Un trimestre mágico para las Américas
Este último trimestre del año 2020 ha sido virtuoso para las fuerzas democráticas de centro, de centro izquierda y progresistas de las Américas. Algo va bien, parafraseando en sentido contrario ese gran libro de Tony Judt “Algo Va Mal”.
Por Jaime Ensignia*
Vientos de recambio político y social se avizora en la atmósfera política de la región. Hay una perspectiva diferente a lo que veníamos observando en los últimos años con el mentado “giro” hacia la derecha en nuestro continente.
Menos de una década lograron permanecer en el gobierno coaliciones políticas de centro derecha y, de derecha extrema. La excepción a la regla ha sido Colombia, donde han permanecido por mucho tiempo gobiernos de derecha ultra conservadores, salvo el presidente Santos, que siendo de centro derecha gobernó en muchos ámbitos con una agenda progresista: tan solo recordar su política búsqueda de paz con las FARC.
También se hace necesario mencionar que las últimas elecciones presidenciales colombianas que, si bien ganó el candidato de extrema derecha, Iván Duque, por primera vez la izquierda tuvo una votación muy destacable (más de 8 millones de votos) y un candidato presidencial bastante competitivo, el senador Gustavo Petro.
Habría que agregar en este análisis, que en el último año y medio hemos sido espectadores de una agitación política y social sin precedentes en la gran mayoría de los países de la región. En Perú, las manifestaciones sociales tumban recientemente un gobierno interino por corrupción e ilegalidad constitucional, lo mismo sucede en Ecuador, donde la sociedad civil y las organizaciones indígenas se enfrentan al ineficaz gobierno de Lenin Moreno. Igual nivel de estallido social lo observamos en Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y otras naciones de Centroamérica.
Todo este estallido y protesta social está profundamente agravada por una crisis sanitaria del coronavirus de magnitud, una caída histórica del empleo, un aumento exponencial de la pobreza y una debacle económica, social y política de envergadura en todos estos países.
El progresismo y la izquierda democrática en el nuevo escenario
El nuevo contexto del último trimestre 2020 nos entrega el regreso del MAS al gobierno, el 18-O, en Bolivia; el triunfo inobjetable particularmente de la ciudadanía y de la centro izquierda en Chile en el Plebiscito del 25-O; la derrota de Trump en los EEUU y el fracaso electoral de Bolsonaro en las municipales de Brasil.
La victoria electoral en Bolivia del MAS-IPSP fue apabullante. La dupla encabezada por Luis Arce como presidente y David Choquehuanca como su vicepresidente alcanzó 3.3384.187 votos, lo que representa el 55,07% del escrutinio, el seguidor Carlos Mesa con su coalición Comunidad Ciudadana (CC) logró 1.772.573 votos, el 28,84%, y el ultranacionalista, el santocruceño, Luis Fernando Camacho con su alianza Creemos se situó con 860.931 votos con el 14,01%.
Hubo una gran participación electoral que alcanzó el 88,4% del padrón. Interesante es destacar que las mujeres representan el 51,9% de las bancas de este nuevo Congreso.
Fue tan contundente el triunfo y el regreso del MAS-IPSP al gobierno y al Congreso que tuvo que ser reconocido por todas las fuerzas políticas internas y por los gobiernos de la región. En el futuro inmediato la nueva administración se encontrará con un sinnúmero de problemas e inconvenientes. En el año de gestión civil militar de Áñez el deterioro económico ha sido de consideración, el PIB se ha contraído a un -7,9% según el FMI, y la gestión de la pandemia ha sido desastrosa con más de 141.484 infectados y 8.705 muertos. Cabe destacar el masivo recibimiento que ha tenido en todo el país, el regreso del ex presidente Evo Morales, actualmente ejerciendo la dirección máxima del MAS, como su presidente.
Los resultados del plebiscito en Chile, en donde una amplísima mayoría votó este pasado 25-O por un apruebo por una nueva Constitución y por una Convención Constituyente, en otras palabras, Asamblea Constituyente. Estos resultados, que exigen sepultar la constitución de la dictadura civil militar de Pinochet (1980), sorprendieron precisamente por lo inobjetable de este triunfo producto centralmente por la irrupción de la sociedad civil a partir del estallido social del 18 de octubre del pasado año a la fecha.
El rol de los movimientos sociales tanto orgánicos como espontáneos en este último año ha sido de una relevancia política y social gravitante poniendo en aprietos a los partidos de todo el espectro, como a la élite política y económica nacional.
En este sentido, especialmente los partidos políticos opositores al gobierno del presidente Piñera tienen la enorme responsabilidad de incorporar -sobre todo en la elección de constituyentes/as- a representantes de la sociedad civil e independientes en sus respectivas listas. Chile tiene un cronograma electoral bastante recargado para el 2021, en abril con la elección de los constituyentes/as, las municipales y la de gobernadores, y en noviembre presidenciales y parlamentarias.
Si nos atreviésemos agregar el triunfo electoral de la dupla Biden–Harris en los EEUU, tendríamos un cuarto trimestre del año 2020 que nos señala que algo políticamente importante está cambiando en las Américas del presente.
Biden no es lo mismo que Trump, es bueno para la región y para el escenario internacional que un liderazgo matonesco del aún presidente de los EEUU haya sido derrotado electoralmente.
Finalmente, las elecciones municipales y estaduales en el Brasil le propinaron una seria derrota al actual mandatario, Bolsonaro. El espectro político democrático de centro y en cierta medida el Partido de los Trabajadores (PT) y, otras fuerzas políticas de la izquierda fueron los vencedores de esta contienda política. En muchos de los estados de este país, el domingo 29 de noviembre tuvo lugar la segunda vuelta con el objeto de dirimir las jefaturas estaduales. Bolsonaro ha salido debilitado político y electoralmente en estas elecciones, lo cual genera inmensas dudas para su reelección en el 2022.
Colofón
La impresión de que el progresismo y las corrientes nacional popular que habían gobernado en la gran mayoría de los países de América del Sur durante la primera década y media de este siglo estaban totalmente extinguidos ha resultado ser errónea.
Dos grandes naciones ya nos habían mostrado en los años recientes de que era posible generar mayorías progresistas y acceder al gobierno y, por ende, poner al neoliberalismo en una encrucijada: México con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (2018) y Argentina con el retorno del peronismo al gobierno de la mano de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner (2019) indicando un camino anti neoliberal en esa dirección.
Se avecina una nueva ola de elecciones en América Latina y el Caribe 2021 que tendería a cambiar la geografía política de la región. Cabe destacar las elecciones presidenciales en Ecuador (febrero), donde el candidato Andrés Arauz del partido del ex presidente Correa tiene muchas opciones de ganar las presidenciales, y en Chile (noviembre) que de haber una candidatura única de la centro izquierda las posibilidades de relevar a la derecha son muy ciertas. Perú y Nicaragua con sus presidenciales correspondientes son resultados aún inciertos para el progresismo y la izquierda democrática.
*Jaime Ensignia, sociólogo, Dr. en Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Libre de Berlín. Fue director sociopolítico de la Fundación Friedrich Ebert en Chile (1994-2014). Director del Área Internacional de la Fundación Chile 21 (2014- ). Colaborador del Barómetro de Política y Equidad. Miembro fundador de la Fundación Foro Permanente de Política Exterior de Chile.