Marta Blanco: ¿Y cómo andamos por casa?
“Señores y señoras senadores y diputados: traten de conversar sin agarrarse de las me-chas ni inventar o repartir ‘fake news’, y sin desconfiar tanto del otro”.
Por Marta Blanco*
Pensemos en el Congreso. ¿Están agarrados del moño? Parece que sí, parece que no. Pero el resultado de un Parlamento dispuesto a no dejar pasar sino las ideas de su mayoría temporal, no estar dispuesto a dialogar, confirma que aquellos 17 años le gustan a los que no entienden que parlamentar es conversar.
No creo que Chile pueda darse el lujo de creerse un país desarrollado. Si no lo está, no lo estará. Las ideas de progreso infinito que postula el neoliberalismo -cuyo líder debería ser Benjamin Disraeli-, son muy anticuadas; si nos ponemos onda chileno con fundo, diremos: “pero si pobres ha habido siempre, mija. ¿Cómo vamos a gastar el erario en enseñarle a gente que anda con hojotas y pica la tierra porque no sabe otra cosa?”.
Así la ignorancia avanzó como la peste en el medievo por la tozudez de quienes no tenían carencias diarias y perdieron el sentido común. Desconocían los principios de economía y decían que la filosofía era una patraña intelectual de burgueses.
Hoy, si quieren hablar de desarrollo, hablen de escuelas públicas dignas en lo material y llenas de profesores dedicados a sus materias, ni mirados en menos ni maltratados por los alumnos y aún sus padres.
Si quieren hablar de desarrollo hablen de escribir a mano, que ayuda al cerebro a desarro-llarse y pensar. Hablen de leer de corrido y pensar ídem. De entender que la poesía es la madre del lenguaje. Cuenten a sus hijos y alumnos de Homero, ese griego mitológico que contó en verso (cantado) la guerra de Troya. Tomada por leyenda hasta que un loco a quien su padre le leyó a Homero a los nueve años, escarbó la tierra de un cerro nombrado por Homero antes de Cristo y encontró la ciudad que no existía en el siglo XIX.
No creo acertado entregar a niños que no saben ni que la Tierra es redonda, ni que cam-biarán los dientes entre los 4 y los 14 años, un computador y un celular. El conocimiento es lento, madurado y va a pequeños pasos. Es el cuento de la tortuga y el conejo.
El conocimiento no es ver televisión de pésima calidad formativa cuantas horas quieran, comer lo que se les antoja y hablar de todo sin entender nada.
El conocimiento va siendo desconocido cada vez más por la intromisión de la televisión en las cabezas sin amoblar de los niños. Y nadie les entrega las maravillas de hombres como el polaco Copérnico, que descubrió que la Tierra no era el centro del Universo sino el sol. Copérnico lo expresó por escrito y matemáticamente y lo escribió en secreto para no ser declarado hereje por la iglesia católica. Solo lo contó cuando estaba agonizando a su se-cretario. Muchos siglos después Galileo, un italiano inteligente, matemático, lo contó a la iglesia y sufrió pena de reclusión domiciliaria por su audacia. Un amigo le aconsejó que se retractara. Pero lo dijo. Y lo demostró. Y pasó los últimos años de su vida encerrado en su casa a pesar de haber dicho antes de jurar que lo que creía era falso “e pur si muove”, murmuró por lo bajo, pues había probado para la posteridad que la Tierra giraba alrededor del sol.
La educación es más que saber y adivinar. Es creer en el conocimiento, el pensamiento y la reflexión. Quítele a los niños el espacio silencioso del tiempo propio de apariencia “floje-ra” y les estará impidiendo pensar.
En cuanto a los que conforman el Parlamento, quiero creer que cambiarán de actitud y dejarán de paralizar al Estado, dejarán de ser –por ideologías varias- porfiados al creer que el hombre ha arreglado el mundo con una sola idea.
Una sola idea, siempre que sea la propia.
Señores y señoras senadores y diputados: traten de conversar sin agarrarse de las me-chas ni inventar o repartir “fake news”, y sin desconfiar tanto del otro.
¿No se dan cuenta que así se quiebra un gobierno, se meten los militares, sube la vida, baja la producción, aumentan los cesantes y seguimos perdiendo el tiempo en construir hospitales, educar seres que sean adultos responsables, y ganarle la pelea al trabajo seguro, los viejos cuidados y no botados y los niños muertos en el Sename o por causa de nuestra permanente indiferencia con esas realidades de miseria, de soledad, de enferme-dad sin atención y de lugares imposibles donde aún viven demasiados chilenos con dere-cho a voto que ignoran su importancia en una elección?
Cuidadito que aprendan. Son capaces de cambiar el Congreso. Y hasta de cerrarlo.
*Periodista y escritora
sra marta blanco…mis respetos por ejercer su oficio de manera acertiva y honesta,no hubo articulo donde no me sintiera identificado por la franqueza de sus palabras,me siento agradecido de ud.felicidades