Assange, defensor del derecho a la información y un peligro para Washington
Privado de su libertad desde hace más de ocho años, la Justicia británica rechazó hoy su extradición a Estados Unidos, y ahora su defensa pedirá la libertad bajo fianza.
Periodista, hacker, ciberactivista y fundador del portal WikiLeaks, este hombre de 49 años, tez pálida y pelo blanco, nació en Townsville, Australia, el 3 de julio de 1971.
Desde pequeño evidenció un talento inusual con las computadoras, en las que pasaba varias horas programando sobre la pantalla azul de una Commodore 64, un clásico de los años 80.
A los 16 años ya era un hacker -su seudónimo era Mendax, con el que luego llegó a entrar en las webs de la NASA- que evidenciaba asombrosas facilidades en las ramas de las ciencias exactas, la física y matemáticas.
En 1980 se unió a un grupo de piratas informáticos conocido como Subversivos Internacionales.
Diez años después, tuvo que afrontar 30 cargos por piratería informática que logró saldar con el pago de una multa.
Su ingenio era tal que llegó a ingresar en los servidores de la compañía telefónica canadiense Nortel, y antes de los 25 años era considerado el hacker más famoso de Australia.
A mediados de los años noventa, Assange trabajó como programador de software libre, en programas de encriptado para Linux, y colaboró en el libro «Underground: Tales of Hacking, Madness and Obsession on the Electronic Frontier», de Suelette Dreyfuss (1997), donde expuso su filosofía de no dañar los sistemas informáticos a los que se accedía.
En 2006 fundó WikiLeaks, una organización mediática online e internacional cuyo objetivo es brindar información delicada al público en general sobre guerras, movimientos políticos, y documentos estatales, entre otros datos de carácter secreto.
Pero fue en 2010 cuando Assange y WikiLeaks se hicieron famosos con la publicación de cientos de miles de documentos secretos estadounidenses que dejaron al descubierto sus prácticas en las guerras de Irak y Afganistán.
Pacifistas y defensores de la transparencia lo alabaron por haber revelado muertes de civiles, actos de tortura y operaciones militares clandestinas.
Pero la difusión de documentos no editados, que dejaban al descubierto nombres de informantes, le valió el distanciamiento de algunos diarios que habían colaborado inicialmente con él, y Washington lo acusó de poner vidas en peligro con su irresponsabilidad.
En 2010, Suecia pidió a Londres su extradición por acusaciones de violación que Assange denunció como una trampa para entregarlo a Estados Unidos.
Tras su detención a pedido sueco, el experto informático pasó primero más de un año bajo arresto domiciliario en la campiña inglesa, hasta que en junio de 2012 se refugió durante siete años en la embajada de Ecuador en Londres, ofrecida por el por entonces presidente ecuatoriano Rafael Correa para evitar su extradición al país escandinavo.
Sin embargo, cuando su sucesor y actual mandatario Lenín Moreno le retiró la protección, en abril de 2019 se desplegó una espectacular detención por parte de la policía británica al edificio de la embajada.
Desde entonces y durante 20 meses, Assange estuvo recluido en la prisión de máxima seguridad londinense de Belmarsh.
Durante sus años en la embajada de Ecuador, donde sus movimientos fueron espiados, tuvo en secreto dos hijos con la abogada sudafricana Stella Morris.
Su largo encierro en la embajada ecuatoriana había ido apagando su protagonismo mediático, hasta que en noviembre de 2016 se inmiscuyó en las elecciones estadounidenses y en octubre de 2017, en el proceso independentista catalán.
Enigmático y perseverante, Assange hizo bandera de la lucha por la transparencia de los Estados y la libertad informativa.