Discursos e informes no sirven para erradicar la corrupción
Desde hace algunos años estamos inmersos en un ambiente muy tóxico que imperiosamente no puede continuar.
Por Patricio Herman, Defendamos la Ciudad.
El martes 14 de mayo pasado asistimos al seminario “Corrupción en América Latina : ¡Basta!” realizado en la Universidad de Chile y organizado por la fundación Espacio Público y el Instituto de Asuntos Públicos de dicha universidad estatal, ello con motivo del lanzamiento en nuestro país de un Informe del Grupo Asesor de Expertos en anticorrupción, transparencia e integridad para Latino América y el Caribe, elaborado por 8 especialistas de distintas nacionalidades.
Ante una concurrida asistencia de público expusieron con singular claridad Mauricio Duce, Hugo Fruhling, Eduardo Engel, quien fue nombrado por la ex presidenta Michelle Bachelet, como presidente del Consejo Asesor Anticorrupción, actuado como un buen presentador y moderador el periodista de CNN Chile y La Tercera, Daniel Matamala. Dio a conocer el aludido Informe Susan Rose-Ackerman, reconocida profesora emérita de Derecho y Ciencias Políticas de la norteamericana Universidad de Yale y escuchando las disertaciones de los anteriores se evidenció que desde hace algunos años estamos inmersos en un ambiente muy tóxico que imperiosamente no puede continuar.
En esta ocasión tenemos el deber ineludible de reconocer la ardua lucha, en contra de la corrupción pública y privada, que está dando Matamala en el canal de televisión y como columnista del mencionado diario, comportamiento que lo enaltece como un profesional digno que no se amilana. En todo caso, él hasta ahora, nunca ha criticado la creciente corrupción que se observa en el ámbito inmobiliario, posiblemente porque no la conoce o porque todos los canales de televisión tienen relaciones comerciales, a través del programa llamado Break Inmobiliario, con la influyente industria de la construcción.
Al final del seminario, en el reducido espacio asignado a las preguntas de los concurrentes, se notó un interés por parte de quienes expresaron sus puntos de vista para criticar al sistema político-económico que, de una u otra manera, por la inacción de sus altos dirigentes, ha tolerado en los hechos la lacra de la corrupción. Este columnista aprovechó la instancia señalando que, tal como están las cosas, tendremos corrupción para mucho rato por no decir para siempre, pues con las infectas prácticas que se están conociendo, permanentemente ganan los que ejercen el poder, quienes por razones obvias, no hacen nada para iniciar el correcto camino de la honestidad y de la rendición de cuentas de sus actos.
Se recordó lo que en el año 1935, antes del inicio de la 2ª guerra mundial, le contestó Josef Stalin, todopoderoso líder soviético, al ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Pierre Laval, con ocasión del rearme de las Fuerzas Armadas de la Alemania Nazi, respecto de lo que sucedería con los católicos que vivían en la URSS. Stalin socarronamente le responde al atemorizado Laval : ¿cuántas divisiones de tanques tiene el Vaticano?, significando con ello que solo los que tienen la fuerza son los que poseen el poder.
Se aludió a ese hecho histórico porque desde el año 1985 muchas personas lideradas desde un principio por el abogado José Domingo Milos han estado presentando convincentes propuestas a los diferentes gobiernos para que se instaure en la institucionalidad la figura del Ombudsman, palabra de origen sueco, país en donde sí hay democracia de verdad. Se trata de un cargo público existente en todos los países serios del mundo para que esa función se preocupe de cautelar con efectividad los derechos de los ciudadanos para que no sean avasallados por el Estado.
Ningún gobierno se ha comportado a la altura, luego, nunca se ha tramitado un proyecto de ley para que con el Ombudsman, Defensor del Pueblo en castellano, a la cabeza, los ciudadanos de a pié puedan ser contraparte de los abusadores agentes públicos de turno, los mismos que solo tienen fluidas y amistosas relaciones con las más importantes empresas privadas, las que, como todos sabemos, son las que financian sus accesos al poder legislativo y poder ejecutivo.
A los ilustrados expositores que estaban sentados en la testera se les recordó el malicioso episodio del Mopgate, en el cual a muchos funcionarios de la administración del gobierno de Lagos se le entregaban sigilosamente sobres cerrados con billetes y cuando se detectó el hurto al erario nacional, se le justificó con el pueril argumento de que era necesario mejorar sus sueldos para que hicieran bien sus trabajos. Tiempo después, desde las alturas, se explicó que con sueldos más suculentos se acabaría la corrupción y así fue como se aumentaron en un alto porcentaje todos los sueldos de estos llamados “servidores públicos”. Como vemos, con sueldos normales o con sueldos millonarios, la corrupción continúa presente.
El resumen, en nuestra arenga en el espacio de las preguntas durante el seminario, aludimos a la anécdota de Stalin y al rechazo del Ombudsman por parte de la casta política, al hecho cierto de que con discursos e informes, por muy axiomáticos que sean, no se logra nada. Explicamos que la mejor forma para combatir la corrupción es darle poder a la ciudadanía y mientras tanto, los ciudadanos informados deben utilizar todas las instancias, prensa libre de tutelas, Contraloría, Fiscalía, Poder Judicial, Superintendencias, etc. para denunciar las malas prácticas de los situados en las cúpulas. Si la ciudadanía se une con este sano propósito, es decir, con acciones correctivas concretas, indefectiblemente tendrá al menos una forma de poder y la corrupción se irá en retirada.