde los estadounidenses se reunían para asistir en directo a la jura de sus presidentes y a recitales y festejos en la víspera.
Además, los accesos a la capital quedaron hoy limitados, ya que los cuatro puentes principales que la unen con el vecino estado de Virginia fueron cerrados hasta el próximo jueves.
La Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) restringió, por su parte, el traslado de armas en el equipaje en los vuelos a Washington y reforzó la seguridad en los tres aeropuertos de la zona metropolitana, con perros detectores de bombas, controles de puertas al azar y más oficiales federales.
La ciudad, por su parte, mostraba un blindaje similar con bloques de hormigón bloqueando los ejes principales del centro y enormes barreras metálicas protegiendo y aislando los edificios federales, incluida la Casa Blanca.