El informe publicado por la ONU en su cuenta de Twitter, está elaborado con 558 entrevistas de diversas fuentes, 158 reuniones, incluyendo actores estatales, y documentos que la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (el ACNUDH), reunió y examinó, incluyendo documentos oficiales del Gobierno, informes de fuentes abiertas, legislación y documentación jurídica, informes médicos y forenses, entre otros.
Derechos Humanos
El en las 18 páginas del documento se presenta un análisis sobre la situación de los derechos económicos y sociales; el derecho a la alimentación, a la salud y programas y políticas sociales. Además expone sobre la libertad de opinión y expresión, la represión selectiva y persecución por motivos políticos, entre otros puntos que se refieren también a migrantes y refugiados.
El ACNUDH señaló que la crisis económica y social se agudizó considerablemente entre 2018 y 2019. A medida que la economía seguía contrayéndose, la inflación se disparó y los ingresos públicos disminuyeron a raíz de una drástica reducción en las exportaciones de petróleo. La población venezolana está afrontando muy diversas e interrelacionadas violaciones de sus derechos económicos y sociales.
Violación a DD.HH.
Sobre la libertad de expresión y de prensa, el documento indicó que «en los últimos años el Gobierno ha tratado de imponer una hegemonía comunicacional imponiendo su propia versión de los hechos y creando un ambiente que restringe los medios de comunicación independientes».
Además realzó la criminalización de la oposición y de cualquier persona crítica al Gobierno, «por hechos que están garantizados por el derecho a la libertad de reunión pacífica, el uso de la jurisdicción militar para personas civiles, y restricciones a ONGs para representar a víctimas de violaciones de los derechos humano».
Conclusiones y recomendaciones
En el informe el ACNUDH señala que «existen motivos razonables para creer que se han cometido graves violaciones de los derechos económicos y sociales, incluidos los derechos a la alimentación y la salud, en Venezuela.» y agrega que «el Gobierno se negó a reconocer la magnitud de la crisis hasta hace poco y no adoptó las medidas apropiadas».
Además el documento expone que «la impunidad ha permitido que se repitan las violaciones de los derechos humanos, ha envalentonado a los autores, y ha dejado de lado a las víctimas».
Finalmente, manifiesta que, de no mejorar la situación, «siga aumentando el éxodo sin precedentes de personas migrantes y refugiadas venezolanas y que las condiciones de las personas que permanecen en el país empeoren».
Por su parte, el ACNUDH hace un llamado al Gobierno de Venezuela para que, de manera inmediata, «adopte todas las medidas necesarias para garantizar la disponibilidad y la accesibilidad de alimentos, agua, medicamentos esenciales y servicios de atención de la salud, incluidos programas amplios de atención de la salud preventiva, prestando especial atención a los servicios maternos e infantiles, incluida la atención de la salud sexual y reproductiva».
Por su parte el diputado Pablo Vial (RD), manifestó que “de la misma manera que desde la izquierda, tenemos que reconocer la gravedad de lo que ocurrió en Venezuela. Yo no quiero más hechos oportunistas que tuvo la derecha chilena y el Presidente Piñera viajando a Cúcuta con una supuesta ayuda humanitaria, que lo único que tenía eran fines propagandísticos”
Puedes leer y descargar el informe completo haciendo clic acá.
El viernes 5 de julio, en un diario capitalino, leí las declaraciones de la Diputada comunista Carmen Hertz Cádiz, en relación al “Informe Bachelet” sobre la violación de los Derechos Humanos en Venezuela. No solo de ella, sino también de otros integrantes de su partido político. Sentí miedo por el silencio de Guillermo Teillier quien, entre otros, sabe muy bien lo que es planificar un asesinato. Una canallada que, en mis 40 años servicio a Chile, no está en mis memorias, ni fue parte de mi historia militar. Sí, fui al funeral de varios de mis camaradas asesinados en acciones terroristas, planificadas por muchos de los que hoy guardan silencio. Incluidos, sus cómplices pasivos.
Durante mi carrera militar viví varias situaciones de riesgo, pero nunca sentí tanto horror y tanto miedo al leer, cómo Carmen Hertz justificaba el asesinado de siete mil venezolanos en poco más de dos años. Según ella, todo es culpa de Estados Unidos y Europa. Una reacción obvia del Gobierno de Maduro, que ella justifica como “deriva autoritaria”, cuyo efecto es la tortura, la violencia sexual, el desaparecimiento forzado y el asesinato de los opositores al régimen bolivariano. Le aclaro a Carmen Hertz, que la “deriva autoritaria”, se refiere a la corrupción incontrolable de los dirigentes, la desigualdad creciente entre los ciudadanos y la erosión de la seguridad y el orden. Situaciones que no las provocó Estados Unidos y menos Europa, sino el régimen chavista de Venezuela, apoyado por Cuba, para socavar la democracia y justificar su revolución.
Sentí miedo, porque hoy no soy el joven subteniente dispuesto a dar la vida por mi patria, tal como lo hice en el año 1978, junto a mis soldados, en una trinchera en Lonquimay. Miedo, porque esa señora Hertz es una Diputada y una autoridad del poder legislativo que, con sus declaraciones, defiende el horror y el crimen de Venezuela. Miedo, por todo el mal que ella y sus amigos del Partido Comunista —acostumbrados a los “ajusticiamientos”— le podrían hacer a mi familia y a Chile entero, para acallar a los patriotas que no piensan como ellos.
Sentí un tremendo horror, al imaginarme al Partido Comunista, gobernando Chile, con unas Fuerzas Armadas arrodilladas y sometidas —sumisamente— al poder político, aún fieles a un nefasto juramento inventado por los políticos, apegadas a la Constitución y con la histórica y amarga experiencia de sus camaradas en prisión, por haber acudido al rescate de la democracia. Unas Fuerzas Armadas que nunca más debieran cometer el mismo error. Por lo mismo, obligadas esta vez, a constituirse en el organismo represor y sostenedor de un Gobierno Comunista. Tal como ocurre hoy en Venezuela. Total —a la larga— la supuesta derecha, siempre le perdona todo a la izquierda.