La historia humana nos sigue mostrando una sociedad patriarcal, retrógrada e intolerante que ha conculcado sistemáticamente las naturales prerrogativas de la legítima femineidad.
Tremendas fuerzas sociológicas impiden plasmar la esencialidad de una nueva democracia paritaria ¡Qué absurdo resulta pertenecer a una sociedad quebrantada y equivocada que casi acepta de manera ataráxica la violencia contra la mujer! ¡Qué sensatez, como obra de humanidad, reclamar necesarias y justas políticas estatales para erradicar dicha irracionalidad! Grandes mujeres han sufrido lo indecible por enarbolar las banderas igualitarias. Mariposas bulliciosas, mariposas creadoras de himnos maternales, mariposas perfumadas que escriben pensamientos prodigiosos.
María Teresa, Minerva y Patria, las hermanas Mirabal (as), eternas mariposas dominicanas, portadoras de una gran sensibilidad social, vilmente asesinadas entre aves y cañaverales por la sanguinaria y feral dictadura de Trujillo, dictadura deletérea que despoetizó la muerte, la hizo irreverente. Toda dictadura deslegitima la muerte, la desvaloriza y destruye su vitalidad, la desdramatiza como un noble acto poético.
Mariposas ejecutadas a palos y puñales por la felonía de una tiranía, bellas e intensas mariposas, valientes luchadoras que reivindicaron con nobleza y coraje la autenticidad de la inteligencia femenina. ¡Qué absurdo resulta interpretar la crueldad e inhumanidad de un tirano! ¡Qué penoso reflexionar sobre la vida de estas mariposas al final de la vida¡ ¡Qué absurdo pensar en muertes soterradas, sin preguntas ni respuestas! Murieron tristes como mueren las frágiles mariposas. La muerte fue su descenso al descanso. Leves Mirabal (as), mariposas enmudecidas, mariposas maniatadas, mariposas torturadas, mariposas ensangrentadas, mariposas coloridas, mariposas recordadas, mariposas color primavera, mariposas imperecederas.
Nuestras pobres y subdesarrolladas naciones latinoamericanas aún ejercen un casi endémico atavismo, propio de sociedades retardatarias, adormecidas, que no reaccionan ante el armónico y natural sentir femenino, tan indispensable para el desarrollo humano.
El derecho de la mujer a ejercer sus genuinas potestades es inalienable. Simplemente, ella es decidora de su propio destino como ser pensante, integrada y reconocida como miembro fundamental de la nueva e inminente sociedad latinoamericana, más democrática, unitaria y progresista.
Las mariposas dominicanas fueron inspiradoras para miles y miles de mujeres que quieren respeto y protección de un estado todavía violador. María Teresa, Minerva y Patria murieron heroicamente por enfrentar y liberar a su país de un sátrapa corrupto e ignaro.
La muerte de las Mirabal (as) fue demasiado injusta, como la muerte heraudiana, muerte aterradora que la enfrentaron golpeando “su blanco rostro, su tétrica vestimenta”. Inesperada soledad, mariposas dormidas, mariposas redimidas. Las Mirabal (as) pusieron acciones y palabras a sueños realizables, a pensamientos evolucionados. Mariposas que defendieron con amorosa dignidad los derechos humanos y la definitiva e histórica liberación femenina de América Latina.
Buenísimo artículo!!!
Qué buena columna!!!