Tasa de niños nacidos en forma prematura en Chile se duplicó durante la última década
En el país se registran cada año unos 19 mil partos antes de las 37 semanas de gestación. Estudio de la Universidad de Valparaíso identifica los factores obstétricos y sociales que ayudan a explicar este fenómeno, que se concentra principalmente en núcleos urbanos marginales e involucra tanto a mujeres jóvenes como a las que se embarazan en edad tardía.
En nuestro planeta cada año nacen más de 15 millones de niños antes de cumplir 37 semanas de gestación, que es el indicador establecido por la Organización Mundial de la Salud para determinar la prematurez. De ellos, más de un millón muere por diferentes complicaciones y miles de aquellos que sobreviven enfrentan una vida compleja, con secuelas permanentes que incluyen problemas de aprendizaje, visuales y auditivos.
Chile no está ajeno a esta realidad. Hace una década la tasa nacional de niños nacidos vivos antes de las 37 semanas de gestación fluctuaba en torno al 5%. Hoy, sin embargo, y pese a los avances médicos y la existencia de programas de control del embarazo efectivos, esta tasa bordea el 9% y sigue subiendo. De hecho -según cifras del INE- en nuestro país nacen en promedio, cada año, unos 19 mil niños prematuros.
Esta tendencia es transversal y afecta tanto a las madres jóvenes (menores de 29 años) como a las que se embarazan en edad tardía (a partir de los 35 años), si bien la tasa de prematurez entre estas últimas es un 30% mayor.
“En otras palabras, estas cifras indican que la prematurez en Chile prácticamente se duplicó en este período”, sostiene la matrona especialista en Neonatología y académica de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso Francisca Rojo.
La profesional explica que dicho plantel viene analizando desde hace un tiempo esta situación. “Como Escuela hemos realizado una serie de investigaciones y trabajos que, entre otras cosas, establecen que la mayoría de las causas de este fenómeno tiene origen obstétrico: gestaciones múltiples, infecciones maternas e hipertensión arterial, entre otras. Pero también hay factores de origen no biológico, que pueden ser exclusivos de determinadas regiones y, por tanto, no replicables”, afirma.
No obstante, la matrona de la UV sostiene que en este fenómeno también influye una serie de determinantes sociales que no se pueden dejar de lado al analizar la prematurez.
Así lo establece en particular un estudio de campo realizado por un equipo de especialistas de ese plantel académico que contrastó y evaluó los datos referidos a más de 4 millones de partos prematuros registrados en nuestro país y que concluyó que el desarrollo y las notorias transformaciones económicas y sociales que ha experimentado Chile desde 1990 no solo han generado profundos cambios epidemiológicos sino también socioculturales, lo que ha hecho que la maternidad sea asumida desde otras perspectivas y su concepto haya cambiado de gran manera, incluso entre las propias mujeres.
“Este análisis reveló que determinantes sociales tales como nivel socioeconómico bajo, mujeres que viven en núcleos urbanos marginales, con escolaridad incompleta, gestantes que trabajan y aquellas que han sido abandonadas por su pareja son quienes están más expuestas a tener un parto prematuro”, precisa Francisca Rojo.
Paradoja
La evidencia obtenida por este estudio y otros trabajos realizados por un equipo de académicos de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso, dan cuenta, además, de los nuevos y permanentes desafíos que afectan la maternidad, como resultado de la mayor independencia de la mujer y su masiva incorporación al mundo del estudio y del trabajo.
Según explica Francisca Rojo, las futuras madres viven hoy en un estado de estrés que es más intenso y permanente, carecen de redes de apoyo o de una pareja estable que las acompañe durante el embarazo y la crianza y están sobrecargadas de responsabilidades familiares, económicas, laborales y/o de estudio, lo que ha resultado ser más evidente en esta época de pandemia.
“A esto se suman otros aspectos relevantes, como son el consumo en exceso de alcohol, tabaco, marihuana y otras sustancias nocivas o adictivas y un estilo de vida que fomenta el sedentarismo y la ingesta de comida chatarra, que elevan los índices de obesidad al ingreso al control prenatal”, afirma la matrona especialista en Neonatología de la UV.
Para Francisca Rojo, lo anterior señala una paradoja, por cuanto a pesar de que Chile es un país muy urbanizado, que posee una cultura de cuidados prenatales con acceso universal y cobertura total de atención profesional del parto (que ha contribuido a que su tasa de mortalidad infantil sea una de las más bajas del mundo) y ha desplegado enormes recursos en bajar el riesgo obstétrico y en recibir al prematuro, lamentablemente ha dejado de prestar atención a los factores no biológicos, para lo cual se requiere implementar políticas públicas que actúen a diferentes niveles, protegiendo la maternidad como un bien social y la salud perinatal como resultado de ello.
En regiones
En cuanto a la realidad nacional desglosada, los análisis efectuados por la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la UV develan que la prematurez en Chile no es homogénea, ya que hay diferencias estadísticamente significativas entre las regiones.
Las de Antofagasta, Valparaíso, Magallanes y Metropolitana (esta última solo en ciertas comunas) superan casi en un punto la media nacional, mientras que las de Arica y La Araucanía exhiben cifras más bajas.
Esta situación esconde una serie de aspectos aún no analizados en detalle, como el efecto de la marginalidad urbana, del trabajo precario, de la maternidad en solitario y más recientemente, de los flujos migratorios.