Un trabajo técnico impecable que cojea en una historia que no logra poner en inflexión la situación social allí descrita por lo evidente y básico del guion.
Por Miguel Reyes Almarza*
Para muchos Roma es la ‘película del año’ e incluso se elevan voces que la proclaman como la obra maestra de Alfonso Cuarón -Oscar a mejor director con Gravity (2014)- incluso con polémica incluida, ya que su aplicación a Cannes fue desestimada debido a que el festival exige que las obras sean exhibidas en Francia 18 meses antes del circuito comercial y Cuarón tenía contrato con Netflix para su distribución inmediata.
Roma es una suerte de autobiografía modificada de la infancia de Cuarón en el turbulento México de los 70’s e intenta describir la vida de una familia de clase alta y su servicio doméstico. Desde el punto de vista cinematográfico Cuarón demuestra que su trabajo en la fotografía, así como en la producción, es superlativo. Una hermosa composición en blanco y negro con un tratamiento exacto del tiempo y de los planos hace que el montaje sea prácticamente invisible y que la historia se desarrolle en un curso lineal impecable. Cinematográficamente es un filme perfecto.
No obstante, en la otra acera está el argumento y es aquí donde el trabajo del mexicano queda en deuda. El drama entre ricos y pobres es casi un género fílmico y televisivo en México, por tanto, su reutilización hasta el cansancio debe ser revisada. Luego de haber visto miles de historias similares se espera que un director de la altura de Cuarón haga algo al respecto, algún viraje imprevisto, pero no, simplemente descansa en aquello que es fácil de aceptar, que ya está consensuado y consolidado como una realidad, los ricos viven su vida y las vidas de los otros son solo accidentes.
Mención aparte es la participación de Yalitza Aparicio en el papel protagónico, pues mucho de los fuegos artificiales que anticipan el éxito de la película -y que le valió ser la representante de México para el Oscar como Mejor película de habla no inglesa 2019- tiene que ver con que la mexicana proviene de la etnia indígena mixteca, es estudiante de educación parvularia y se encontraba fabricando piñatas al momento de ser descubierta por Cuarón para personificar a Cleo, la sirvienta de la familia.
Evidentemente se ha visto con buenos ojos el ascenso de una mujer indígena al status de estrella y es positivo en tanto visibilización de grupos oprimidos que puedan beneficiarse de un discurso inclusivo. Ganadora del Hollywood Film Awards y la Revista Time como mejor actriz, fue portada de la prestigiosa Revista Vogue en México. Sin embargo, en el plano eminentemente actoral, su trabajo es solo correcto, podemos aceptar que no sea actriz, no obstante, el juicio objetivo no debiera doblegarse a esa condición, ya que como la discriminación positiva, la minimiza y la reduce a la misericordia.
Sin duda, un trabajo técnico impecable que cojea en una historia que no logra poner en inflexión la situación social allí descrita por lo evidente y básico del guion. Una composición difícil de analizar, pues todas las virtudes que aparecen en la fotografía y en las cámaras se diluyen en el argumento y las actuaciones. Roma, un lugar común muy bien filmado.
(Disponible en Netflix, Cine Arte Normandie y Cineteca Nacional)
★★☆☆☆ (2 sobre 5)
*Periodista