Lo primero que hay que aclarar es que no se trata de un documental, nunca se vendió así. Esperar con el ansia de un ‘nerd’ sin contacto con el aire que los sucesos vayan en orden cronológico y aparezca todo el detalle de la vida de Mercury y compañía es una soberana torpeza.
Por Miguel Reyes Almarza*
Con algo más de una semana desde su estreno en las salas de nuestro país, «Bohemian Rhapsody: la historia de Freddie Mercury», sigue causando gran controversia, no solo en las salas de cine sino también en las redes sociales donde se le aplaude como un conjuro contra las modas bailables –luego del filme la canción homónima es la más buscada en Spotify desplazando los sonidos urbanos de turno- y se discute acerca de la precisión con la cual Bryan Singer director de clásicos como los sospechosos de siempre (1995) y la saga X-Men, pudo capturar la esencia de una de las bandas más icónicas de la segunda mitad del siglo XX y su carismático líder.
Lo primero que hay que aclarar es que no se trata de un documental, nunca se vendió así. Esperar con el ansia de un ‘nerd’ sin contacto con el aire que los sucesos vayan en orden cronológico y aparezca todo el detalle de la vida de Mercury y compañía es una soberana torpeza.
Como siempre se supo la película tenía como objetivo ser una adaptación biográfica de la vida de Freddie Mercury y su banda. Por otra parte, considerar siquiera la posibilidad de ver a uno de los mejores frontman de la historia del Rock revisitando aquellos complejos momentos de su vida personal y sobre todo aquellos cercanos a su terrible deceso son delirios más cercanos al morbo que a la fidelidad del relato.
Lo que el filme desarrolla es precisamente lo que anuncia, una hermosa Rapsodia. Algo así como un relato musical –de tiempos del romanticismo- que vincula diferentes ideas sin necesariamente respetar algún tipo de orden establecido. Y lo logra con creces. El patchwork entre la vida personal de Mercury y la Banda se teje de forma dinámica y sin pretensiones fotográficas, sino más bien estilísticas, casi a nivel de Highlights. Es la historia de un hombre, un músico sin precedentes, que logra perfilar en su arte la expresión máxima de su libertad. Queen mismo como banda era una Rapsodia también, 4 almas distintas y reunidas por un azar maravilloso, desde un astrofísico hasta un dentista y todo cosido por el hilo vital de un talentoso joven de origen parsi e indio.
Decir que la actuación de Rami Malek (Mr. Robot, 2016) encarnando al líder de Queen es magistral es demasiado modesto referido a lo que este promisorio actor despliega en la película. Los movimientos perfectamente aprendidos y coordinados, la actitud, mezcla de divismo y timidez, son elementos complejos que adquieren una dimensión real en su performance. Todo esto sumado a que es capaz de lograr aquello que Freddie emanaba de forma natural, ser la ‘Reina’ del lugar, el centro del universo.
La música sin duda es el componente central, el producto de la personalidad compleja de Mercury, desafiando estereotipos y modas, siendo vanguardia en cada proyecto. Cada una de las piezas elegidas para conducir el relato musical, que incluye clásicos como Killer Queen, Don’t stop me now, Another one bites the dust y Love of my life –además de la canción que le da el título al filme- retrata de manera eficiente las etapas musicales de la banda desde sus inicios como ‘Smile’ hasta su apoteósico reencuentro, luego de una pausa creativa no exenta de polémica, en el festival Live Aid de 1985 quienes junto a otros grandes del rock internacional buscaban recaudar fondos para los pueblos vulnerables de África Oriental.
Si su objetivo es buscar errores de apreciación, no es la obra ni el momento, para eso es cosa de tomar un libro de historia de la música rock y sacar aplausos a costa de la ignorancia. Esta película es una obra dramática, una adaptación, una mirada certera respecto de un músico y su banda, no es una clase de historia y menos una línea de tiempo. Por el contrario, si quiere emocionarse y cantar sin pausas solo déjese caer en la butaca y espere que la música haga el resto, de seguro el caos de esta Rapsodia lo conducirá por una ruta placentera y sin desperdicio alguno.
Afortunados somos que al menos por un momento ‘La Reina’ está de vuelta y es moda para las nuevas generaciones también.
*Periodista.