Carlos Peña: el pastor de lo constituido en Chile
Por Andrés Kogan Valderrama, sociólogo en Municipalidad de Lo Prado, doctorando en Estudios Sociales de América Latina y director del Observatorio Plurinacional de Aguas.
Si una persona fuera de Chile preguntara por el nombre del intelectual más leído y reconocido por la elite política y económica del país, no dudaría en darle el nombre de Carlos Peña. Creo que este abogado de la Universidad Católica, columnista de El Mercurio y rector de la Universidad Diego Portales, debe ser la voz más influyente en los grandes medios de información concentrados en los últimos años.
Es así como ha cumplido un rol clave en todo este tiempo, en lo que respecta a liderar un discurso político en Chile, que ha cautivado tanto al mundo progresista como conservador, a través de una retórica fuertemente institucionalista y de respeto irrestricto a las normas existentes.
Quizás el primer momento en donde quedó en evidencia su prédica para defender el modelo neoliberal en Chile, fue hace 10 años, cuando el movimiento estudiantil salió a las calles masivamente, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, para cuestionar la mercantilización de la educación, exigiendo así el fin al lucro y derechos sociales a través de la gratuidad.
Pero para Peña no tenían racionalidad esas demandas, como expresó en su columna “La gratuidad es injusta”, apelando a que ella era contraproducente, ya que los más pobres estarían financiando la educación de los más ricos. Un argumento que reforzará la idea de que es mejor subsidiar a los primeros, continuando así con las recetas de focalización de recursos.
Lo que no vio venir Peña, aunque no lo reconozca, fue que esa demanda sobre gratuidad iniciada en el 2011, iba mucho más allá de un tema meramente educacional, sino la primera impugnación masiva al modelo económico neoliberal como tal, lo que se profundizará después con distintas manifestaciones ocurridas.
Los casos de las multitudinarias manifestaciones contra el proyecto energético HydroAysén (2012), No más AFP (2016) y el Mayo Feminista (2018), así como muchas otras contra el centralismo, extractivismo, machismo y racismo, fueron generando las condiciones para lo ocurrido con la revuelta popular del 2019.
No obstante, a pesar de ello, Peña ha seguido ninguneando a los distintos movimientos (estudiantil, mapuche, socioambiental, feminista) con cada columna que ha escrito, defendiendo la idea de que en Chile no hay un malestar generalizado, sino solo una ciudadanía más exigente, gracias a la modernización impulsada por la clase política y empresarial.
Por eso, que para él, incluso actualmente y en pleno proceso constituyente, lo que ha pasado no es resultado de un modelo de vida insostenible socialmente y ambientalmente, sino debido a paradojas de la modernización capitalista en Chile. En consecuencia, no es relevante en su mirada que las familias estén hacinadas en sus viviendas y brutalmente endeudadas con los bancos y casas comerciales, mientras el Estado subsidiario existente, se subordina a lo que haga o no el mundo empresarial.
Es curioso que un académico, Magíster en Sociología y Doctor en Filosofía, crea realmente, después de todo lo que ha pasado en Chile, que las manifestaciones son por mera anomia o casi por capricho de quienes han salido a las calles a exponerse a la fuerte represión policial, la cual se ha llevado vidas, ojos y torturas a quienes han puestos sus cuerpos en las marchas.
Su mirada, luego de iniciada la revuelta popular, lo llevó al extremo de señalar que lo de octubre del 2019, fue un simple estallido emocional y violento de una generación en particular, nacidos en la década de los 90, quienes al ser beneficiados por la modernización de mercado, desde la vuelta a la democracia, ahora están pidiendo más de lo que tienen. (Ver)
Como se puede apreciar en su prédica racionalista y adultocéntrica, su uso despectivo de la revuelta, solo busca deslegitimarla, estigmatizarla y etiquetarla como algo desviado, que vive solo del presente y que tiene que acabar por el bien de las instituciones.
De ahí que no va a ver nunca, que lo que comenzó el 2011 y se profundizó desde 2019 en adelante, involucra de manera intergeneracional e intersectorial a muchos colectivos, asambleas y movimientos de distinta índole, no de un grupo en particular como piensa.
Su defensa funcionalista de las instituciones del orden, por sobre todo lo demás, lo lleva a plantear una tesis que prácticamente nadie de las Ciencias Sociales medianamente serio podría compartir. Quizás sería bueno que bajara del olimpo de la academia e hiciera algo de trabajo de campo.
