Juvenal Urizar, abogado: Amnistía Internacional se cayó del pedestal
Hace ya más de 5 años que los escándalos de Amnesty Internacional en torno a los DDHH, se asemejan a las maniobras de un cazador durante un safari en África. Y cuando ese cazador se agobia revindica la defensa de los animales en vías de desaparición.
Por Juvenal Urízar Alfaro,abogado*
Hoy muchos activistas de DDHH saben que los valores de Amnistía Internacional son eminentemente financieros de la City de Londres, mayoritariamente comerciantes de commodities, que desbordan en empresas multinacionales que tienen su sede en la capital del Reino Unido. Desde luego que la recaudación de fondos por la ONG no es ilegal, excepto cuando esta no es benévola, aparentándose a un contrato.
«Todos nosotros sospechábamos, porque había mucha información que sobrevolaba por encima de nuestras cabezas», dijo un ex empleado de la organización. El ambiente de la cultura secretista, los suicidios de activistas, la asombrosa compensación financiera de sus líderes, la colusión con los gobiernos y su opaca forma de financiación, son la forma en que AI dio un portazo al ideal de su fundador, Peter Benenson.
Gaëtan Mootoo fue una figura icónica de Amnistía Internacional. Originario de Isla Mauricio, este investigador a cargo de África Occidental con sede en París, trabajaba en la rama francesa de la organización de DDHH. El 26 de mayo de 2018 decidió acabar con su vida, dejando a sus colegas tan molestos y enojados con la situación, que lanzaron una petición y desencadenaron una investigación interna.
Este suicidio arrojó luz sobre un modelo de negocio basado en la comunicación y la recaudación de fondos en lugar del trabajo de campo, tan valioso y esencial para Gaëtan Mootoo, quien sirvió en AI durante 28 años.
Fue uno de esos investigadores concienzudos y precisos que reunieron la evidencia y cuya experiencia en el rubro despertó la admiración de sus colegas, especialmente de todas aquellas personas encontradas en el terreno, cuyos problemas sabía cómo enfrentar y calmar los temores.
Gaëtan Mootoo ya no se veía a sí mismo en este giro tomado por la organización y prefirió suicidarse en lugar de seguir siendo objeto de burlas intencionadas por parte de «gerentes jóvenes y ambiciosos para quienes la defensa de los derechos humanos es un negocio como cualquier otro y el África, un mercado seguro demandante, por ser generador de crisis».
Apenas unas semanas después de la muerte de Gaëtan Mootoo, un segundo suicidio de una joven interna de la sede de Ginebra, hizo que la organización se tambaleara. Puso a todos los dirigentes en pánico y su única preocupación eran los donantes que se les iban a arrancar. Ahí estaba el punto de inflexión definitivo en el comportamiento de Amnistía. Una huida hacia las multinacionales sin ninguna impudicia.
En vista de lo que se ha vuelto la organización, su fundador Peter Benenson, quien murió hace 15 años, desde entonces ha tenido que volcarse varias veces en su tumba.
Desgraciadamente en un puro y sofisticado negocio se ha transformado la actividad “en favor de los DDHH” de Amnistía, estos últimos años, cuestión que hizo que muchos de los grandes defensores de los derechos fundamentales la hayan abandonado. Y este desánimo es muy significativo, pero la letra pequeña del contrato les impide a algunos de sus ingenuos activistas denunciar a la organización. La razón es que estos intelectuales-activistas impregnados de los grandes valores morales anglosajones, rehusaron desde el principio hacer de comisionados y recaudadores cerca de los intermediarios de la City.
Esta transformación ha dado paso a una entidad híbrida que ha cambiado y todavía está tratando de hacerse oír en una oferta que se ha hecho sospechosa a los ojos de sus miles de pequeños donantes, que la están desertando, numerosos, cada día un poco más.
En una documentada investigación «Amnistía Internacional-Investigación de una ONG genéticamente modificada», Marc Girot (ediciones de Cygnes en 2011), cuenta cómo la organización cayó de su pedestal, a causa de sus opciones estratégicas de moderna empresa multinacional que la llevaron a la bancarrota moral.
En esta investigación revela los estrechos vínculos entre la ONG y la administración estadounidense, que se remontan al menos a la primera Guerra del Golfo, los ejemplos del «acompañamiento» de Amnistía Internacional a la política exterior de EEUU, indudablemente el más espectacular fue alentar la intervención de la OTAN en Afganistán con una campaña de carteles sin precedentes para una ONG, en mayo 2012: “Derechos humanos para mujeres y niñas en Afganistán: OTAN, ¡sigan progresando!».
Cabe señalar, a este propósito, que este contrato había sido rechazado por Human Right Watch.
Claramente, la leyenda de Amnistía Internacional, una organización respetable, temida por los estados por la calidad de su trabajo y su independencia, murió al mismo tiempo que su fundador, el abogado Peter Benenson.
*El autor es Abogado, Magister (c) en Derecho Público y docente de Derecho Internacional.