Análisis –gratuito– de la tercera noche del 60° edición Festival de la Canción de Viña del Mar, o lo que va quedando de él.
Por Michael Kings
La nostalgia de la segunda noche trajo al escenario de Viña algo que creíamos desaparecido: el canto. También trajo la chabacanería y lo vulgar de un humor que por suerte, al menos en los medios masivos, está en franca retirada. Sin embargo una noche a cargo de dinosaurios siempre es fecunda y segura en su accionar. Avancemos entonces al menos unos 30 años para esta nueva jornada.
¡Bienvenidos a la tercera noche!
El lugar: Otra vez 15 mil personas, sala llena para esperar en su mayoría al “rey de la salsa”.
Los animadores: Todo igual, no hay coordinación –llámele química, onda, ese qué se yo–. Ella sigue gritando como caricatura de indio piel roja y él poco a poco va encontrándose con las ganas de vivir. Ella, muy bien vestida –eso dejará como recuerdo– él, al fin un traje que no recordara a un ‘crupier’ de casino.
Interesante es darse cuenta que a estas alturas la producción ya está consciente de la escasa comunicación entre los anfitriones y estos intervienen muy poco, incluso cuando los artistas desarrollan su show, cuestión que se agradece de verdad. Todavía guardo en mi mente recuerdos, al borde de la pesadilla, de Antonio Vodanovic –el maestro de la interrupción desubicada– lo que hace de la ausencia forzosa de los animadores un deleite para la continuidad emotiva del espectáculo.
¿Bailemos?
Marc Anthony (Aka. Marántoni): Sí, el ex de la Yeiló. Bien, sólido, cantante cabal. Podemos agregar a mi comentario del día anterior que también se puede ser buen músico y hacer bailar, no solo darle play a la cinta. Una banda de lujo que combinaba bronces, cueros, cuerdas, coros y base eléctrica con la destreza de quienes aman la música por sobre los resultados comerciales que puedan conseguir. Cercano, humilde, al borde de la timidez, un poquito afectado para mi gusto, ya que lleva sus años haciendo esto como para verse tan emocionado. Sigue siendo una lata descomunal el exceso de adulación a un festival que está moribundo “No hay lugar en el mundo que se sienta como estar en Viña” sentenciaba el cantante ¿No conoce el Madison Square Garden? ¿El Maracaná? ¿Cosquín? Incluso los estadios de béisbol a los que debe estar muy habituado pueden ofrecer un marco importante y cercano. Faltó decir que si tuviera otro hijo le pondría Chile –al mejor estilo del recitador extinto, Julio Iglesias– y ponerle azúcar a gusto a una audiencia que no necesitaba más que su talento musical. Obviamente se va entre las quejas del respetable que solicitaba un bis eterno luego de haberse llevado ambos ejemplares –en plata y dorado– de la icónica ave marina.
Sin embargo, más allá del espectáculo, surgieron también algunos chascarros memorables durante la presentación del boricua que se desprenden de su performance y que le dan más sazón al festival:
- La fanática que logra sortear la seguridad y llega a abrazar al cantante para pedirle una ‘selfie’. Apenas los guardaespaldas la alcanzan para golpearla hasta morir, él –Marc Anthony– sale a su rescate y además de la foto le ofrece un baile de salsita bien sabrosa. Eso se llama salir jugando con el balón controlado y los ojos cerrados, muy bien. Hasta ahora no se sabe nada del paradero de la señora, pero su foto colma las redes sociales.
- En una toma amplia del escenario –y mientras el director de TV dormía– aparece durante largos segundos un cartel que rezaba “¡8 de marzo. Huelga feminista va!” en pleno rostro de la producción festivalera que tiende a ser de un oficialismo conservador que asusta. Esto puede ser la punta del iceberg para anunciar distintas movilizaciones si el café de Álex Hernández no está lo suficientemente cargado ¡Bien por los derechos civiles!
Jani Dueñas: Ni siquiera Marc Anthony tuvo una presentación de galardones tan extensa. Los animadores mencionaron con gran pasión su aparición en el recuento de la Revista Times de los 10 Stand Up más importantes de 2018 en Netflix. Leyeron bien, en Netflix, no en el mundo ni el planeta ni en el universo. Es cierto que hay una gran cantidad de abonados en la plataforma de ‘streaming’, pero también es cierto que mucha gente simplemente no tiene Netflix y menos lee la Revista Times, quizás ese pueda ser el primer punto a considerarse antes de aceptar aparecer en un show masivo de gente ‘normal’. Casi como la crónica de un chiste mal contado, el show considerado por el monstruo del entretenimiento para su extensa parrilla programática se titula “grandes fracasos de ayer y hoy”. Y así fue.
