Yesterday: con los Beatles no se juega
Una historia de amor que tenía todo para ser un éxito y alcanza apenas para verla un domingo a la mañana, con niños y abuelos, acompañado de popcorn y bebidas carbonatadas donde el gas de la ingesta, de seguro, será mil veces más memorable que la historia expuesta en la pantalla grande.
Por Miguel M. Reyes Almarza*
“Un mundo sin los Beatles sería infinitamente peor” es la sentencia desgarradoramente honesta que forma parte del guion de esta simple y evidente seudo comedia musical en el clímax mismo de la historia. Sin embargo, una afirmación de tal calibre necesitaba de al menos un argumento potente donde la música de los Fab4 no fuera una especie de ornamento forzado, sino más bien parte medular de la trama. Es aquí donde el filme que venía precedido de una tormenta de expectativas queda en deuda con la audiencia y no solo la fanaticada Beatle que es una de las legiones más grandes del planeta, sino también aquellos que disfrutan de una buena historia.
Y había para ilusionarse, en la dirección el gran Danny Boyle, el mismo de Trainspotting (1996) y Óscar -y BAFTA- como mejor director en Slumdog Millionaire (2008), el británico prometía al menos una historia de dinamismo superior donde la realidad y la fantasía -dos elementos que él conjuga a la perfección- podían tejer un buen lienzo que entrelazara de forma inteligente la perversa y original idea de un mundo donde los Beatles -por causas misteriosas- no existen, con la simple vida de un músico de talento escaso que debe enfrentar esta cruda pero generosa realidad siendo el único que los recuerda.
Un acierto es la participación en el protagónico del nobel actor de telenovelas Himesh Patel (Jack) quien logra capturar el sentimiento Beatle en cada una de sus interpretaciones con una voz correcta y una impronta graciosa y profunda a la vez, propia de los chicos de Liverpool. Patel es secundado de forma eficiente por su compatriota, la actriz Lily James (Elle) de carrera bastante más fecunda en el cine, los musicales y la tv. Sin embargo, esta pareja de hermosos jóvenes junto al maestro de la entretención musicalizada no es suficiente para cargar con la historia de los genios indiscutidos de la música popular.
La película se torna un estándar romántico -amor que va y viene, pero con el final feliz que Hollywood y Bollywood adoran- donde ni siquiera la actuación de Ed Sheeran -como él mismo- logran justificar el uso del lenguaje musical más allá del lugar común, de ‘la vieja confiable’. Quizás Boyle cayó en la tentación luego de ver el éxito de historias similares basadas en héroes del Rock como Freddie Mercury o Elton John, o simplemente jugó a ganador y los Beatles le quedaron muy grande.
Una historia de amor que tenía todo para ser un éxito y alcanza apenas para verla un domingo a la mañana, con niños y abuelos, acompañado de popcorn y bebidas carbonatadas donde el gas de la ingesta, de seguro, será mil veces más memorable que la historia expuesta en la pantalla grande.
Mr. Boyle, si va a hacer algo con los Beatles, con los malditos Beatles, que sea en grande o tome mejor un puñado de canciones de amor del cancionero universal y con un costo menor en derechos logrará el mismo y elemental objetivo.
★☆☆☆☆ (1 ½ sobre 5)
*Periodista.