Amanda Teillery, escritora: Nunca vas a entender el dolor que no viviste (o qué hacer con tu privilegio)
Es fácil no sentir rabia cuando todo siempre ha estado de tu lado.
Por Amanda Teillery, escritora*
El video muestra a un grupo de mujeres jóvenes armadas con mascarillas y chalecos amarillos para limpiar lo que los manifestantes han escritos por las calles. Son varias personas, que frotan los rayados con lo que parece ser diluyente o algún otro producto de limpieza, entregadas en esa tarea.
En los últimos días hemos visto harto de grupos como estos; estudiantes, en su mayoría de la clase alta, que salen a lavar la ciudad para no dejar rastro de las protestas. Entonces ocurre lo que convierte a este video en viral y el motivo por el que ha dado tantas vueltas; aparece en primer plano una joven rubia que intenta borrar el escrito de la pared usando solamente una escoba, pasándola de manera frenética e insiste, y mirando algo distraída a los lados, sin caer en la cuenta de lo fútil de aquel esfuerzo.
Y sí, el video es chistoso. Solté un par de risas y se lo mostré a la persona que estaba al lado mío para que se riera también. Pero la imagen de aquella mujer de clase acomodada intentando borrar -sin éxito- la historia que la gente ha escrito, la gente que ha estado reclamando por cosas que ella jamás ha vivido, me resulta difícil de digerir y me deja un sabor amargo.
Días más tarde, con motivo de halloween, se hicieron virales fotos de personas con disfraces racistas y clasistas. En una de éstas, una pareja de jóvenes aparece vestida de saqueadores, llevando cajas de plasmas y televisores. Él, con una camisa de fútbol y una pañoleta en su cuello y ella con la cara pintada de negra, haciendo alusión, según muchos, a un par de haitianos que aparentemente fueron vistos saqueando en un supermercado. Buscaban risas, seguramente. Seguramente las consiguieron, en la fiesta que estaban, pero al subir las fotos a internet, y sacarlas del círculo que celebra ese tipo de “humoradas”, todo fue diferente.
Ante las críticas y mensajes que recibían, los protagonistas de las fotos cerraron sus redes sociales, pero eso no impidió que sus amigos salieran a defenderlos, acusando a los detractores de ser exagerados y no tener sentido del humor, que sus quejas no tenían sentido. El peor tweet vino por parte de una amiga de la joven de la foto, que señaló que ella en realidad es muy buena onda pero por mala suerte es “rubia, bonita y además le va bien” y que eso molestaba “al punga resentido”.
Punga resentido. Así lo resumen. Así es como ven a las personas.
Esa es una situación similar a la anterior; gente privilegiada se burla de una lucha que nunca se vieron obligados a enfrentar, de los problemas que nunca tuvieron que afrontar, restándole valor. Diciendo que no es para tanto, que no sean exagerados. Intentando callarlos.
Lo que más me perturba, es que creo saber de dónde vienen esos comportamientos. Creo saber de cerca quienes estas personas son.
Cuando Roxana Miranda era candidata a la presidencia, escuché un par de veces a profesoras y compañeras de colegio decir que no les gustaría ver gobernar a una persona con tanta rabia acumulada. Tenía demasiada rabia para ser presidenta, decían. Una rabia que les parecía irracional y peligrosa. Una rabia que no entendían, y, que por ende, no podía ser válida.
Era una rabia que les incomodaba, porque los apuntaba con el dedo, los acusaba, los llamaba a mirarse en el espejo de verdad. Una rabia a la que les enseñaron a temer, porque era desconocida, venía de otros lugares. Y la manera de lidiar con ellas era no verla, intentar esconderla, como con todo lo que incomoda. Si no se ve no existe.
Esas son las mismas personas que hoy veo escribiendo “no es la forma” al respecto de las movilizaciones, condenando los saqueos en el supermercado, la violencia de las manifestaciones, bajándole el perfil al dolor que el resto siente. Las mismas personas que no van a marchar pero sí salen a limpiar las calles y borrar los testimonios de los que están luchando, las mismas personas que se disfrazan de saqueadores en halloween porque es algo tan lejano que llega a ser chistoso. Y es que en la posición que están -y que muchos estamos- es lo más fácil, probablemente. Quedarse ahí, no cuestionarse. Es fácil no sentir rabia cuando todo siempre ha estado de tu lado.
Nunca vas a entender el dolor que no viviste, y por ende, no te corresponde intentar silenciarlo. No te corresponde decirle a alguien cómo se debería sentir. No puedes condenar el saqueo a un supermercado si nunca sentiste hambre y de pronto la oportunidad de conseguir comida se te presentó. No puedes condenar la manera en que la gente manifiesta su rabia y dolor si nunca los sentiste.
Quizás nunca sientas esa rabia y dolor. Entonces lo mínimo que puedes hacer es darle espacio para que se manifieste.
*Autora de “¿Cuánto tiempo viven los perros?” (2018) y “La buena educación” (2019).Integra AUCH!