Margarita Pastene: Despertó Chile, despertaron las audiencias
El descontento de los chilenos que se estuvo fraguando lentamente en las últimas tres décadas, no fue advertido por los medios de comunicación. La información periodística se había convertido en un espectáculo, mientras el Chile real clamaba por atención.
Por Margarita Pastene, Presidenta Nacional del Colegio de Periodistas de Chile
Chile despertó, es la consigna que desde hace 10 días gritan cientos de miles de chilenos en las calles de todo el país.
En ese despertar, la gente no sólo está reclamando por la precariedad social y económica que viven la mayoría de chilenos y chilenas, sino también por la farsa que por décadas, desde la recuperación de la democracia, los medios de comunicación montaron para hacer creer que el país sudamericano era un verdadero “oasis”.
Por eso, los chilenos están más indignados aun debido a la orientación informativa que la prensa chilena ha dado a la grave crisis política y social que vive Chile.
La queja apunta principalmente a la televisión, la que en pocos días dio vuelta su discurso, desde el intento por convencer a todo un país que se estaba viviendo algo parecido al paraíso, para pasar ahora a mostrar un país en guerra. Así de claro, por culpa de los manifestantes, tildados de delincuentes y saqueadores y justificando la decisión del Gobierno de decretar un Estado de Excepción, con tropas militares en la calle, y un “toque de queda” para poner orden y dar tranquilidad a una ciudadanía.
El foco informativo estuvo puesto en incidentes violentos y saqueos -que la mayoría de la sociedad condena- desestimando no sólo las causas reales de las masivas manifestaciones pacíficas que se han generado en todo el país por las desigualdades provocadas por el sistema neoliberal imperante; sino que se ha evitado dar cuenta real de la represión militar y policial inusitada en contra de los manifestantes.
La historia del periodismo en Chile no ha sido feliz. La gran prensa chilena, no sólo ha realizado este trabajo indecoroso en las últimas décadas, sino que también lo hizo durante el gobierno del derrocado Presidente Salvador Allende, convenciendo a la ciudadanía que con Allende llegaba el caos y el aniquilamiento del país, cuando en realidad, esa crisis se había fraguado y concertado antes y desde el extranjero.
En 1971 Allende apeló a la prensa e instó a echar andar la Operación Verdad. Para boicotear su gobierno, la gran prensa hasta creó medios de comunicación, como parte de una estrategia de propaganda comunicacional, liderada por el icono de la gran prensa chilena, el diario El Mercurio. Su dueño, el banquero Agustín Edwards, no sólo conspiró contra Allende desde el periodismo, sino que fue el tentáculo chileno de la CIA para el derrocamiento del mandatario en septiembre de 1973. Por lo mismo, la ciudadanía, acuño una frase significativa y que hasta hoy está en la memoria de Chile: “El Mercurio miente”.
Luego del golpe militar, la prensa chilena, reducida a dos grandes empresas periodísticas dueñas de El Mercurio y La Tercera, contribuyó en forma deliberada al ocultamiento y montaje sobre las violaciones a los derechos humanos y a los crímenes de lesa humanidad, acompañados en esa operación, por los canales de televisión controlados y monitoreados por la Dirección de Informaciones de la dictadura de Pinochet.
Ese triste episodio del periodismo chileno, que casi no ha tenido cuestionamiento, salió nuevamente a la luz, cuando la Corte de Suprema de Santiago, ordenó al diario La Tercera, hace un par de meses, en agosto de 2019, a rectificar la noticia sobre la ejecución de dos jóvenes, víctimas de un crimen de lesa humanidad. La Tercera había informado sobre este hecho en 1973, indicando que los jóvenes muertos, eran delincuentes comunes.
Esta sentencia del máximo tribunal chileno, aunque llegó muy tarde, 36 años después, fue considera una sentencia histórica y una oportunidad única para interpelar a la prensa que en dictadura actuó como cómplice directo en el ocultamiento de la verdad.
El descontento de los chilenos que se estuvo fraguando lentamente en las últimas tres décadas, no fue advertido por los medios de comunicación. La información periodística se había convertido en un espectáculo, mientras el Chile real clamaba por atención.
La Constitución chilena establece la no intervención del Estado sobre los medios de comunicación, pero no tiene indicaciones sobre la responsabilidad del Estado para salvaguardar el derecho ciudadano a la información veraz y oportuna, libre de manipulación y montaje, lo cual se agudiza con la inadecuada concentración de la propiedad de los medios imperante en Chile, con un discurso político e ideológico, sin contrapeso.
El Colegio de Periodistas de Chile ha planteado que esta situación no asegura al país una oferta informativa que responda a los principios democráticos, ni garantiza el pluralismo informativo. Los medios alternativos que sin duda han jugado un rol importante, apenas sobreviven y la mayoría ha sucumbido por inviabilidad financiera. En definitiva, hay un derecho no cubierto, el derecho a la información que reclama, entre otras demandas, la mayoría de chilenos y chilenas.
En este escenario, los periodistas están sufriendo las consecuencias, porque la ciudadanía ya no está sumisa ante las cámaras de televisión, por el contrario. Las personas en los lugares públicos al ser entrevistada por reporteros, se niega a hacer declaraciones, boicotea “en vivo” los contenidos e imágenes y hasta les agreden. Este estallido social, la prensa chilena lo está sufriendo en carne propia.
Este fin de semana, la consigna “Chile despertó”, espontáneamente cambió por “Chile apague la tele”. Y no es casual, las audiencias también despertaron. Luego de la marcha de casi un millón y medio de personas en las calles de Santiago y miles en el resto del país, la televisión orientó su discurso, haciendo eco de las declaraciones del Presidente Piñera y de la Intendenta de Santiago. Para las autoridades de gobierno la gente que salió a protestar a las calles, ya no son “vándalos, delincuentes, ni criminales”, sino “chilenos que sueñan por un país más justo”. Este vuelco comunicacional desde el palacio de Gobierno, tiene como principal aliado, a los canales de televisión y la gente lo sabe. Apague la tele.
Artículo publicado en el diario sueco Aftonbladet, 29.10.2019 https://www.aftonbladet.se/kultur/a/dOal1o/president-pineras-press