Montserrat Martorell: ¡Que la intolerancia no consuma nuestros vínculos!
¡Qué peligroso rodearse de gente que te dice siempre que “sí”! ¡Qué peligroso homogeneizar los discursos!
Por Montserrat Martorell, periodista y escritora*
¿Con cuántas personas han discutido estos días? ¿Cuántos los han dejado de seguir en Instagram? ¿Han silenciado sus historias? ¿Los han bloqueado?
¿A cuántos les han mandado mensajes por interno donde ni siquiera hay espacio para una respuesta? ¿Para que el otro diga lo que le pasa, lo que siente? ¿Con cuántos dejaron de hablar hace trece días porque les molestaba cómo pensaba alguien que conocen hace 20 años?
¿Cuántos de ustedes se han retirado de grupos de WhatsApp?
Es lamentable que cosas así ocurran. Que existan quienes no puedan dialogar, no puedan comunicarse, no puedan debatir, no sean capaces de entrar en universos ajenos a los de su cabeza. Y que sí, en cambio, se ofusquen, se enojen, se sientan atacados por todo y por nada.
¡Qué peligroso rodearse de gente que te dice siempre que “sí”! ¡Qué peligroso homogeneizar los discursos!
Yo vengo de una familia donde se piensa diferente. Estuve en dos colegios: uno hippie y otro más conservador. Mi mundo lo nutren personas que no tienen nada en común las unas con las otras. Soy de izquierda y he amado profundamente a hombres que no pensaban como yo. No fue la política la que me separó de ellos. Tengo 31 años y sé que la vida son también sus matices.
¡Evolucionemos! ¡Seamos mejores personas! ¡Seamos abiertos con los demás! ¡Permitamos las diferencias, las conversaciones, las palabras! Esta breve columna va dedicada a personas de izquierda y de derecha, a seres humanos. ¡Trabajemos en eso! ¡Que la intolerancia no consuma nuestros vínculos!
*Autora de las novelas La última ceniza (Oxímoron) y Antes del Después (LOM)
Si no me equivoco esa foto de la bailarina es de @paz.pachy
Tiene toda la razón, la cambiaremos de inmediato. Gracias!
Magnífica columna. En estos días se han visto todas las grietas que antes estaban escondidas bajo la rutina, bajo el hastío, bajo ese no sé qué de la costumbre. Creíamos que la vida era así y no, en realidad no lo era, no lo es. Estos días son violentos y bellos. La forma exacta de nuestro pensamiento ha quedado al desnudo. La forma exacta de nuestro compromiso con la vida también.
¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. (Albert Einstein)