Ingeniero civil (USACH) y Doctor en Sociología (Sorbona), es el director artístico del grupo Quilapayún residente en Europa.
El 26 de octubre comenzará un período difícil porque será muy político. Lo que se pondrá en juego será nuestra capacidad para ELEGIR LOS CONVENCIONALES QUE MEJOR REPRESENTEN EL ESPÍRITU DEL 18/10/2019.
Ya está claro que una mayoría quiere cambiar la Constitución de Pinochet. Pero no todos están dispuestos ni de acuerdo para modificar radicalmente el espíritu neoliberal de nuestra sociedad.
Frente a los que afirman que sin el acuerdo del 15/11 no habría habido Plebiscito, y sin ánimo de recriminar a nadie ni de remover heridas (menos en estos momentos en que la mayor unidad es necesaria), me parece útil no obstante recordar algunos hechos que ya están en la historia; útil para la modestia, la objetividad y la búsqueda de una alianza duradera sobre la base de principios vinculantes.
A comienzos de noviembre 2019, después del estallido del 18/10 y todo el movimiento social subsecuente, la calle estaba determinando algunas pautas importantes del comportamiento político.
El pánico era grande en el gobierno y en parlamentarios de centro y de derecha. Se temía la renuncia, la disolución, e incluso algunos conjeturaban un golpe de Estado. En estas circunstancias, TODA la oposición firma una Declaración pública el 12/11/2019. Ella termina diciendo: «En este momento el camino para construir el futuro es Plebiscito, Asamblea Constituyente y Nueva Constitución».
La consolidación de este acuerdo junto al movimiento social habría conducido a un cambio de gobierno, de parlamento y de Constitución.
El momento era crucial. Ese acuerdo del 12/11, firmado por TODA la oposición, era un paso unitario importante que ponía en gran dificultad a Piñera en momentos en que la calle pedía su Renuncia.
En este contexto Piñera, consciente de que está en peligro, él, y también el Parlamento (una obligada auto-disolución para dar paso a la AC), llama al Acuerdo por la Paz.
Por instinto de supervivencia, por oportunismo, o por miedo, gran parte de los mismos que acababan de firmar la Declaración del 12/11, aceptan la oferta de Piñera y firman el Acuerdo del 15/11.
Se salva así al Gobierno y al Parlamento a través de un acuerdo sin referencia a los DDHH, sin apertura a los independientes, sin paridad de género, sin cupos para los pueblos originarios, etc., y sin poner en cuestión el quorum de los 2/3 impuesto por Jaime Guzmán. Los comunistas y una parte del Frente amplio se abstienen de firmar.
Este acuerdo constitucional fue entonces el resultado de una reacción desesperada para tratar de contener el estallido social que tomaba cada vez más fuerza y para salvar el sistema salvándose ellos mismos. No fue una acuerdo producto de una clarividente visión republicana y de inquebrantables convicciones democráticas por parte de una cierta élite política. El acuerdo fue firmado de espaldas al pueblo por los políticos que conocemos, quienes se retrataron en la foto que algunos llamaron «de la vergüenza». Aparecer ahora como los estadistas que por firmar este Acuerdo pusieron en juego su «capital político» es grotesco.
EL MOVIMIENTO SOCIAL NO SE DEJÓ ENGAÑAR Y REACCIONÓ EN CONSECUENCIA.
Continuó su arremetida en las calles, a pesar de la represión, los montajes y la estigmatización por parte del gobierno y de los medios de comunicación.
Este empuje -que sólo se vio contrariado por la pandemia a fines de marzo- hizo que el reducido grupo de dirigentes políticos y parlamentarios que siempre empatizaron con este movimiento y sus manifestaciones callejeras, pudiera ampliar su audiencia facilitando su accionar en el Parlamento (por eso hablar de «clase política» como un todo homogéneo, me parece más una facilidad de lenguaje que una realidad, cuando no une approche populista).
Hoy, gracias a la acción sincrónica de la calle y de los parlamentarios identificados con el espíritu del 18/10/2019, el acuerdo del 15/11 está siendo progresivamente superado; las cosas han evolucionado a este fines de octubre 2020. Se ha formalizado la paridad de género y se han abierto puertas para los independientes. Y como la política es un «work in progress», no se puede excluir que el proyecto sobre escaños reservados para Pueblos originarios que duerme en el Congreso hace meses, sea reactivado y aprobado rápidamente. Este conjunto de avances podría también influir en una eventual modificación de la regla de los 2/3.
ES POR ESO QUE UNA AMPLIA MAYORÍA EN EL PLEBISCITO DE ESTE DOMINGO INSTALARÍA UNA CORRELACIÓN DE FUERZAS FAVORABLE A ELEGIR UNA CONVENCIÓN CONSTITUYENTE REALMENTE DEMOCRÁTICA.
Subrayo aquí la importancia de ganar la batalla de los Escaños Reservados para los pueblos originarios. Me parece que esta es una batalla decisiva, por dos razones fundamentales. Una, de carácter estratégico, porque sin ellos se mantiene y se aumenta el conflicto político más grave de Chile: el menosprecio y estigmatización de nuestros pueblos originarios principalmente el mapuche, fuente de enfrentamientos y violencias. Otra, de carácter civilizacional, porque instituir Escaños Reservados significaría que Chile le abre las puertas a un País plurinacional y por ende pluricultural.
Siendo Chile el país con menos identidad cultural «nacional» del cono Sur de América, la posibilidad de perfilar una identidad integrativa de todas nuestras influencias étnicas, nos daría un fuerza inédita, que me atrevo a pensar no podría sino que prepararnos mejor a todos los cambios civilizacionales del mundo de hoy (digitalización, ecología, género, etc…).
Este salto integrativo modernizador no sería algo ajeno a nuestro temperamento; ya a partir de los años 1960 este tuvo lugar subrepticiamente en las artes, principalmente en la música y en la danza chilenas.
EL 25.10.2020 ES EL PUNTO DE PARTIDA.
Si se abre «la posibilidad» de que cambiemos la Constitución pinochetista, se lo debemos a los jóvenes y al pueblo que «en la calle» forzaron el Plebiscito. Y las manifestaciones que hoy continúan en las calles ayudan a que los partidarios de un cambio cosmético no olviden las reivindicaciones originales.
En cualquier caso, me parece claro que si queremos cambiar Chile y su sistema ultraliberal, tendremos que elegir a los convencionales que mejor hayan representado y representen el espíritu del 18.10.2019.
Una mayoría aplastante Apruebo + Convención Constitucional contribuiría a consolidar el espíritu unitario que aflora, sentando las bases de una Convención realmente representativa del otro Chile posible.
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