Cambios alrededor del coronavirus
Por Alicia Gariazzo
Hay analistas y estudiosos que están comentando en forma crítica lo que ocurre en el mundo con la pandemia. Muchos, como Kike Romero, Chomsky y otros, piensan que la publicidad desmesurada que ha recibido corresponde a la necesidad de los grandes poderes de hacer un reseteo, previo a la instalación de una nueva organización mundial. En las grandes guerras e invasiones, especialmente antes de la guerra fría, estos reseteos se relacionaron cruda y directamente con el mundo del trabajo y los cambios que requerían las nuevas relaciones de explotación.
En Chile, a mi modesto entender, me extraña que no haya comparaciones entre los actuales afectados por el virus y los que hubo en 1957 con la influenza. Tampoco puedo ubicar los datos en un contexto comparativo con otras enfermedades y causas de muerte, como fue la tuberculosis, la poliomelitis, etc., dado que carecemos de estadísticas porcentuales de muertos y afectados por períodos. Hay muchas cosas que no entiendo, como las cifras gigantescas que leemos diariamente sobre la pérdida de puestos de trabajo, cuya única justificación sería la ausencia de demanda, sin dedicar una sola palabra a que esta pérdida ya se venía produciendo antes de 2020.
Desde 1960 en Chile se comienzan a estructurar procesos productivos cada vez más ahorradoras de mano de obra. Este cambio comienza con la Alianza para el Progreso y la Reforma Agraria de 1964. Allí se inicia a reemplazar el inquilinaje por temporeros. Desaparece el trabajo decente afirma la OIT, como el de las trabajadoras que desconchan mariscos en línea, las que carecen hasta de tiempo para orinar. La agricultura incorpora tecnología y hoy un administrador puede manejar solo un predio con softwares y drones. La industria forestal prepara la madera digitalmente. En las praderas desaparece el pastoreo. La empresa ganadera más moderna de AL, propiedad de los Edwards, maneja el ganado parado, encerrado, con música y películas. Así es inseminado, produce más leche, y su alimentación óptima la define un software. Igual se hace con otros animales, especialmente pollos, que además comen lo que obran con el alimento que se mezcla en una cadena sin fin que pasa por delante y detrás de sus cuerpos erguidos.
Esto se profundiza en 1973 con la aplicación de un modelo neoliberal puro, donde la dictadura militar arremete ferozmente contra la clase obrera. La burguesía no podía seguir aceptando el avance de los derechos y reivindicaciones de esta y la destruye física y legalmente. Luego, el empresariado disminuye puestos de trabajo trasladando talleres al Asia para pagar menores salarios. Especialmente en el área de la confección textil y calzado donde Chile tenía algunas industrias. Solo se mantienen formas de trabajo a destajo donde costureras realizan el trabajo en sus casas absorbiendo los gastos de previsión, salud, careciendo de apoyo sindical e incluso de la identidad de obreras. Desaparece el movimiento obrero, sindical y políticamente.
La tendencia empresarial emergente es trabajar con el mínimo de mano de obra desprovista de poder y organización, reemplazándola con la modernización, la informatización de procesos y nuevas tecnologías digitales. La riqueza de los empresarios privados, dueños de todos los recursos naturales donde son dueños hasta del agua, les permite incorporar nuevas tecnologías ampliamente. Incluso, hoy, debido a la sequía se han desarrollado formas de acceder al agua de mar. Las empresas mineras, a las que esta afecta, la están desalinizando con energías alternativas. Se presume que el consumo total de agua de mar llegará a 14,53 metros cúbicos por segundo en 2029, lo que representa un aumento de un 12% en relación a 2018. Este aumentará a medida que aumente la producción de cobre. La iniciativa de desalinizar el mar se ha trasmitido a algunas municipalidades, como la de La Ligua, que lo están replicando. Generalizado este proceso, dado que contamos con mar a lo largo de todo el país, Chile no se vería afectado nunca más por una sequía.
Considerando los problemas de la capa de ozono y el smog de las grandes ciudades, Chile ha impulsado la electromovilidad. En energía en el Sur tenemos vientos que nos facilitan la creación de parques eólicos. Aunque ya se ha construido uno en la Cuarta Región. En el Norte, en el Desierto de Atacama, la zona con mayor radiación solar en el mundo, cuenta con un potencial gigantesco de producción de energía eléctrica proveniente de energía solar. Incluso exportable, ya que su volumen podría llegar a 60 veces el consumo total de energía de Chile y al 20% del consumo de todo el mundo.
Según la política nacional de energía 2050, Chile se ha puesto como meta alcanzar a ese año una matriz 100% eléctrica para el transporte público y un 40% eléctrica para el transporte particular. Según la Asociación Nacional Automotriz, el parque automotor eléctrico llega hoy a 2.000 unidades, en su mayoría buses, taxis y vehículos de transporte para industrias, pero esto está aumentando y podría hacerlo aún más si se otorgan franquicias especiales a la importación de vehículos particulares que vayan reemplazando paulatinamente al actual parque automotor nacional. El Gobierno ha importado 200 buses, 100%, eléctricos, para el Transantiago, recargados con 100% de energías renovables.
