París no se acaba nunca
La frase es un juego, pero también una verdad: París no se acaba nunca. Y los que hemos estado allí sabemos de cerca que por más veces que la hayamos visitado, permanentemente se reconfigura y resignifica en cada paseo cerca del río, en cada café, en cada museo, en cada librería que uno busque o se cruce.
Por Montserrat Martorell (desde París)
El escritor catalán Enrique Vila-Matas decía que la capital francesa era un universo que no tenía límites y donde él había podido crecer. Cierto o no, el autor se fue de su natal Barcelona para convertirse en escritor en una buhardilla alquilada a Marguerite Duras.
La frase es un juego, pero también una verdad: París no se acaba nunca. Y los que hemos estado allí sabemos de cerca que por más veces que la hayamos visitado, permanentemente se reconfigura y resignifica en cada paseo cerca del río, en cada café, en cada museo, en cada librería que uno busque o se cruce.
Por causas y azares llegué hasta Saint James, un hotel de lujo (el único hotel-castillo de París), ubicado en 5 Place du Chancelier Adenaur, a veinte minutos caminando de Champs-Elysses y a 12 del Arco de Triunfo.
La mansión, de estilo neoclásico francés y rodeada de jardines privados, tiene 48 habitaciones y refleja la elegancia de una época que nos cuenta, casi como un secreto, que fue el primer aeródromo de París.
La leyenda dice que fue Madame Dosne-Thiers, quien mandó a construir, en 1892, una fundación en memoria de Adolphe Thiers, primer presidente de la Tercera República Francesa, que cobijó durante casi un siglo a los estudiantes más destacados. Una especie de internado que hoy mantiene el bar-biblioteca, como un intento de resguardar detalles del pasado.
¿Cuánto cuesta una noche? Entre 400 y mil dólares. ¿Aplauso cerrado? Totalmente. ¿Volvería? Tres veces sí.
Instagram: @saintjamesparis
www.saint-james-paris.com