Javier Edwards: el lobo llegó

Volvemos a la cuarentena. Como en el cuento del lobo, finalmente el llamado “peak”, es decir, el lobo, llega con ganas de quedarse cuando muchos pensaban que no llegaría y seguiríamos siendo el país de los milagros. Pero no.

Por Javier Edwards Renard*

Y nos llenamos de prensa, redes sociales, la calle, la plaza pública de Bajtín, todo se convierte en un enjambre de avispas zumbonas y en lugar de información útil, tenemos ruido. Opiniones, criticas, advertencias, cálculos y sumas de generales que nunca han ido a la guerra.

¿Los peores? Los políticos de oposición que han estado muy lejos de entender la dimensión real del problema. ¿Qué habría hecho Jackson, Cariola, Jiles, Guilier, Teillier, Florcita Motuda si hubiesen estado a cargo de este problemazo? Pero hay otros que no lo hacen mejor y, entre ellos, esos escritores que han descubierto que opinar de política, siguiendo la corriente del rating, les asegura ventas más o menos jugosas: Baradit, el astro de la petit histoire a la chilena o Simonetti, Pablo, twittero persistente. Y esto para no mencionar a los “opinólogos” de matinales, o los presentadores de noticias en horario nocturno, en una televisión desde hace tiempo en crisis.

Es curiosos leer todas estas opiniones. En especial, porque ni los expertos saben, a ciencia cierta, cómo se comporta el virus y qué factores determinan la forma en que se manifiesta en unos y otros. Hasta el momento, viendo los números que se informan en el país, podemos decir: del total de los contagiados registrados la mitad se recupera dentro de unos 14 días; un 1% fallece.

Pero lo que dicen los que saben, es que se vienen por delante, al menos dos años de incertidumbre y ello si es que se descubre una vacuna que pruebe ser efectiva de verdad. Entonces, no será mejor que los charlatanes se callen de una vez por todas, que instalemos una especie de cuarentena sobre los fake news y sus generadores, un toque de queda que silencie a los mentirosos, la privación de la libertad para los que juegan al terror del miedo social y, de una vez por todas, dejemos hablar a los expertos, los que llevan sobre la espalda la responsabilidad de mantener bajo control al lobo feroz.

No pienso en medidas represivas del Estado, ni un ápice de fascismo o estalinismo en esta reflexión. Aquí sólo una apelación al sentido común de la gente para ahorrarnos el conventillo de dimes y diretes de esos personajes de segunda que tan fácilmente se hacen de un megáfono digital para confundir y angustiar y, quizás, de ello, sacar algún beneficio espurio.

Los no expertos, tenemos el rol de ser disciplinados. Los que no estamos matriculados con este gobierno, debemos dejarlo gobernar y apoyar con ideas, con conocimiento útil, con mesura. Hoy por hoy, las mascarillas también deben usarse a nivel mental, para no contagiar al país de mentiras y para no dejarse intoxicar con la mortífera post verdad.

Después de la debacle de Italia y España, Slavoj Zizek dice que el sistema de mercado no logrará parar la pandemia salvo que se comporte de una manera poco liberal (lo que es difícil). Por su parte, el pandemiólogo experto de Suecia y su política de restricciones suaves sostiene que todos -un “todos” no literal- se van a contagiar, que la única salida es controlar el proceso para que no colapsen los sistemas sanitarios. Y quizás ellos también se equivoquen. Ni siquiera Nueva Zelanda, que lo ha hecho bien, tiene asegurado su resultado en el tiempo. Si llega a tener cero casos de contagio, tendrá que encerrarse en su geografía insular pero, ¿hasta cuándo?

En el fondo, todos los que están gobernando están intentando lograr una fórmula lo menos letal posible, con la excepción quizás de Trump y su copia brasileña: Bolsonaro. Y es que son dogmáticos del mercado. Pensar que hacen algo perverso o frívolo es tener muy mala leche. Esta pandemia está afectando, contagiando, matando gente en los países más ricos y los más pobres sin distinguir. Y los gobiernos tendrán que usar la autoridad para instalar la disciplina necesaria para que el proceso de contagio sea -ya que inevitable- paulatino.

Y no olvidemos: junto con la crisis sanitaria, la recesión que ya se inició será más letal que la pandemia. Tampoco pasemos por alto que no hay receta mágica o mago: ni liberalismo, ni socialismo, ni despiertos sociales, ni budismo zen, ni anarquistas varios, ni flores de Bach, ni facistas de la libertad, no hay nadie que sepa realmente -hoy- que es lo que hay que hacer para superar la pandemia. Entonces, un poco más de seriedad, de humildad, responsabilidad y respeto por los esfuerzos que se están haciendo, que no son pocos.

*Abogado Universidad de Chile, Magister en Derecho Europeo de la UAB (Barcelona, España) y LL.M. en Derecho Corporativo, Financiero y Bancario de Fordham University (Nueva York) profesor de derecho comercial, y crítico literario por más de 25 años en distintos medios.

2 Comentarios
  1. Lito dice

    Tremendo articulo. Muy claro y contundente. Felicitaciones al sr Edwards

  2. Jessica Edwards dice

    Javier Edwards interpreta a la mayoría silenciosa de este país. Gracias por este excelente artículo!!

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El Periodista