Primero, esto no tiene nada que ver con suceder al show de Marc Anthony y mucho menos con anteceder el de David Bisbal. El monstruo hace mucho que recoge sus garras apenas los animadores sentencian el término de una parte del espectáculo, súmenle a eso el famoso backstage y media hora de avisos comerciales. No, ella partía de cero, con ánimos limpios y dispuestos de la audiencia, pero el relato fue lento, de ritmo inadecuado, sin sorpresas, sin ese aditivo fundamental para este tipo de humor que es la conexión con el target al cual se le habla, saber que cada público tiene distintos recuerdos colectivos y hablarle directamente a ellos, no a sí misma.
Comenzadas las pifias, que demoraron más de lo que uno podía esperar y que le dieron tiempo de sobra para leer el entorno y dar un golpe de timón, aparecieron todas esas cosas que el público docto aborrece, las malas palabras, las referencias al pene, al semen, a la concha etc., los famosos manotazos de ahogado, los mismos de los cuales usufructuó Gordillo y que fueron altamente castigados por los especialistas de redes sociales. Cuando todo ya estaba perdido hace una inteligente referencia a su participación como la voz de ‘Patana’ ‘31 minutos’ y surgen algunos aplausos espontáneos –acá no se cuentan los del jurado que están obligados y sus amigas– y es allí donde debió avanzar demostrando un talento para la improvisación, allí había hecho por fin conexión con su audiencia sin embargo regresó a lo suyo, la guerra de los sexos, la talla básica, los lugares comunes demasiado comunes.
Luego tuvo un segundo aire, cuando habla de sororidad y emplaza a las mujeres presentes. Una tibia respuesta termina aplastada por un absoluto “no” de parte de la misma audiencia femenina y es que no basta con apelar a principios fundamentales para inculpar al otro de su escasa empatía, no. Esto es un festival de verano y divertimento, si vamos a usarlo como antesala de la revolución debemos ser aún más talentosos para darle al público parte de lo que ellos vienen a buscar. Si eres humorista y tu rutina es fome, no estás cumpliendo con lo que el público espera de ti y no puedes decir que no sabías, ya que esto lo vemos todos los años de festival, el humorista sabe a qué va y debe entender y actuar para quien va. Incluso más, el cartel aparecido en la presentación de Marc Anthony –ese de la huelga feminista– y que reventó las redes sociales que ella misma y su staff revisaban durante el evento pudo ser un ‘bandejeo’ interesante para vincular ambas cosas, pero no, no estaba leyendo a su público, su rutina seguía siendo para sí misma.
“No es mi público” comentó por allí y eso tampoco justifica su pobre desempeño. ¿Cuál es el público de Stand Up? ¿El departamento de filosofía de alguna universidad prestigiosa? ¿La gente bien educada y de finos modales? No. El público de bar es tan heterogéneo como el de Viña, mas hay dos diferencias fundamentales, una de ellas es la cantidad, no es lo mismo mantener la atención de 30 o 40 personas que de 15 mil. Por otra parte está la forma en que se disponen a apreciar el show, en un bar suele haber bebidas –con algún grado alcohólico– de por medio y una atención altamente condicionada al espectáculo y a pasarlo bien a toda costa, es poco probable zafar de la interacción. En Viña la atención hay que ganarla, la gente puede moverse y pasar desapercibida en ello por tanto esa dispersión solo la frena un buen espectáculo. Tampoco era buena la comparación con el público de Dino Gordillo, recordemos el concepto de ‘On Demand’, la gente paga por un día y por un show, por tanto, este no es el mismo público del comediante llorón, ya que eso pudo poner las cosas aún más inciertas. Si su humor era para otro espacio, moral y éticamente más perfecto ¿por qué acepta venir a Viña sabiendo de qué se trata? Si solo la motiva el pago no hay nada de que quejarse, las reglas eran claras y un mal show es un mal show aquí y en la “quebrá del ají”.
