El mecanismo de Lava Jato ¿una opinión política basada en hechos reales?
“Padilha, director de El Mecanismo, asegura que ‘seguirán más temporadas mientras exista corrupción’ y Netflix, como siempre, mantiene el suspenso sobre su oferta”
Por Miguel Reyes Almarza*
Cuando casi el 100% de la oferta de series de Netflix está dictado por el sentimiento millennial, historias simples que descansan en las escenas de acción interrumpida, cuerpos tonificados y sudorosos, momentos depresivos profundos o historias fantásticas de gente que no lo es tanto, aparece una serie que desafía pasmosamente la realidad y mantiene en constante tensión las relaciones político sociales del Brasil. Se trata de El Mecanismo, original de la empresa de streaming y que narra de forma libre y muchas veces tendenciosa el desarrollo de la famosa operación Lava Jato, el mayor caso de corrupción de la historia del país de la Samba.
Estrenada en marzo de este año la serie se aleja de la fórmulas de éxito clásicas y explora por primera vez una temática que se cruza directamente con la realidad de uno de los casos más complejos de la política latinoamericana, la tristemente célebre operación ‘Autolavado’ llevada a cabo por la Policía Federal de Brasil y que concluyó con un gran número de denuncias contra empresarios y políticos influyentes que incluye dentro de sus redes a dos de los ex mandatarios más emblemáticos de la izquierda brasileña: Ignacio ‘Lula’ Da Silva y Dilma Rousseff.
Es aquí donde se siembra un mar de dudas respecto a la supuesta objetividad de la entrega ya que muchos abogados de los actuales implicados acusan a la Policía Federal y al cuerpo de Jueces que trabaja en los casos de una peligrosa parcialidad respecto de los involucrados advirtiendo que es otra jugada más de los opositores políticos al Partido de Los Trabajadores donde militan Lula y Dilma respectivamente.
Fue la misma Dilma Rousseff la que, en un gesto sin precedentes acusó a la producción de la serie de ser una “mentira disimulada en una obra de ficción” y acusó directamente a su creador, José Padilha (El mismo de la aclamada película Tropa de Elite que explora los trabajos del Batallón de Operaciones Especiales en las favelas ante la inminente llegada de Juan Pablo II a Brasil) como un creador de “noticias falsas” que tiene como único objetivo atacarla a ella y al ex presidente Lula. Padilha por su parte sentenciaba “si –Dilma- supiera leer, no tendríamos ese problema de interpretación” ya que al inicio de cada capítulo la serie recuerda que está basada en hechos reales y el resto serían licencias artísticas. La ex mandataria considera una excusa el hecho de que se presente como “basada en hechos reales” ya que sugiere, a su juicio, cosas que la gente podría tomar efectivamente como reales.
Más allá de que el cineasta y creador de la serie defienda su trabajo como una adaptación de la realidad que no representa ni acusa específicamente al PT sino a toda la clase política brasileña en su conjunto, las coincidencias entre hechos y personajes son del todo claras. Es fácil encontrar correspondencias directas entre la serie y los principales actores involucrados en la operación, a saber, en la serie el personaje João Higino personifica fielmente a Lula Da Silva, Jeannette Ruscov a Dilma Rousseff y Ricardo Bretch a Marcelo Oderbrecht. La empresa PetroBras, principal estamento del Estado involucrado en las redes de corrupción y lavado de dinero, aparece representada de forma evidente por PetroBrasil.
Polémica desde sus inicios, la serie trabajó agresivas campañas de marketing para capturar la atención de las audiencias, las más impactantes se dieron cita en Brasilia y São Paulo respectivamente. En la Capital Federal y en uno de los principales caminos que llevan al Congreso de la Nación y por tanto visible para la mayoría de los políticos brasileños, Netflix instaló una gigantografía para promover la serie y que incluía un medidor de corrupción –llamado ‘corruptómetro’- que medía en tiempo real la cantidad de dinero desviado por minuto a propósito de las redes de corrupción tratadas en la obra. A este gesto se sumaron unos stands, en los aeropuertos de Brasilia y São Paulo conocidos como ‘tiendas de la corrupción’ y donde se exhibían a modo de comercio una serie de productos relacionados con el contrabando, desde ropa interior hasta cámaras espía. En la muestra se integraba también el libro “Delación compensada para laicos” entre otros objetos.
Considerando la fuerza que han tomado hoy por hoy las obras audiovisuales en streaming es justo pensar que una selectiva reunión de hechos pueda incidir negativamente en la opinión pública respecto de acontecimientos de connotación social ya que una cosa es la verdad, tan esquiva y otra es la posverdad, esa que se construye desde los anhelos del público y los prejuicios que puede anticipar, en este caso, un trabajo artístico libre. La Serie, de trabajo actoral más bien pobre, retrata la vida del policía federal Marco Ruffo (Selton Mello) quien se obsesiona en la resolución de un caso de corrupción derivado de una afanosa investigación personal. Sus progresos lo llevan a desenmascarar una trama de corrupción sin precedentes en el Brasil y de paso condicionar su vida familiar y su estado mental. Acompañado de su fiel aprendiz Verena Cardoni (Carol Abras), Ruffo pone en jaque una de las organizaciones mafiosas más complejas del último tiempo, el famoso ‘mecanismo’ que sugiere la articulación de una serie de actores y empresas para desviar dineros del Estado a privados de toda índole, dentro y fuera del país.
La preocupación evidente del Director, José Padilha, está más cerca de provocar a su audiencia que de entregar una obra de calidad superior. El protagonista, Selton Mello, destacado actor brasileño, poco a poco toma ritmo actoral en la serie, sin embargo se refugia demasiado en el desorden sicológico de su personaje para ocultar notorios problemas de expresión cuando la actuación requiere algo más que simple locura. Carol Abras no luce lo suficiente y es que, teniendo un mejor desempeño que su compañero no logra separarse de su imagen sexy para tomar este papel que es netamente de carácter.
El guion es simplemente una declaración de principios de Padilha y sin sorpresas en manos de la reconocida guionista de cine y TV, Elena Soárez. Privilegia la redundancia como elemento de nexo entre cada una de las historias con el objetivo de sellar a fuego la idea central de la serie, respecto a los verdaderos culpables del escándalo, a veces muy moralista, otras letárgicamente parcial. Padilha, reconocido por sus producciones incendiarias respecto a la realidad político social de su país consolida en esta entrega, más que una perspectiva, una opinión inexcusable de los hechos que remecieron el espacio político brasileño y de paso consolida cierta tensión respecto a los confusos manejos de la izquierda brasileña luego del retorno de Brasil a los procesos democráticos.
Lo anterior no significa que la serie falte a la verdad, por el contrario, las descripciones de los hechos y escenarios suelen der de una fidelidad abismante, no obstante, hasta ahora y finalizados los 8 episodios de la primera temporada, no hay espacio para la duda respecto a la realidad que se construye detrás de la ficción. Nos queda esperar entonces para saber cómo continua esta historia ya que según Padilha “seguirán más temporadas mientras exista corrupción” y Netflix, como siempre, mantiene el suspenso sobre su oferta.
*Periodista, Investigador en pensamiento crítico.