Merino, el presidente de Perú ungido y removido por el Congreso en menos de seis días
Manuel Merino, experimentado legislador y dirigente de uno de los partidos más tradicionales de Perú, renunció hoy a la presidencia de la república, forzado por el mismo Congreso que lo proclamó para el cargo menos de seis días antes. (Télam)
Merino, de 59 años, juró como jefe del Ejecutivo el martes pasado, luego de que el Congreso unicameral que presidía destituyera en la noche previa al presidente Martín Vizcarra en el segundo juicio político que le formó en menos de dos meses.
El fugaz mandatario -también ingeniero agrónomo y empresario ganadero- llegó al Palacio de Gobierno debido a la falta de los dos vicepresidentes que establece la Constitución, consumidos por la inédita crisis institucional que vive el país en los últimos años.
El primer vice, Vizcarra, había sucedido al presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien en marzo de 2018 -menos de dos años después de haber asumido- renunció para evitar ser removido por el Congreso, que también le promovió dos juicios políticos en menos de tres meses.
La segunda, Mercedes Aráoz, había dimitido en septiembre de 2019, tras formar parte de un intento de destitución de Vizcarra por parte del Congreso que el mandatario acababa de disolver.
La experiencia política -también fue congresista en 2001-06 y 2011-16, entre otros cargos- no le alcanzó a Merino para conducir una crisis potenciada por la caída relativamente reciente de varios liderazgos personales, afectados por investigaciones de casos de corrupción, y por la ya antigua fragmentación de la actividad partidaria y las preferencias ciudadanas.
Tampoco le sirvió el consenso inicial acerca de la duración de su mandato, pues el hecho de que ya estuvieran convocadas las elecciones para abril de 2021 evitó el debate sobre la interpretación del artículo constitucional que establece que cuando el presidente del Congreso asume la jefatura del Ejecutivo debe convocar a comicios “de inmediato” pero no fija un plazo preciso.
De bajo perfil, Merino ya había quedado en entredicho y pedido disculpas públicas en septiembre pasado, después de que dos altos jefes militares informaran al Ministerio de Defensa que Merino los había llamado para procurar el aval de ambos al proceso de juicio político que estaba por debatir el Congreso y del que Vizcarra saldría airoso.
“Tal vez hacer una llamada en las circunstancias de ese día puede haber sido inoportuna, por eso yo le expreso mis sinceras disculpas a las Fuerzas Armadas”, dijo entonces Merino, que sin embargo rechazó la acusación de Vizcarra de que había conspirado para destituirlo y sucederlo.
De su fugaz gestión se recordará que transcurrió desde el primer minuto y hasta el último en medio de protestas callejeras que dejaron al menos dos muertos y un número no precisado de heridos y desaparecidos, y que fueron objeto de una represión policial que llegó a ser cuestionada por el Tribunal Constitucional peruano, la ONU, Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW), entre otras organizaciones.
También que su promesa inaugural de formar un gabinete “de ancha base” no sería cumplida, a juzgar por las numerosas objeciones expresadas, incluso por legisladores de su propio partido, que ya habían anticipado que no darían su voto de confianza al equipo ministerial.
Esta mañana, tras una reunión de la Junta de Portavoces (jefes de bancada), el mismo Congreso que lo proclamó hace seis días le advirtió en una carta que si no renunciaba antes de las 18 le iniciaría un proceso de destitución, ante lo cual Merino dimitió.