Tampoco caigan en la trampa de afirmar que las pifias tenían que ver con un desprecio al feminismo, no, eso es muy burdo y falaz, un verdadero espantapájaros. Solo basta recordar el Show de Natalia Valdebenito para entender que la sororidad, los derechos de las mujeres y un buen espectáculo de comedia pueden maridar perfectamente. Tachen eso de su lista mental.
Luego de ser despedida entre algodones por los animadores para protegerla –tardíamente– de las oleadas de pifias ‘in crescendo’ se aleja sonriente sin gaviotas, tal como llegó, sin variaciones. Si en eso hay un mérito –no sé cuál es– fue consecuente con su llegada.
Competencia internacional: Ya en esta tercera noche las canciones tienen su espacio para ser nuevamente escuchadas. No es muy entretenido para el vulgo, pero es útil para ajustar los criterios antes vistos.
Panamá: No entiendo nada. Sale pidiendo disculpas por lo sexista de su canción, pero la sigue cantando sin inconvenientes. “Sexy La Chama” pasará fácilmente al olvido más allá de lo controversial del tema, sino por lo plano y obvio de la presentación, sáquenle las chicas que salen sobándose cerca de él y la oferta no tiene nada de atractivo. Mantengo mi 1,0, el jurado generoso lo premió con un 4,5.
Perú: Debe ser la ganadora. La voz sigue siendo perfecta y los arreglos de balada rock son impecables y superlativos a todo lo que se escucha en esa categoría.
Colombia: Martina ‘la peligrosa’ es eso, una caricatura, una fórmula puesta en escena, con el único plus de que los ritmos urbanos hoy por hoy tienen de protagonistas a las mujeres y eso lo hace un producto de fácil comercialización. Nada nuevo bajo el sol. Yo, 4,5 contra el jurado que le dio un 5,7
Competencia folklórica latinoamericana: Al igual que la anterior, repiten los concursantes.
Argentina: Los nocheros versión 2.0. Si no fuera porque aparece un bandoneón en escena y amo ese instrumento les hubiera puesto un 3,0, porque las armonías les salen bien, eso es innegable. Yo 4,5, jurado 6,7. Parece que buscan productos y no calidad.
Chile: Canción que suena a todas las canciones buenas que uno ha escuchado, fórmula perfecta otra vez, nada de originalidad, pero buena ejecución, sigo recordando a Pedro Aznar. Yo, 5,0, jurado 6,5.
Bolivia: ¿Huaino-pop? En un festival carente de originalidad estas fusiones musicales son del todo graciosas, buen ensamble andino, zampoñas y charangos, en una estructura pop agradable. Yo 5,2, jurado 6,0.
David Bisbal: ¡Ave María, Cuándo ampliarás tu repertorio! Este joven saltarín abrazador –se dedicó a saltar y abrazar a todo lo que se movía– es del todo simpático, buena voz y buen mono como dicen en la tele –se ve bien en cámara. Lo destacable es que es una explosión de energía que mantiene a un público de trasnoche totalmente conectado, lo cuestionable, su escaso repertorio para los años que lleva de carrera, situación que por otra parte fue providencial para irse a dormir antes de las 3. Sin necesidad alguna insistió en las adulaciones exageradas para con el público y el país comenzando con esa muletilla enferma de terminar cada frase de sus canciones con la palabra “Chile”. Por ejemplo, “Y Dígaleeee también, ¡Chile!” “Bulería bulería ¡Chile!”. No, no y no, David, detente por favor, sabemos que nos amas de sobremanera y que a tu hijo le vas a poner Chile, no es necesario recordarlo cada dos segundos. Súmenle a eso que le pasan una bandera chilena y se la enrolla en el cuello llenándola de besos, ni Alexis Sánchez le da tantos besos al pabellón nacional cuando gana un partido por la selección. Me parece que exageras un poco Bisbal. Luego viene un mensaje bastante ambiguo acerca de Venezuela, aunque sabemos que era en contra de Maduro y los correspondientes lagrimones de algunos hiperventilados integrantes del jurado.
Buen Show, apurado en gaviotas por Cárcamo que ya se caía de sueño, aunque de todas formas se las iban a dar. Se acabó.
Si hay algo memorable de este día es que al fin apareció el monstruo –extraviado hace años- y entregó una lección de humildad, no importa a quien. Recibimos una invitación para la Huelga Feminista, este 8 de Marzo, y bailamos y escuchamos salsita rica y sabrosa. Veamos que nos depara hoy el ‘Festival de los Festivales’.