Papa Francisco llega a Marruecos para fortalecer diálogo interreligioso

El Papa Francisco pronunció su primer discurso en el marco de su Viaje Apostólico a Marruecos, el número 28° de su Pontificado, que tiene como lema «servidor de esperanza». 

El jefe de Estado del Vaticano visita un país de aproximadamente 35 millones de habitantes, la mayoría musulmanes sunitas, en un gesto fraterno que reafirma la necesidad de que cristianos y musulmanes se unan en un mundo sediento de paz, «respetando la diversidad y ayudando a los más pobres», tal y como explicó el Papa en su video mensaje publicado antes de iniciar su visita.

La primera cita de la jornada en tierras marroquíes tuvo lugar en la explanada de la Torre Hassan II, donde se reunió con las autoridades, representantes de la sociedad civil y con el cuerpo diplomático; en el mismo lugar donde tuvo lugar la ceremonia de bienvenida.

Tras escuchar las palabras introductorias del rey Mohamed VI, el Sucesor de Pedro agradeció la calurosa acogida del pueblo marroquí:

«Me alegro de pisar el suelo de este país, rico en tantas bellezas naturales, custodio de vestigios de antiguas civilizaciones y testigo de una historia fascinante»- dijo- indicando que tal gratitud se transforma en una importante oportunidad para promover el diálogo interreligioso y el conocimiento recíproco entre los fieles de estas dos religiones, al mismo tiempo que se recuerdan los ochocientos años desde el histórico encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kamil: «un acontecimiento profético que supuso el inicio de un camino de paz y de armonía para la humanidad».

Asimismo, el Obispo de Roma inisistió en la necesidad de «unir nuestros esfuerzos para dar un nuevo impulso a la construcción de un mundo más solidario, más comprometido en el empeño honesto, valiente e indispensable por un diálogo que respete las riquezas y particularidades de cada pueblo y de cada persona».

Un desafío – añadió el Papa- al que todos estamos llamados a afrontar, «sobre todo en este tiempo en el que se corre el riesgo de hacer de las diferencias y el desconocimiento recíproco, motivos de rivalidad y disgregación».

Otro de los puntos en el que el pontífice argentino hizo hincapié fue en la importancia de promover la cultura del diálogo entre los pueblos, «la colaboración como conducta», porque «este es el camino que estamos llamados a recorrer sin cansarnos nunca, para ayudarnos a superar juntos las tensiones y las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos que conducen siempre al miedo y a las contraposiciones», afirmó Francisco destacando la exigencia de promover formación adecuada y sana «contra todas las formas de extremismo, que llevan a menudo a la violencia y al terrorismo y que, en todo caso, constituyen una ofensa a la religión y a Dios mismo».

«Nosotros creemos que Dios ha creado los seres humanos iguales en derechos, deberes y dignidad, y que los ha llamado a vivir como hermanos y a difundir los valores del bien, de la caridad y de la paz. Por esa razón, la libertad de conciencia y la libertad religiosa —que no se limita solo a la libertad de culto, sino a permitir que cada uno viva según la propia convicción religiosa— están inseparablemente unidas a la dignidad humana», argumentó el Papa subrayando que se trata de descubrir y aceptar al otro «en la peculiaridad de su fe y enriquecerse mutuamente con la diferencia, en una relación marcada por la benevolencia y la búsqueda de lo que podemos hacer juntos».

Por otra parte, el Pontífice hizo referencia a todas las acciones concretas que se han llevado a cabo con el fin de detener la instrumentalización de las religiones que incitan al odio, a la violencia, al extremismo o al fanatismo ciego y para que se deje de usar el nombre de Dios con el objetivo de justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión.

Algunos ejemplos de tales iniciativas fueron la Conferencia internacional sobre los derechos de las minorías religiosas en el mundo islámico, realizada en Marrakech en enero de 2016, o la creación del Instituto Ecuménico Al Mowafaqa, en Rabat, en el año 2012, fomentado por católicos y protestantes en Marruecos.

En alusión a la importancia de que las religiones también trabajen juntas en el campo del cuidado de la madre tierras, la casa común; el Papa recordó la pasada Conferencia internacional sobre el cambio climático, COP 22, también realizada en Marruecos, que confirma una vez más la toma de conciencia por parte de muchas naciones, «sobre la necesidad de proteger el planeta en el que Dios nos ha dado la vida y de contribuir a una verdadera conversión ecológica para un desarrollo humano integral».

De igual manera, el Sucesor de Pedro recordó la grave crisis migratoria que afecta a todo el mundo, la cual «es una llamada urgente para que todos busquemos los medios concretos para erradicar las causas que obligan a tantas personas a dejar su país, su familia, y a encontrarse frecuentemente marginadas, rechazadas».

«Un fenómeno -dijo Francisco- que nunca encontrará una solución en la construcción de barreras, en la difusión del miedo al otro o en la negación de asistencia a cuantos aspiran a una legítima mejora para sí mismos y para sus familias, ya que sabemos también que la consolidación de una paz verdadera pasa a través de la búsqueda de justicia social».

Antes de finalizar su alocución, el Papa dedicó un pensamiento especial a la pequeña comunidad cristiana que vive en Marruecos: «Los cristianos se alegran por el lugar que les han hecho en la sociedad marroquí. Ellos quieren contribuir en la edificación de una nación solidaria y próspera, teniendo como preocupación el bien común del pueblo».

«Doy gracias a Dios por el camino realizado y animo a los católicos y cristianos a ser aquí, en Marruecos, servidores, promotores y defensores de la fraternidad humana», concluyó Francisco.

Acto seguido, el Pontífice visitó junto al rey Mohamed VI, el Mausoleo en memoria del rey Mohamed V donde juntos realizaron un homenaje floral.

Fuente: Vaticano News

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El Periodista