Teletrabajo en Chile: acumulación de riqueza y retroceso en derechos laborales
A más de un mes de entrada en vigencia de la ley, el abuso se ha implementado con las y los trabajadores, cambios en las jornadas de trabajo, suspensión de pagos en asignación de locomoción y colación, en algunos casos ni siquiera el computador, ni la silla fue entregado para realizar la función, donde el pago de internet, agua y luz está siendo asumida por el propio trabajador y donde hay problemas técnicos con internet le es descontado al trabajador el tiempo que no está disponible por caídas de este.
Por Tamara Muñoz, Presidenta de la Federación Nacional de Trabajadores del Call Center
En los últimos meses, el gobierno en representación de la derecha económica, ha implementado una política coordinada para sacar provecho de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19 y ha profundizado su agenda neoliberal.
La prioridad ha sido convertir la crisis sanitaria en una etapa de proceso de acumulación de riqueza, en la cual la economía, y los millones de los súper ricos, están por encima, y sin contrapeso alguno, del derecho constitucional a la vida y salud de las personas.
Sólo de esta manera se puede explicar que la crisis médica sea utilizada por las Isapres, y las empresas de la salud privada, para aumentar el costo de sus planes y subir los precios de las prestaciones; por las AFPs para vía subterfugios del “mercado” y las leyes divinas que lo rigen, hacer desaparecer miles de millones de dólares de los ahorros de las y los trabajadores chilenos. Y de paso que sean estos mismos trabajadores quienes paguen el costo de la suspensión de la relación laboral, con sus ahorros del seguro de cesantía en virtud de la mentada ley de «protección al empleo», bajando a cero el costo del trabajo para el empresario ya que los únicos costos que mantiene, cotizaciones previsionales y de salud, los puede pagar en cómodas cuotas y a largo plazo, mientras estos reparten sus millonarias utilidades sin pudor alguno,y, además, ya se estén desarrollando políticas de salvataje a las empresas, como en la crisis de los 80s. Así vemos como se protege el patrimonio de las Mutualidades privadas que administran con ánimo de lucro la ley de accidentes del trabajo y enfermedades del trabajo, ocultando información y haciendo imposible la declaración como enfermedad laboral de los trabajadores contagiados, etc.
Es este proceso de «acumulación de riqueza», y las necesidades del trabajo humano para el mismo, que se traduce en un irrespeto absoluto por los derechos a la vida y la salud de las personas, es el que explica que en nuestro país, a pesar de las recomendaciones de diversos especialistas y autoridades municipales que así lo indican, no se hayan decretados «cuarentenas nacionales», sino locales cuyo efecto ya está probadamente fracasado, y que el Gobierno, y quienes nos gobiernan, nos llamen a esta nueva normalidad, a volver al trabajo, ya que necesitan nuestro trabajo para seguir acumulando riqueza, sin trepidar en hacerlo a costo de nuestras vidas y reprimiendo a quienes se alzan contra esta normalidad.
Es en ese contexto que el Gobierno, amparado en la anuencia, desidia o torpeza de una, o algunas de las “supuestas oposiciones” representadas en el Congreso, ha cumplido su largo y anhelado sueño de imponer una ley de Teletrabajo. Ley que vulnera tanto los derechos individuales como los derechos colectivos de las y los trabajadores.
Atenta contra el limite diario y semanal de la jornada de trabajo ya que mantuvo como alternativa la exclusión de límites de jornada, por lo tanto, podrá haber extensas jornadas de 12 horas, sin el pago de horas extraordinarias.
Nosotros sostuvimos que sería materialmente imposible dividir o separar el tiempo de vida del trabajador destinaría al trabajo remunerado y cuáles serían los tiempos de descanso y vida familiar.
Además, en la ley queda en manifiesto que el empleador permanece cada vez más lejano a su responsabilidad en lo relativo de garantizar al trabajador un ambiente de trabajo que garantice la salud y la vida. Establece al empleador como un tercero que solo impone unas determinadas condiciones de higiene y seguridad.
Lo anterior tendrá necesariamente un efecto en la ocurrencia de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, ya que por mucho que se empeñe un trabajador un domicilio particular no está organizado para evitar accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.
A más de un mes de entrada en vigencia de la ley, el abuso se ha implementado con las y los trabajadores, cambios en las jornadas de trabajo, suspensión de pagos en asignación de locomoción y colación, en algunos casos ni siquiera el computador, ni la silla fue entregado para realizar la función, donde el pago de internet, agua y luz está siendo asumida por el propio trabajador y donde hay problemas técnicos con internet le es descontado al trabajador el tiempo que no está disponible por caídas de este.
A todo esto, hay que sumarle el costo social de la triple jornada de trabajo que estamos realizando las mujeres; cuidado de nuestros hijos, además del trabajo doméstico o no remunerado y teletrabajo, que evidentemente generara estrés y enfermedades profesionales en un futuro cercano.
De esta forma esta ley, dictada con la complicidad o, en el mejor de los casos, ignorancia o falta de lectura del Congreso y las “oposiciones” ahí reunidas, además, de dar cuenta de la debilitada técnica legislativa que venimos observando en los últimos veinte años, constituyen un retroceso de siglos en los derechos impulsados por el movimiento obrero desde sus albores a fines del 1700, tales como el derecho a descanso diario, semanal y anual, el derecho a la protección a la vida y la salud de los trabajadores, etc., solo explicables por un gobierno amoral y un congreso decadente, que hacen urgente seguir en la lucha por una Nueva Constitución y la eliminación del régimen presidencialista que actualmente tenemos, ya que las actuales instituciones dominadas por el poder económico no dan el ancho para el futuro que en las calles se viene instalando, el cual no será acallado por pandemia alguna.