La electromovilidad aumentará fuertemente la demanda de cobre en los próximos 10 años. Si durante el 2017 se ocuparon 185.000 toneladas de cobre en el ámbito de la electromovilidad, se estima que para 2027 la demanda se incrementará nueve veces, llegando a 1,7 millones de toneladas. Mientras un vehículo convencional usa 23 kilos de cobre, uno eléctrico llega a los 83 kilos y casi el 50% está en la batería que lo propulsa. En el caso de un bus, supera los 300 kilos de cobre. Además, los cargadores para estos vehículos llegan a utilizar hasta 9 kilos en su equipamiento, sin contemplar los metros de cable de cobre para conectarse a la red, estimando que para 2027, habrá 40 millones de puntos de carga en el mundo.
Los autos eléctricos deben contar con baterías para recargarlos y estas dependen del litio. Chile es el segundo exportador de litio en el mundo, con 14.100 toneladas, la mitad de las reservas mundiales y 45 salares. En primer lugar está Australia con 18.700 toneladas gracias a la puesta en marcha de dos proyectos Mt Marion y Mt Cattlin. Por lo anterior, la participación de mercado de Chile pasó desde 37,6% en 2016 a 32,8%. La de Australia subió desde 36,8% a 43,5%, según cifras de 2017.
El litio está en manos de SQM y Albemarle que controlan su explotación en el Salar de Atacama, donde producen hidróxido de litio y carbonato de litio. Allí se inauguró el primer eco-cargador solar que funciona independiente de la red eléctrica (off-grid), abasteciéndose íntegramente de energía solar captada a través de 46 paneles fotovoltaicos, y un sistema de respaldo de baterías de litio distribuidas en nueve módulos. Las baterías intensivas en niquel demandan más litio y ese mercado aumentará en un 500% para 2024.
Ya el uso de drones está generalizado en el país. En agricultura, minería, investigación, fotogrametría, cálculo de volúmenes, reconocimiento de terrenos, palas eólicas. Un dron de cara puede llevar 10 litros de químicos y recorre un terreno más rápido que el personal de tierra. La mayoría de las clínicas del país cuenta con robots y ya se han hecho cientos de operaciones con estos. Muchas cuentan con el robot más desarrollado para cirugías que es el robot Da Vinci. Una multinacional española, con una inversión superior al millón de dólares, está instalando el primer data center local, el cuarto a nivel mundial, con el que ofrecerá servicios de cloud computing para todo el Cono Sur. No hay espacio para seguir describiendo las tecnologías utilizadas.
Las nuevas tecnologías han permitido un desarrollo gigantesco de todos los puertos del país que han despedido trabajadores en cifras increíbles. También otros sectores. La minería ya usa sus camiones sin conductor. El Metro usa energía eólica y solar. Chilectra eliminó los medidores de energía, medición que se hará online. Las instituciones de la Administración Pública, y otras que atienden al público ya cumplen todas sus funciones on line, al punto que las cuarentenas que actualmente estamos sufriendo no han perjudicado dicho funcionamiento en lo fundamental y el teletrabajo probablemente se mantendrá en muchas áreas cuando pase la pandemia.
Esta situación, por cierto, se vive también en los países desarrollados. Los que cuentan con gobernantes con sentido social, en el norte de Europa, han repartido entre los ciudadanos más pobres las pérdidas por concepto de desempleo, han instalado la educación gratuita, en Alemania incluso para extranjeros. Han disminuido la jornada de trabajo y han discutido con la ciudadanía las nuevas realidades. Por supuesto han analizado las necesidades de educación que demandan los nuevos puestos y tecnologías y han modernizado todos los bienes de uso público, usando para el conjunto de la sociedad las ventajas que conllevan tecnologías tan maravillosas como las que estamos usando en el mundo en la actualidad.
En Chile no hay información y en estos días solo sabemos del virus. Nada de las nuevas tecnologías. Los datos previamente descritos solo se encuentran en revistas que llegan de Europa o en revistas especializadas. Las iniciativas de innovación que realizan jóvenes pasan muy rápido por la prensa y no se comentan. Son más interesantes los noviazgos de la farándula. Hay grupos de jóvenes que hacen inventos destacables produciendo en impresoras 3D o creando novedades, como la Selección de Football de robots, pero eso en nuestro país no se valora.
Qué bonito y fácil sería tener un Gobierno normal, una clase política informada y discutir en conjunto cómo podemos utilizar las riquezas de nuestro país, cómo podemos utilizar el tiempo libre, cómo podemos transformar nuestra educación. Esta experiencia horrible que estamos viviendo podría ser útil si los medios de comunicación analizaran los fenómenos en profundidad y los más ricos se conformaran con tener solo diez familias en los records de Forbes.