El impacto de la pandemia en las relaciones internacionales

Hay quienes definen el mundo como debería ser y no como es. Esto es, un lugar homogéneo, occidentalizado, tutelado por la democracia liberal como régimen político y por los mercados abiertos como régimen de desarrollo.

Por Claudio Coloma, Periodista, doctorando Universidad de Essex, Colaborador Fundación Socialdemócrata.

La pandemia ha generado un gran impacto en las relaciones internacionales ¡Qué duda cabe! Pero la forma en cómo entendemos este impacto es una discusión que está completamente abierta.

Podemos decir que la pandemia afecta la forma en que los estados acostumbran a interactuar política, económica y culturalmente.

Si estábamos acostumbrados a ver cada año importantes reuniones entre Jefes de Estado, ahora estas se están llevando a cabo por medio de videoconferencias, lo cual altera los procesos de negociación, la cooperación y su transparencia.

La pandemia está impactando el comercio de bienes de consumo. Las medidas para proteger las fronteras son tan diversas como los países que hay en el mundo; lo cual pone a prueba la capacidad de respuesta tanto de las empresas como de los Estados.

La movilidad de tipo cultural ha sido drásticamente interrumpida, profundizando con ello nuestra dependencia digital para interactuar con el exterior.

Ahora, si pensamos el mundo como una estructura, el problema se vuelve más complejo por cuanto no existe una sola forma para definirla.

Algunos definen la estructura internacional como un sistema anárquico, competitivo y egoísta.

Para otros, esta lógica sedimenta la estructura jerárquica mundial y, con ello, las condiciones de vulnerabilidad y dependencia de los países más pobres y débiles.

Hay quienes definen el mundo como debería ser y no como es. Esto es, un lugar homogéneo, occidentalizado, tutelado por la democracia liberal como régimen político y por los mercados abiertos como régimen de desarrollo.

Ante esta falta de definición, no sorprende que haya analistas que estén desempolvando la tesis del declive de los Estados Unidos y la estructura liberal occidental y el ascenso de un nuevo orden mundial centrado en China. Siguiendo este argumento, la pandemia aceleraría este proceso.

Hay una tercera forma de entender el impacto. Esta consiste en definir la pandemia como una dislocación a las prácticas sociales que estábamos acostumbrados a llevar a cabo.

Visto desde de la estructura, la pandemia disloca las prioridades mundiales. Hoy, temas como el cambio climático, la guerra comercial entre China y los Estados Unidos o incluso la tensión militar en el borde indochino de los Himalaya son temas secundarios.

En cuanto a los estados, las sociedades tienen la capacidad de articular el significado político de la pandemia de acuerdo a sus propios contextos.

En Chile, por ejemplo, el gobierno ha dado sentido a la pandemia como una “nueva normalidad”; la cual no se condice con los malos resultados que está teniendo en la prevención de contagios. Visto así, la pandemia puede profundizar la crisis política que el país estaba viviendo desde octubre del año pasado, permitiendo articular en equivalencia la pluralidad de demandas políticas que ya existían en el país.

Brasil y Estados Unidos son casos que experimentan lógicas políticas similares a la chilena.

En países como China, en tanto, la pandemia se articula como una oportunidad para reafirmar el régimen, demostrando eficiencia y progreso, al punto de construir un hospital en dos semanas.

Las rápidas y eficaces respuestas dadas por Corea del Sur y Japón son otros ejemplos que entran en esta lógica social. Así como también el reciente rebrote en Beijing.

En el Reino Unido, en cambio, la pandemia permite ocultar problemas como el Brexit, las relaciones con Europa y la situación económica. Esto se debe a que la sociedad británica siente orgullo por su sistema de salud público, universal y de calidad. El NHS es un símbolo de igualdad, donde el Primer Ministro es hospitalizado y las personas que ahí trabajan son reconocidas como héroes.

Todas estas miradas nos llevan a entender que el mundo es un espacio plural, abierto y que el neoliberalismo, ya sea que lo pensemos como un sistema mundo, un régimen social o un sistema de salud, está lejos de ser la mejor receta para superar la crisis de la pandemia.

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