Análisis –gratuito– de la segunda noche del 60° edición Festival de la Canción de Viña del Mar, o lo que va quedando de él.
Por Michael Kings
Luego de la noche que inauguró los 60 años del Festival de Viña con una gran fiesta bailable, karaoke y playback, este lunes fue el turno de los cantantes. Sí, esos que ocupan sus cuerdas vocales para armonizar, matizar y lograr ciertos cambios tonales que suelen ser agradables al oído humano. Pensando en un festival de la canción –como fue alguna vez este festival– quizás debió comenzar con alguien de la talla de Raphael -alguien que canta- y dejar la fiesta para las tres de la mañana cuando el satélite corta la transmisión y la galería pide que apaguen la luz para dejarse llevar por sus instintos salvajes. De seguro alguien anotará este detalle en su máquina de escribir invisible y seguirá programando a conveniencia de cualquiera menos del público.
¡Veamos cómo estuvo esta segunda jornada!
El lugar: Es cierto que había menos gente, pero es una cuestión obvia a estas alturas, el público millennial es el que se mueve rápido para ver a los artistas de moda, sobre todo en lo que es la venta online. Sin embargo la audiencia para Raphael y Yuri –la mexicana– suele ser menos ‘on demand’ y eso de estar en todas para ser aceptados no les queda cómodo. El target Baby Boomer y los X tempranos respondieron sin grandes fanatismos a la llamada del Buda y sin colapsar las instalaciones se hicieron sentir cada vez que fueron requeridos como público, ya sea para corear las canciones o solicitar los premios.
Los animadores: Seguimos mal. Ella, lindo vestido, eso es lo que recordaremos. Sigue hablando como si recitara un poema de Neruda en una kermesse de colegio. No tiene ritmo, no matiza, todo es plano y monosílabo. Él, al parecer cambió de restaurante, está ahora un poco más suelto y algo logramos reconocer detrás del moño de su cuello al Martín Cárcamo jovial de TV. Algo.
El problema es que en conjunto son un desastre, no se leen bien, no respetan los tiempos, ella lo mira con desesperación para saber a quién le toca y él se calla cuando debe hablar. Ese juego clásico –y fome– de una frase tú, una frase yo, no les resulta, definitivamente hay que cambiar la estrategia –ya que a los animadores es imposible. Chicos, hablen, salgan juntos antes del show, dense una vuelta al muelle Vergara, compartan un helado, dense una vuelta en Victoria ¡Qué se yo! La idea es que den la impresión de que la están pasando bien. El ‘pronter’ no ayuda si no hay onda.
Luego el recuerdo a los que no están, simplemente en la mención del animador, improvisando y memorizando, sin ningún afán de verdadero reconocimiento. Nada de imágenes de fondo estilo ‘Óscars’ y algún tipo de texto para quienes no saben de qué se trata, no, solo la mención acotada y para el olvido. Hermosa paradoja de la cual solo recuerdo el nombre de Felipe Camiroaga a quién Cárcamo le dedica este día de festival.
Luego del exabrupto, seguimos…
Raphael: ¿Puedo permitirme un gesto? ¿Podríamos llamar a los animadores que estuvieron la primera noche? Sí, los que vestían igual y ese que usaba un polerón de David Bowie. Lo digo en serio. Chicos, Wisin, Yandel, Sebita Yatra y todos los que vengan en la misma dinámica ¿Conocen a Raphael? ¿Sí? Bueno, lo que este hombre hace se le conoce como cantar, a su puesta en escena se le conoce como ‘performance’, a sus arreglos musicales ejecutados por la Filarmónica de Chile –aunque aplica también para el acompañamiento solo de guitarra– se le llama música. Échenle una mirada a esta presentación y quizás en unos años más puedan entender la diferencia entre ser un animador de eventos fugaz y un cantante universal.
Volvamos con ‘Er niño’. Todo en su presentación fue un riesgo así como la puesta en escena de su más reciente disco “RESinphónico” sobre todo cuando a sus 58 años de carrera uno podría esperar que jugara a seguro, no fue así. Raphael se adecúa a un solo día de ensayo con la filarmónica –que cuenta en escenario con más de 60 músicos– utilizando arreglos distintos y muchas veces bastante aventureros para sus canciones. “No quiero que el público se aburra conmigo” dijo antes del Show y vaya que lo logró incluso con una voz muchas veces al filo del desgaste. Incluyendo ritmos de baile cuando ameritaba bailar, totalmente sinfónicos cuando había que escuchar y mezclado atrevidamente melodías como en “Estuve enamorado” donde abre y cierra su canción con el ‘riff’ de la canción de los Beatles ‘Day Tripper’ quizás atendiendo a que la grabación de su disco sinfónico fue hecha precisamente en los estudios Abbey Road, no obstante ser un gran fan del grupo de Liverpool y haber versionado en antiguos conciertos algunas canciones de los ingleses.
También tuvo tiempo para un encuentro más íntimo “La quiero a morir” de Francis Cabrel en un simple arpegio de guitarra eléctrica y una de sus –declaradas– canciones favoritas “Gracias a la vida” de Violeta Parra con un hermoso arreglo de guitarra clásica.
Luego lo esperable, un público rendido a los pies del artista y la danza de gaviotas no se hizo esperar. Visiblemente emocionado se retira del escenario ante la ovación y pedidos de bis del respetable. Hemos asistido a un show que será recordado en historia del certamen viñamarino. Esto vuelve a parecer un festival de la canción.
