Francisco Chahuán: Copa América Femenina 2018, un Punto de Partida
La Copa América Femenina presenta una gran oportunidad para aportar al debate en torno a la igualdad laboral entre hombres y mujeres, mediante la profesionalización de la actividad en nuestro país, para que el esfuerzo realizado por nuestras compatriotas sea valorado del mismo modo en que se valora el de los hombres
Por Francisco Chahuán, Senador de la República
Hace unos días se dio comienzo a la Copa América Femenina 2018, evento que se realiza en las ciudades de Coquimbo y la Serena, en donde nuestra selección asume el gran desafío de llegar a instancias finales y así lograr un cupo al Mundial Femenino de Francia 2019. Sin embargo, más allá de los resultados deportivos, esta Copa América está lejos de tener el protagonismo que tuvo su símil masculino realizada hace tres años en nuestro país, y la realidad de nuestra selección femenina también es muy distinta: Chile no cuenta con una liga profesional de fútbol femenino, tampoco tiene una Comisión Autónoma encargada de la actividad y en muchos casos los equipos chilenos presentan carencias importantes en materia de recursos económicos e infraestructura. Es por esto que la Copa América Femenina presenta una gran oportunidad para aportar al debate en torno a la igualdad laboral entre hombres y mujeres, mediante la profesionalización de la actividad en nuestro país, para que el esfuerzo realizado por nuestras compatriotas sea valorado del mismo modo en que se valora el de los hombres.
Por primera vez, Chile se encuentra albergando una Copa América de fútbol femenino adulto, evento que se da en un contexto de gran auge de la actividad en el mundo, lo que contrasta con la realidad nacional. Chile actualmente posee una competencia formal, la cual es amateur. Esto ocurre principalmente porque la actividad es parte de la Comisión de Fútbol Joven de la ANFP, y no posee una Comisión Autónoma que la regule. Las jugadoras nacionales no reciben remuneraciones y la liga no trasciende publicitariamente en parte por la no televisación de sus partidos. Ni siquiera los amistosos de la selección de preparación para la Copa fueron transmitidos y su cobertura fue mínima. Estos factores ponen en evidencia la precariedad de los avances realizados por el fútbol femenino en nuestro país y lo lejos que estamos de alcanzar el desarrollo pleno de la actividad.
Así como en cualquier otra profesión, las futbolistas nacionales merecen mejores condiciones laborales, las cuales vendrían dadas por la profesionalización de la actividad en nuestro país y un organismo encargado de su regulación. Además, debe existir un fuerte apoyo de la federación de fútbol para que las deportistas nacionales tengan las mismas oportunidades que se le otorgan a los hombres. No puede ser que mujeres que representan con orgullo a nuestra patria no cuenten con el apoyo profesional que se merecen. Hay que seguir los buenos ejemplos que se vienen dando en Europa y sin ir más lejos en Colombia. En donde desde el año pasado existe una liga profesional de fútbol femenino, con clubes comprometidos con la causa y una comisión autónoma a la cabeza. Esto les ha dado grandes resultados no tan solo deportivos (clasificaciones a Mundiales y Juegos Olímpicos), sino que también en términos de la internacionalización de su liga y al aporte recibido por parte de numerosos auspiciadores.
Es por estas razones que la Copa América Femenina debe servir como un punto de partida para reflexionar sobre la situación actual de la actividad en nuestro país, así como también para hacer una autocrítica en cuanto a las oportunidades y derechos que poseen en la disciplina las mujeres que representan a todo un país.
Al mismo tiempo, nos recuerda lo lejos que estamos como sociedad y país de lograr una igualdad de derechos laborales entre hombres y mujeres. No nos quedemos en lo bonito de las palabras y apoyemos esta causa con la mirada puesta en el futuro, para alcanzar el ideal de un Chile más justo y coherente, en donde la mujer ocupe ese sitio de respeto que se merece.