María Creuza: Cuando me uní a Vinicius, tuve que cambiar mi forma de cantar

A 50 años de la edición de "La Fusa", el famoso disco que en su primer volumen la unió a Vinicius de Moraes y marcó de manera definitiva su trayectoria, la cantante bahiana María Creuza reveló que tuvo que cambiar su estilo como intérprete cuando se unió artísticamente al recordado músico y poeta carioca. (Telam)

«Yo estaba acostumbrada a cantar más fuerte. Cantaba samba, muchos ritmos africanos. Era algo más hacia afuera. Pero cuando me uní al poeta fui cambiando. Tuve que cambiar mi forma de cantar para crear ese clima tan íntimo que tiene la bossa nova», contó la artista.

Sin embargo, la experiencia no sólo dotó a la cantante de un estilo que la caracterizó en más de 50 años de trayectoria, sino que potenció la fama que estaba empezando a construir en su Brasil natal y que la proyectó a nivel mundial.

En tal sentido, la experiencia junto a Vinicius de Moraes fue el inicio de una relación personal que la cantante aún atesora como «un privilegio», y también fue el puntapié para una larga carrera en Argentina, con la grabación de varios discos para el sello Trova e incontables shows.

Al momento en que el poeta puso sus ojos en ella, Creuza acababa de destacarse en el Festival de la Canción de Río de Janeiro, lo que le había valido la posibilidad de conducir un programa televisivo musical.

Pero la convocatoria de Vinicius para sumarse junto al joven guitarrista Toquinho a la temporada que realizaba en Punta del Este, cambió los planes de la artista.

Medio siglo después, ese acontecimiento iba a tener su merecida celebración en un concierto de la cantante y el guitarrista previsto para el pasado 1 de mayo, en el porteño Teatro Gran Rex, que debió ser postergado hasta nuevo aviso por la pandemia de coronavirus.

Precisamente, el cierre de fronteras de marzo sorprendió a la intérprete en Buenos Aires, en donde realizaba una ronda de notas promocionales para el show, por lo que desde su provisoria residencia en la ciudad, mientras espera volver a su Bahía natal, accedió a abrir su «cofre de recuerdos».

¿Qué es lo primero que viene a su memoria cuando recuerda esas jornadas en La Fusa?

Mucha emoción, mucha gratitud. Gratitud hacia el poeta, que fue muy generoso al convocarme, darme la posibilidad de estar con él; y gratitud hacia el público argentino que nos cobijó de esa manera. Fue algo inolvidable. Una experiencia única.

¿Cómo se dio esa convocatoria?

Vinicius me había escuchado en el famoso festival de Río de Janeiro, en donde canté «Catendê», y me vio en el programa de televisión. Cuando me convocó fue un sueño porque yo lo admiraba mucho y siempre había escuchado para tratar de aprender de él, de Tom Jobim y de Joao Gilberto.

¿Cómo impactó en usted el suceso obtenido entre el público? ¿La sorprendió o era algo que esperaba por tratarse de una figura como Vinicius?

Yo no lo podía creer. No imaginaba que a la gente en Argentina le gustara tanto esa música y conociera las canciones. Al principio, a mí me intimidaba un poco porque no estaba acostumbrada a cantar con el público tan cerca. Me daba un poco de miedo. Yo tuve que cambiar mi manera de cantar por el tipo de música que hacíamos y por la cercanía de la gente.

¿En qué aspectos se dio ese cambio?

Yo tenía una manera de cantar más hacia afuera, más fuerte, porque soy bahiana y ahí hay una tradición de ritmos africanos, con tambores. Pero la bossa nova requería algo más íntimo, más susurrado, como lo hacía Joao Gilberto. Yo empecé entonces a hacerlo así. Me acuerdo de una crítica que me gustó mucho que decía que yo tenía «voz de almohada». Fue la mejor definición. Justo al conocerme, el poeta me había dicho que mi voz «lo acariciaba». Fue una de las tantas grandes enseñanzas que obtuve de esta unión.

Cuando uno escucha ese primer disco da la sensación de que se produjo una comunión única e intransferible entre ustedes. ¿Es así?

Claro que sí. Fijate que gran parte de la temporada del verano siguiente en Mar del Plata y en la grabación del segundo disco de La Fusa yo no puedo estar porque había dado a luz a mi hija y me reemplazó Maria Bethânia. Ella es una gran cantante, gran artista, pero ese disco ya fue distinto. En el primero, éramos un grupo en donde todos enriquecíamos las intervenciones del otro; mientras que en el segundo, cada uno hace sus temas.

¿Qué balance hace a la distancia de aquella experiencia?

Para mí fue algo crucial. Me permitió aprender del poeta, conocerlo de cerca y, gracias a él, conocer a mucha gente. Todavía se habla de eso porque es una obra inmortal. Sus palabras quedaron para siempre. Y no es algo regional porque es un fenómeno a nivel mundial. Norah Jones me contó que siempre escuchaba mucho ese disco. Michael Bubble, Sting, George Michael son algunos de los artistas que fueron influenciados por la bossa nova del poeta. Yo nunca imaginé que iba a cantar con él y terminamos siendo como hermanos. No alcanzan las palabras para expresar lo que este disco y la obra de Vinicius significaron para mí y para la cultura de nuestra tierra.

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El Periodista