El Caribe vuelve a caer bajo el polvo del Sahara

LA HABANA, 15 jul (Xinhua) -- Una inmensa nube de polvo del desierto africano del Sahara avanza sobre el Caribe, región que a fines del pasado mes de junio sufrió el impacto de otro fenómeno similar.

Por Raúl Menchaca

«Es un fenómeno que se produce cíclicamente, que va a pasar todos los años con nubes más grandes o más pequeñas», dice el meteorólogo cubano Eugenio Mojena, quien es reconocido en la isla como el mayor experto en el tema.

Aunque en esta ocasión no es muy visible a simple vista, ese fino polvo se extiende sobre el Atlántico hasta la región caribeña y se mantendrá durante al menos los próximos dos días con niveles de concentración de polvo por encima de los normales, antes de atenuarse poco a poco.

Mojena, Doctor en Ciencias Físicas desde 1986, estudia esa anómala presencia desde la década de los 70 del pasado siglo, cuando el hallazgo fortuito de una revista con un artículo sobre el polvo del Sahara, lo hizo comenzar a investigar la influencia de lejanas tormentas en el Caribe y en Cuba en particular.

El experto señala que esa influencia ahora inhibe la formación de ciclones en esta área geográfica, pues genera una gran estabilidad atmosférica con muy poca nubosidad, lo que inhabilita la formación de los meteoros tropicales.

Esa misma nube de polvo también impide que la radiación solar llegue a la superficie marina, lo que trae como consecuencia que se enfríe el agua, otro factor que conspira contra los ciclones.

«Los ciclones necesitan de una temperatura mínima de 24 o 25 grados celsio para su formación y cuando el agua está más fría es casi imposible que se formen», subraya el experto de 70 años de edad.

Por otra parte, cuando esa masa de aire comienza a invadir el Atlántico, con ella se extiende una corriente muy fuerte que viene del este al oeste y crea vientos en diferentes niveles con diferentes velocidades, lo que se conoce como «cizalladura», elemento también contrario a la formación de los ciclones.

«Esta nube es más débil que la anterior, aunque los efectos siempre se van a ver», asegura el meteorólogo, quien establece un vínculo entre la presencia del polvo en el Atlántico y la lluvia en el Sahara y el Sahel, argumentando que si en estos últimos lugares hay un período seco, habrá más polvo sobre el Atlántico y el mar Caribe, por lo cual, no hay condiciones para la formación de ciclones.

Nacidas en las tormentas de arena del Sahara, esas nubes ascienden entre cinco y siete kilómetros y recorren largas distancias impulsadas por los vientos alisios que en esta época del año las arrastran hasta esta zona geográfica.

A partir de la década del 70 del siglo pasado hubo un incremento muy grande de las tormentas de arena, y por ende de las nubes de polvo, debido a la sequía crónica que comenzó a padecer la parte norte de África, lo que incrementó la cantidad de polvo que llega al Caribe.

«Es ciencia establecida que el polvo es un modulador de la temporada ciclónica en el Atlántico, porque mientras más polvo, hay menos ciclones», indica.

Mojena agrega que además las nubes de polvo acrecientan la sensación de calor, pues las partículas que las conforman actúan como dispersores de los rayos de luz solar, que se diseminan en todas direcciones, lo que los expertos llaman radiación difusa.

«Por eso es que se siente un calor tan sofocante, incluso sin recibir de manera directa los rayos solares», afirma.

Esas nubes, que contienen varios minerales además de virus, bacterias, hongos, ácaros patógenos, estafilococos y contaminantes orgánicos, tienen un impacto directo sobre la salud humana, en particular en el sistema respiratorio.

«Es esencial que se sepa que en esta época del año esas nubes de polvo llegan una detrás de la otra y pasamos el verano bajo ese efecto, muchas veces sin apenas darnos cuenta», concluyó Mojena.

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El Periodista