Dino Gordillo (Humor): Volvamos a la realidad. Luego del corte y el famoso ‘backstage’ se viene el humor. Gordillo peleó toda la semana con los medios, defendiendo el humor básico, de chiste burdo, de anécdota fome, de ‘los hombres son así y las mujeres asá’ gritándole a quién le entrevistaba que no cambiaría de estilo, sobre todo porque según él, es su último festival. Contrario a Avello, Gordillo no es simpático de presencia, uno lo ve y no le produce nada, esto lo pone en desventaja ya que necesariamente se espera que diga algo. Y lo dijo. Inteligentemente la producción lo ubica en la única noche en la cual no hubiera salida empalado por la multitud, los Baby Boomers, abuelos, padres, nacieron y crecieron con ese chiste de doble sentido y lo premiaron sin ningún tipo de vergüenza. Lo políticamente correcto en el humor es algo que las generaciones anteriores no deconstruyen y por lo tanto lo disfrutan y lo gozan sin prejuicios. Después, lo obvio. Agradeciendo a Dios con los ojos llorosos luego de cada remate airoso de sus anécdotas. Sé que a la gente grande le gusta la emotividad forzada, pero el resto se aburre. Ok, es un show ‘on demand’ para padres y abuelos y ya que anuncia su retiro no considera ampliar su target, por lo tanto es eficiente el lloriqueo. Luego vienen las gaviotas un poco forzadas, porque hay espontáneas como las que le dieron a Raphael y están esas otras que el animador debe hacer aletear para que salgan, este fue el caso.
Luego ni ‘El diario de Eva’ pudo hacerlo mejor. Entre llantos y alabanzas Cárcamo le pide al público que le cante al humorista el cumpleaños feliz, cuestión que sucede, para rematar el efecto con la presencia de la esposa del humorista en el escenario ¿Para qué? ¡Para que este le pida matrimonio! ¡Sí! Tal como se lee. Uno se pregunta ¿Si lo hubieran pifiado? ¿Le hubiera dado el anillo en el hotel? Esto señores es “La magia de la televisión”. Me emocioné.
Cierra con un chiste contado más de trecientos millones de veces, fome, vulgar y obvio retirándose con el sentimiento de la labor cumplida. Adiós Dino, nos vemos en la AFP.
Competencia internacional: Sí lo sé, qué lata, pero de eso se trata el festival ¿Recuerdan? Lo bueno es que los más jóvenes de la casa –esos que aman el perreo chacalonero– deben pensar que el festival está dedicado a ellos.
Cuba: Para la casa Boni & Kelly. Ya lo vimos con Wisin y Yandel, ya sabemos todo eso de ‘tacu tacú’, si no le dan una vuelta al asunto –recuerden que es un festival– no hay mucho que hacer. Yo le di un 1,0 de ‘paleteao’ y los amorosos del jurado promediaron un 5,7. No se está entendiendo nada.
Chile: Reggaetón lento, mejor definición vocal sin embargo ya olvidé que decía o cómo sonaba, no hay ninguna revisión interesante de los ritmos considerando que algo de originalidad debe existir. Le di un 4,5 y el jurado promedió 6,2. Exageraron pero al menos notaron que Neven Ilic tiene voz.
Ecuador: Otra vez sopa. Pero esta sopa tenía buena energía, una fusión de cumbia-reggaetón que al menos desafió el ‘beat’ a estas alturas obligado de la competencia, muy buena voz de Dayanara. Un 5,0 por lo funcional, el jurado reafirmó con un 6,6.
Competencia folklórica latinoamericana: ¡Ufff! Los animadores otras vez asustados, pero pueden dar inicio a la competencia del folclor.
Perú: Fusión afro pop con un gran desempeño vocal de la cantante Nicole Pillman, esto sí parece folclor. Yo 5,5, jurado 5,4. Creo que fui muy generoso esta vez o el jurado estaba en el baño.
Colombia: Vallenato entretenido. Es que la presencia de colombianos en el país nos ha acostumbrado a estos ritmos cadenciosos. Se agradece la energía escénica. Yo, 5,0, jurado 5,3.
Panamá: Una voz enorme sobre una canción olvidable sin embargo la performance de la cantante puede llegar a ser la mejor intérprete. Yo 5,0, jurado 6,5.
Yuri: Siguiendo la línea de la nostalgia que dibujó Raphael al comienzo de la noche, la mexicana saca de su sombrero todos los grandes éxitos de los 80’s sin guardarse nada para ella. Cada canción era un repaso a la banda sonora que usaban las mamás para hacer el aseo y quedaron incrustadas en la memoria de las generaciones que esperaban que se secara el piso para entrar a la casa.
También canta. Con una voz que da cuenta del paso del tiempo, Yuri es capaz de cantar exigiéndose al máximo torciendo el rumbo de algunas notas altas para poder realizar su show sin inconvenientes. Un verdadero cancionero popular que merece, solo por su trayectoria y vigencia, ambas gaviotas, sin que los animadores presionen por ello. Podríamos decir que a estas alturas Yuri es parte del inventario de Viña del Mar, sin embargo, esa pieza numerada que siempre disfrutamos por su gracia y energía al cantar.
Noche ochentera, de nostalgia obligada y ‘kitch’ pero que cumple completamente con las expectativas del público. Solo por curiosidad, ¿Recuerdan que antiguamente había un monstruo en Viña del Mar? Veamos que nos trae esta jornada que trae a una vaca sagrada –Marc Anthony- y otra que dio apenas un poco de leche, David Bisbal. El humor es la incertidumbre.