El Juicio de Paris (o la metodología como asunto político)
En política pública, toda acción debe medirse por su efectos, una virtud que el presidente Piñera no ha sido capaz de demostrar, por lo que difícilmente su equipo podrá hacer algo diferente.
Por David G. Miranda, doctor en Ciencia Política / U. Complutense de Madrid – España
En medio de la vorágine de la pandemia no han sido pocas las controversias respecto de las metodologías utilizadas por el Minsal a nivel de testeo, conteo de decesos, los polémicos “casos recuperados”, y más recientemente, la denominada positividad, llegando en algunos casos incluso a generar respuestas de la OMS u otras organizaciones científicas.
Es sabido que la adopción de una metodología per se, es un asunto político, muy distante de un frío tecnicismo y sus disputas en mundo académico pueden alcanzar, por momentos, dimensiones bíblicas; precisamente porque se basan en un amplio consenso: la metodología posee compromisos ideológicos que se expresan en su dimensión epistemológica y práctica, y por lo tanto puede adquirir, deliberadamente o no, un sentido de oportunidad para generar una percepción preconcebida sobre un fenómeno, para intentar demostrar una hipótesis conveniente. De estas malas prácticas sobran ejemplos: los escándalos en el mercado farmacéutico (veamos la disputa sobre la vacuna Sputnik V), o en estudios de impacto ambiental (Pascua Lama, Dominga, Alto Maipo, sólo por recordar algunos), generando daños y perjuicios visibles para la comunidad, algo que, en teoría, toda política pública debiera evitar o minimizar.
Si bien la pandemia nos obligó a “navegar en la oscuridad”, parafraseando al ex Ministro Mañalich (que hoy enfrenta acusaciones penales y políticas), en una gestión marcada por constantes giros metodológicos; el Plan “Paso a Paso” propiciado por el ministro Paris intentó otorgar una estructura racional estable, y por lo tanto, válida y legitima para la gobernanza en tiempos de crisis. Sin embargo, la reciente controversia abierta por Espacio Público sobre la positividad nos hace pensar que la metodología escogida por el Minsal se inclinó hacia una praxis más política, presentando cálculos que podrían calificarse como espurios; es el caso de una positividad total no ponderada (modificando el diseño original), un dato a lo menos cuestionable, dado que no podemos asumir que la probabilidad de contagio de un transeúnte es la misma que la de personas sintomáticas. Bajo dicho método, fue posible reducir dicha tasa desde un 18% a un 5,7% en Tarapacá, y de un 18,1% a un 7,2% en Arica. Dicho de otra forma, se infló la muestra para reducir el indicador.
Ante la controversia, la ira del ministro Paris se hizo sentir, generando una nueva interpelación de Espacio Público sobre el indicador: o se reducen los márgenes de Paso a Paso, o respeta el sentido original de dichos márgenes. Una tercera opción sería realizar una correcta ponderación que otorgue fiabilidad a un dato que resulta determinante para el avance del plan Paso a Paso, y al proceso de reapertura a la “nueva normalidad”, tan ansiada por el gobierno.
Por otra parte, el ministro Paris ha actuado como fiel edecán de su antecesor al mando del Minsal, defendiendo ante el Ministerio Público la no entrega de información clave sobre el manejo de la pandemia en correos electrónicos que califica como “sensibles para la seguridad de la nación”. Supongo que todos nos preguntamos ¿Qué puede haber en dicho mensajes para ocultar información al Poder Judicial, y por lo tanto, ante la fe pública? ¿Se compromete la seguridad de la nación por acceder a un instrumento público de gestión gubernamental, o se compromete por manipular información epidemiológica, tal como han declarado dos funcionarias del MINSAL? Ergo, ¿Se compromete la seguridad de la nación, o más bien, el futuro de un gobierno que no goza de mínimos apoyos, ni siquiera en su propio sector?
En política pública, toda acción debe medirse por su efectos, una virtud que el presidente Piñera no ha sido capaz de demostrar, por lo que difícilmente su equipo podrá hacer algo diferente. Sin embargo, cuando hablamos de ciencia, de método, la responsabilidad que pesa sobre el ministro de Salud en esta contingencia es clave, ya que su juicio podría impactar positivamente a la población, en medio de la tormenta desatada por las prácticas de Mañalich. Kuhn y Whewell señalaban que, si bien todo método debe ser capaz de explicar un fenómeno, uno de los valores más relevante es su capacidad de predicción. La pregunta pertinente sería entonces si con dichos métodos ¿es posible explicar todo lo sucedido con la pandemia en nuestro país? Y, aún más allá ¿podemos predecir el comportamiento de la enfermedad y reducir su impacto con estas herramientas? Si la respuesta se acerca más a un No, estaríamos en presencia, ya no de una metodología, sino de otro tipo de asunto: un asunto político, con revestimientos metodológicos, que no se sostienen por si mismos. Es de esperar que al ministro Paris no le toque enfrentar a la justicia (como su antecesor), ya que, al menos en la historia del arte, “El Juicio de Paris” derivó nada más, y nada menos, que en la guerra de Troya.
Buena suerte, Ministro.