En definitiva, Carlos Peña se ha convertido en el mejor pastor de lo constituido en Chile, que ha sido heredado de la dictadura militar y perfeccionado en democracia, tanto por coaliciones de izquierda como de derecha. Su prédica institucionalista ha sido una forma de cuidar lo existente y negar cualquier posibilidad de transformación política relevante.
Por eso que nadie mejor que él para ser rector de una Universidad, que lleva el nombre del padre del centralismo autoritario chileno, como lo fue Diego Portales, quien sentó las bases de las instituciones históricas del país.
Lamentablemente para Peña, lo que estamos buscando en Chile es destituir eso que él tanto defiende como racional y correcto, para luego constituir un nuevo Estado que sea entre y para todas y todos.
Mucho panfleto.
«familias estén hacinadas en sus viviendas y brutalmente endeudadas con los bancos y casas comerciales, mientras el Estado subsidiario existente, se subordina a lo que haga o no el mundo empresarial.»
La modernización capitalista ha reducido los pobres del 50% al 8%, lo que ha significado, obviamente, mejores condiciones de vida.
«Estado Subsidiario» Falacia del hombre de paja.
No existe en la constitución eso de «estado subsidiario.
«brutalmente endeudadas» ¿quieres limitar el endeudamiento? Ello corresponde a las decisiones que toman las personas haciendo uso de su autonomía … Antes de los Chicago boys ni siquiera existía la posibilidad de crédito.
etc.
Tal vez la teoría de PEña se justifica y encuentra sentido justamente cuando esas pulsiones que el describe, se manifiestan en las continuas y excesivas destrucciónes sin sentido alguno de locales comerciales, mobiliario público saqueó. Yo en eso no veo nada que al menos a mí me identifique con las legítimas demandas de la gente.
La labor del intelectual es justamente desmarcarse de todo aquello hiperventilado, y que solo huele a borrachera romántica revoluciónaria, subiendo algunos peldaños por sobre todo y poder dar una mirada juiciosa. Que bueno que no todos se suban al vagón de los acontecimientos y nos den una visión desde afuera.
Se puede estar de acuerdo o no con sus planteamientos, pero que bien es encontrar intelectuales que no se dejan llevar por la avalancha de lo contingente.
Al final de los procesos sociales los recordados son los dicidentes.
Tu columna es totalmente emocional. Cómo si pertenecieras a una generación que sufre de Anomis que solamente escribe para despotricar a quien piensa diferente. Revolucionario de segunda
Tiene usted razón: Peña es influyente.
¿Sabe por qué?. Porque la razón, los datos, la realidad, la lógica y el mínimo análisis así lo señalan.
Tanto así que usted detiene su andar progresista para dedicarle estas líneas. Lo extraño de su relato es que en él no veo ni una sola propuesta alternativa al señor Peña.
Eso traduce lo que es usted: Un Progresista. Algo así como un tarotista que ve el futuro, que busca una solución sin ver el presente.
Pésimo comentario, falto de análisis y conocimiento.
Las mismas revueltas se ven en todo el mundo y en países donde existen modelos que supongo este Sr Kogan admira, es cosa de ver Francia y muchos otros, el problema no es el modelo, es una masa inmensa de gente que se queda «abajo del carro» y no se encuentra la forma de subirlos. Y en los países que abrazan sistemas «socialistas» eso ya no es un problema porque ya quedaron lejos en el camino desviados hacia la pobreza extrema, esos no tienen solución, es cosa de ver Venezuela, Corea del Norte, etc, etc
Oye Milton: si vas a opinar hazlo sólo una vez, please…¿para qué te multiplicas por 4 para seguir relinchando falacias de distracción y despotricar contra el «progresismo»?
No habrás creído que te saliste con la tuya, ¿o sí?
Muy buena columna, Peña aborda el tema desde una mirada intelectual-elite y es precisamente el manejo de este sector, que no ha soltado sus privilegios y no han entendido a la gente, lo que ha llevado a esta rabia de la gente. Seria interesante analizar si los argumentos de Andrés son válidos, pero siempre es bienvenido una columna de este tipo. Ahora, los comentarios Milton una vergüenza, no tienen pies ni cabeza jaja