Habríamos canonizado a un monstruo
Hubiésemos estado orando ante su imagen y supondríamos que por sus méritos y virtudes podría interceder mejor ante Dios.
Por Rodrigo Larraín, Sociólogo y académico, U. Central
Los resultados de la investigación encargada por la Compañía de Jesús, y tal como los dio a conocer el Provincial Cristián del Campo, confirman prácticamente todo lo denunciado por la teóloga en contra de Renato Poblete.
El delincuente, ya fallecido, llevó una doble vida perfecta, a pesar de la gran actividad desplegada día a día, se dio maña y tiempo para tener una sórdida vida en paralelo.
Él fue mi profesor, por lo que durante dos años lo vi frecuentemente, y eran tantas sus actividades que me resultaría imposible no preguntarme a qué hora cometía sus fechorías; sin embargo, se hacía el tiempo.
Pero el crimen perfecto no existe y más de alguna vez algunos cercanos dijeron que, alguien le había contado algo, que no hicieron mucho caso, que no creyeron, que quién iba a imaginar algo así; es decir, un encubrimiento por desinterés, curiosamente, por desinterés a sorprenderse o indignarse por los pecados contra el sexto mandamiento. Raro, considerando la fijación clerical con ese pecado cuando un pobre laico peca; pero también la benevolencia con que se juzga a un hermano clérigo, aunque se trate de horrores.
La comisión de estos delitos comenzó a inicios de los 60. Son los tiempos del Concilio Vaticano II y del posconcilio. En esa época los sacerdotes se enamoraban y abandonaban el estado sacerdotal, eran buenos maridos y buenos padres, y la Iglesia prefería dejar a los laicos sin atención pastoral y sacramental antes que tener sacerdotes casados. Hoy ya sabemos en lo que terminó uno que, no teniendo vocación alguna, se quedó dentro del clero y se hizo una fama de hombre con un inmenso contenido apostólico, un Alberto Hurtado II.
Pero hay algo mucho peor. Aunque sea pecado dudar de la fe ajena, en este caso es evidente que fe no hay, la prueba explícita es la conducta del hechor; no hay ningún respeto -más bien burla- contra las prescripciones eclesiásticas sobre el sexo y el celibato.
Cómo se puede seguir celebrando la misa, los sacramentos y otros misterios, y poner “caritas” simulando una condición interior que no se tiene. Para qué decir la moral, evidentemente que tampoco había. Como tuvo 6 relaciones largas y estables con mujeres, el fresco había institucionalizado en su vida oculta, el divorcio. Alguno intentará hacer un diagnóstico psicológico o psiquiátrico para eximir de culpa y pena al engañador. Otro, sacando argumentos teológicos y religiosos tuertos, sostendrá que todos somos pecadores. Por supuesto que sí, pero hay cosas que yo no haría.
Pero se cayó todo. Gracias a Dios. Si no, hubiéramos comenzado el proceso que culminaría con la canonización del referido sujeto. Miles habrían declarado todo el bien que les hizo la obra social del Padre Hurtado llevada a su máxima expresión, como obra de este varón. Se le hubiera asociado un rol fundamental y relevante en todas las obras, que desde los años 60 hasta su muerte, efectuó la Compañía de Jesús, un verdadero epítome. Hubiésemos estado orando ante su imagen y supondríamos que por sus méritos y virtudes podría interceder mejor ante Dios. Un verdadero paradigma y arquetipo para los jóvenes jesuitas. Pero el miércoles 31 de esta semana celebramos a San Ignacio, un santo de verdad que fundó a la Compañía y, todo indica, que todavía la cuida.
KRISHNAMURTI: El otro día estuve hablando con un sacerdote y me dijo que mantenía su iglesia a causa de que había tanto desempleo. Dijo: “Usted sabe, las personas desempleadas no tienen hogares, no tienen acceso a la belleza, a la música, a la luz, al color, no tienen nada, sólo horror, una vida espantosa; y si vienen una vez por semana a la iglesia, al menos allí hay belleza, hay alguna quietud, algún perfume, y se van apaciguados por el resto de la semana y regresan nuevamente”. Por cierto, ¿no es ésa la forma más grande de explotación? O sea, este sacerdote en particular trataba de apaciguarlos en su conflicto, trataba de aquietarlos, en otras palabras, de adormecerlos con respecto a la posibilidad de que trataran de descubrir la verdadera causa del desempleo. Ahora bien, si ustedes dicen que los sacerdotes son indispensables para practicar los ritos, las ceremonias del cristianismo, averigüemos entonces si esas ceremonias, esos ritos, son necesarios, ¿Son necesarios? Como no asisto a ellos, no puedo contestar. Para mí no tienen valor; pero para ustedes, que asisten a ellos, ¿son valiosos? ¿En qué forma les benefician? Acuden a ellos en las mañanas de los domingos, se sienten muy devotos, inspirados, lo que fuere, y por el resto de la semana son explotados o explotan a otros. Sigue habiendo crueldad y todo lo demás. ¿Dónde está, pues, el valor, la necesidad de que haya sacerdotes? Si dicen que el sacerdocio es un medio de ganar dinero, entonces lo pondremos en una categoría por completo diferente. Si lo tratan tan sólo como una profesión, tal como la de la armada, el ejército o cualquier otra profesión semejante, entonces es una cosa muy distinta, y las religiones con sus sacerdotes no son, en su mayoría, otra cosa que eso: una vieja profesión. Por lo tanto, si acuden a un sacerdote como maestro que ha de guiarlos, yo digo que él es el destructor o explotador de ustedes. Por favor, no tengo nada contra los sacerdotes cristianos o los sacerdotes hindúes, para mí todos son iguales. Digo que son innecesarios para la humanidad. Y tengan la bondad de no aceptar lo que digo como si fuera una autoridad terminante para ustedes, una declaración dogmática. Obsérvenlo, considérenlo por sí mismos. Si sólo aceptan lo que estoy diciendo, también me convierto en el sacerdote de ustedes; por lo tanto, seré su explotador. Mientras que si consideran la cuestión en su totalidad, no de pasada sino completamente, verán que las religiones con todos sus sacerdotes sectarios, mantienen de hecho separada a la humanidad. Incrementan los horrores de la guerra, las diferencias de clase, las nacionalidades y, por lo tanto, todas estas cosas que conducen a los conflictos armados y a mayores explotaciones, en las cuales está ausente el verdadero afecto, el verdadero amor, la verdadera consideración humana.